28/02/2010

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Siempre me pregunté para qué servía escribir un diario. O por qué hacerlo. Mirándolo de lejos parece un poco estúpido en realidad y hasta a mí me es difícil llegar a explicar por qué necesito esto; por qué necesito empezar a escribir algo; por qué escribir algo si mi intención no es que me lea alguien, si no, todo lo contrario, que estas palabras que escribo queden resguardadas en algún cajón de mi habitación. Además, como ya dije antes, es estúpido escribir. Cuanto más lo pienso, tengo más motivos para creer que es completamente inútil. Pero hay algo adentro de mí que me empuja a hacerlo: a agarrar con fuerza y furia la lapicera y escribir algo, sea lo que sea. 

 Soy una persona que en general odia los libros. Solo leo pocas cosas, porque considero que la gran mayoría de cosas que se escribe son estupideces, banalidades. Cosas que no aceptaría ni como regalo. Escritas por algún pajero para ganar admiración, respeto y,  depende de la época, tal vez dinero. Pero hay pocas cosas que están escritas de verdad. Para expresarse, para contar o simplemente para exponer alguna idea realmente importante.¿Para quién escribo yo, entonces? Para mí mismo. Porque necesito hablar con alguien y no tengo con quién. Las pocas veces que intenté compartir algo, intenté hablar con alguien, de las cosas que me gustan, de las cosas que me pasan o de alguna boludez, lo único que obtuve como respuesta fueron burlas y aislamiento. Muchas veces, estos pibes, me linchaban públicamente por no pensar igual que ellos, o por simplemente pensar en algo más importante que el jean cosiuco y el nuevo celular que me voy a comprar con la plata que me dio mi viejo; se burlaban de mí y animaban a los demás a burlarse. Me ponían apodos y me marginaban. Hacían reuniones a las que no me invitaban, y si lo hacían, era para burlarse de alguien cuando habían escabiado bastante. Era denigrante para mí, el solo echo de estar ahí parado, compartiendo espacio con esos hijos de puta, ebrios, con ganas de joderme.


Al principio, tenía ganas de que me aceptaran, de que me quisieran, de ser uno más del grupo. Tener amigos, gente con las que compartir cosas, todo eso. Es una idea que mis padres me habían metido a la fuerza, que uno tiene que tener amigos cuando es adolescente, salir, divertirse y demás. Pero me fui dando cuenta de que está podrido, que es una mentira que te meten en el cerebro. La gente no se quiere. Ni siquiera se querían entre ellos. Se hacían cosas horribles unos a otros, menos iban a quererme a mí que era un marginado y una mierda.

Cuando el año pasado terminaron las clases, decidí nunca más hablar con nadie. Yo no tenía buenos recuerdos de mis compañeros, como se supone que debería tener, solo tenía odio. Ganas de cagarlos a piñas hasta deformarles el cráneo.  Por eso decidí volver a empezar, en otra escuela. Esta vez, las cosas van a ser muy distintas: Me aislaría en mí mismo y le rompería la cara a golpes al primero que intentara hacerse el piola.

 Ya no pienso hacerle caso a ningún imbécil que venga a mí con las intenciones de hacerse el amistoso, ya no pienso darles la oportunidad de que se burlen de mí, de que me usen para divertirse haciéndose pajas mentales. Solamente pensar en eso me hace arder la sangre. Los típicos grupitos de idiotas, que se creen mucho. Todo eso es mierda.

Mañana tengo que empezar las clases, pero no me siento nada bien. Es tan horrible el hecho de que me obliguen a ir a un lugar a estar encerrado con gente que odio. Quisiera que las vacaciones duraran para siempre. Viéndolo en perspectiva fueron los mejores meses de mi vida: No hablé con ninguno de esos idiotas. Cerré mis cuentas en Facebook y en Messenger. Borré todo. Y me olvidé de ellos. Las tardes las pasé en casa escuchando Joy Division o a Rachmaninov. Leí bastante de Cioran y de Pizarnik. Vi algunos documentales interesantes. Y fui a caminar muchas veces a la reserva natural.

No entiendo por qué te obligan a ir a la escuela. Si sirviera de algo, bueno. Pero no sirve de una mierda. Los primeros días de clase son deprimentes. Odio cuando todos se hacen los importantes y empiezan a hablar a los gritos de como se pusieron en pedo y se metieron una berenjena en el ojete o cosas así. La verdad es un espectáculo repugnante.

Yo no pido mucho, solo quiero que me dejen en paz. Sé lo que tengo que hacer para pasar las materias, eso me va a ahorrar bastantes quilombos con mis viejos. Siempre se la pasan rompiendo las bolas con las notas. Como si fuera que la escuela sirve para algo más que para tenerte ahí encerrado.

Este año es mi ante-último de escuela. Se supone que yo ya tendría que saber qué quiero estudiar. Pero la verdad, no tengo ni puta idea. No entiendo como pretenden que yo sepa qué es lo que quiero hacer de mi vida sin haber vivido demasiado. Además no puedo pensar mucho en mi futuro. Ser adulto me parece absurdo y grotesco. Hay veces que pienso que no voy a vivir suficiente, que me voy a morir antes. Y otras veces pienso que lo mejor sería optar por un trabajo en una fábrica, donde nadie me rompa las bolas, solo dedicarme a la producción, ganar algún dinero y ser feliz el resto del tiempo. Sin estudiar, sin hacer nada más. Solo estar en la cama, escuchando algo de música o leyendo algún buen libro. La verdad es que yo no quiero hacer nada de mi vida.


A pesar de todo, soy feliz en mi soledad.  O al menos soy no triste. Que es lo más cerca que puedo estar de la felicidad verdadera. ¿Por qué no nos es permitido aislarnos en nosotros mismos? ¿Por qué necesito estas palabras? Cada vez que estoy por dejar de escribir, algo me empuja a seguir haciéndolo.

Cuando era mas chico creía que iba a ser un escritor. Pero después me di cuenta que hay mucha mierda. Está lleno de cosas como Harry Potter o Crepúsculo. Los tipos como Bukowski generalmente se mueren sin saber que alguien los leyó alguna vez. Eso le pasó  a Poe. Y a Baudelaire. Y a tantos otros. No, la literatura además no es lo mío. Una vez intenté escribir poesía pero no me salió muy bien. Pero me siento bien escribiendo. Tal vez siga haciéndolo. Contando mis cosas. Acabo de poner un disco de Chet Baker. Suena summertime. No quiero ir mañana a la escuela. Preferiría tener que morirme. Nada de lo que pueda llegar a escribir, en ese sentido, puede hacerme sentir mejor.




Cuaderno de tapas negrasWhere stories live. Discover now