-Lléneme de nuevo ese vaso, hoy no es un buen día.
Me ha vuelto a dejar, ella. Supongo que esta vez no volverá. Me cuesta pensar que ella se llamaba Diana y no se llamaba Alicia. Me cuesta pensar que ella tenía nombre y tenía ojos, los tenía grises y era demasiado incorpórea para alguien tan regio como yo.
Tenía los ojos grises y era fiera, tenía los ojos grises y era fuego, tenía los ojos grises y era tormenta. Y ahora se ha convertido en un vaso de más esta noche. En una noche sin dormir. En noche. Y por desgracia a secas. Noche.
No era musa, ni divinidad, era Diana. Tenía unas ojeras tan purpuras que acababa devorada por el mirar de mi. Eran de ella, tan profundas, relámpagos invisibles. Tan saturadas de vida. No me perdía en sus caderas, ni en sus labios, me perdía por su mente borrascosa, por sus garras de acémila y por sus dientes de león.
Son las doce y sé perfectamente que empezará a llover y bailaremos, pero entonces no será ella y tampoco será su nombre. Ni tampoco será la sonrisa entre mis versos, ni el llanto en el cristal, no será nadie y no será nunca más, simplemente Diana, de inocencia empapada en carmin, de carmín empapado en incitación, provocación y desafío.
Es por eso que llevo su imagen en este cáliz vestido de cianuro, es por eso por lo que ahora todos los martes voy al mismo lugar de deyección a contar la misma necrología de las siete y media, para que de Diana florezca del sinsabor de mis venas y me grite que no va a volver hasta que no vuelva perder la visión de nuevo.
"Siempre acabo gritando entre toda esa porquería que vuelvas, esperando a que nazcan flores del asfalto y escriban tu nombre, preso de mi amargura, de mi desesperación,de la aflicción que te pregona culpable de mi dipsomanía".
Que me dejen en paz, todos ellos.
Que me deje en paz el rock'n roll, los petas, el miedo y la prosa, estoy sepultado y por eso me llaman perdición, estoy demacrado y por eso me llaman babel, porque quiero que regreses con tu pupila plomiza y me devores de nuevo.
Y es por eso que,
todas las noches dejo la ventana abierta, para que la bestia vuelva.
*babel: caos
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Prostitución literaria.
RomanceYo que sé, me vendí a cambio de cuatro centavos. Finalizada.