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Querida, Maria
¿Como crece tu jardín~?
¿Seras la siguiente, dama en partir~?
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Al principio nunca creí que una pequeña flor pudiera volverse ese gran jardín que crece en todo tu cuerpo.
Ocultando tus ojos que alguna vez fueron comparados con joyas.
En tus risos castaños también crecieron, parece que traes una corona de flores.
En tus extremidades, igualmente, tratabas de hacer que se vieran bien, la verdad era que lo lograbas.
Hacías que ese dolor que sentías se viera hermoso, podía notar como las partes cercanas a las flores estaban rojas, siempre estaban irritadas.
Tu piel que una vez fue comparada con el oro por su exótico color caramelo fue dañada por todas esas flores que crecían a ritmo acelerado.
Aunque siempre negarás tu dolor mostraras una sonrisa que puede engañar a un cualquiera, yo se que siempre sientes ese pulsante dolor que te consume día a día, el miedo que sentiste cuando las flores cubrieron tu rostro.
«No le mientas a una mentirosa»
Cuando éramos pequeñas siempre me pedías que durmieramos juntas, la razón era simple:
«Le tienes miedo a la oscuridad»
Hace unos días fui a tu casa, estaba preocupada por tu condición, llegué y uno de tus hijos me abrió la puerta, podía notar como este había estado llorando, pero no le pregunté el porqué.
Subí las escaleras camino a tu habitación haciendo el mayor silencio posible, en tu casa había una atmósfera realmente triste, algo raro la verdad.
Cuando abrí la puerta de tu cuarto pude ver el porqué tu hijo estaba llorando, el porqué había tanta tristeza en tu casa en la cual siempre había alegría.
Estabas sentada en tu cama, podía notar como llorabas, tus lágrimas eran mucho más visibles porque estában mezcladas con unas gotas de tu sangre, intuí que era a causa de las flores, en tus brazos podía notar que habías estado arrancandolas...
Las flores que tanto amaste, son las que ahora te causan tanto dolor, esas hermosas orquídeas tan elegantes.
Aunque las arrancaras volverían a crecer esa era la verdad, puede que no lo supieras pero cuando las arracabas se podía ver el tallo de las flores incrustado en tu piel, me dolía demasiado verte de esa manera.
No fui a tu lado, salí corriendo de tu casa no quería que me escucharas llorar y menos que lo vieran tus hijos.
Esa noche lloré hasta quedarme dormida, podía imaginar como te sentías, presumías tanto de tu belleza y tenias razón de hacerlo siempre resaltaste por tu linda pariencia.
«Una tristeza realmente dolorosa»
Con esta carta quiero pedirte que aceptes mi ayuda, quiero que te vuelvas a abrir a mi, que pasaramos tiempo juntas como lo hacíamos antes.
Supongo que esos pensamientos vienen de mi miedo a perderte, de que algún día desaparezcas, ya había compartido esto con Ecuador el me dijo que la razón por la que nos llamaba los fines de semana era por constantes pesadillas en la que estábamos nosotras.
¿Podríamos aliviar nuestro sufrimiento?
—Atte: Tu hermana Colombia
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Quédate, conmigo~
Ya no se hacia donde ir~
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