CAPÍTULO 4

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Salí aún con ojos llorosos por las lágrimas. Corrí hacia el parque, con cuidado de que ningún vehículo me chocase. A pesar de que saqué mi paraguas para usarlo, por las prisas se me cayó al salir, lo dejé allí inconscientemente, al lado del portal.

Me adentré en este. No hallaba ninguna pista del paradero de Alicia. Seguí corriendo y corriendo, sin rumbo alguno, sólo intentando encontrarla en este pequeño bosquecito de vegetacion.

No la encontraba. Ni detrás de los toboganes, ni de los troncos de los árboles, arbustos...nada. Me aferré a mi sueño, y pensé que, si realmente tenía que cumplirlo, tenía que buscarla, era como si una señal divina me dijese de manera indirecta que, no importa qué, tenía que encontrarla, para que mis deseos se cumpliesen, el deseo de viajar con alguien cercano, con el que compartir experiencias, dolores, alegrias...

Cerré mis ojos, apreté mis puños fuertemente. Dejé salir mi fuerte llanto y me arrodillé. Un suave tacto pasó por mi hombro izquierdo, y me susurró:

"Tu sueño, Carlos... No lo dejes, ¡no lo dejes!"

Abrí los ojos de golpe y miré detrás mío, no había nadie. Tal vez, ¿mi ángel de la guarda?

Me levanté y me sequé las lágrimas. Aquellas palabras me dieron fuerza. La lluvia me había mojado por completo, de pies a cabeza, pero no me importaba. Debía encontrarla.

De alguna manera, sentía que tenía que ir recto. Por una misma dirección. Como un trozo de hierro atraído por un imán.

Ahí estaba Alicia. Estaba contra un árbol, con las manos tapándose la cara, como si no quisiese mostrar su rostro al mundo. Estaba mojada, pero no tanto como yo, la gran copa del árbol la estaba refugiando de la lluvia un poco, y yo, que en ese momento estaba completamente mojado a causa del súbito temporal.

Se quitó las manos de su cara. Me miró mientras se secaba las lágrimas. Se acercó a mi, me agarró de las manos, y me pidió que cerrase los ojos, con una sonrisa claramente falsa y actuada, con sus ojos todavía acuosos. Le hice caso, y cerré los ojos.

Ya llevaba un buen rato con los ojos cerrados. No quise decir nada. Sentía como la lluvia viajaba por mi espalda, brazos y piernas, y el sonido de las hojas y la lluvia me calmaban.

"Abre los ojos." -me dijo, como si tuviese eco, la voz sonaba como si nos encontrásemos en un largo y gran túnel-

Los abrí. Ella no estaba. Miré alrededor nerviosamente, pero no se encontraba en ningún sitio. La lluvia había parado, dando lugar a un hermoso arcoíris que decoraba el cielo.

Corrí por el parque en busca de Alicia. Pero ni rastro. Me parecía todo muy raro. Estaba tan confundido que me costaba pensar, así que inconscientemente volví de camino a casa.

Vi el paraguas que tiré al salir de casa. La cogí, pero justo debajo una foto captó mi atención, estaba debajo del paraguas. La foto contenía la imagen de una chiquilla rubia, de unos 6 años, y un niño el cual su pelo le tapaba los ojos. Era yo, solía llevar aquella chaqueta negra de pequeño, y siempre tenía el flequillo que me cubría los ojos. Pero, aquella chica, era Alicia, estoy seguro, pero... no recuerdo tener memorias sobre esa foto, justo hoy conocí a Alicia. ¿Cómo era posible que esta foto existiese? ¿Y qué hacía allí?

Me guardé la foto en en bolsillo de mí pantalón, con las dudas en mí cabeza y volví escaleras arriba.

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⏰ Última actualización: Dec 29, 2019 ⏰

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