Hoy fue el primer día de clases. La ceremonia de apertura del año duró una eternidad. Para empezar, todos los miembros de la parte directiva dieron largos discursos, muy llenos de palabras, que al final no servían para nada. Después el director subió a decir unas palabras. Nos contó antes de empezar a hablar un montón de chistes de mierda para que veamos lo gracioso y genial que es: un director que bromea; me daban ganas de vomitar ahí mismo. Después pasamos al salón. El lugar era igual de deprimente que el resto de los salones de clase que había pisado en mi vida. Los bancos todos escritos, las sillas completamente destruidas y ese hedor horrible que dejan los grupos de clase del turno mañana en los salones.
Tomé asiento en el fondo, en un banco en el que por suerte nadie intentó sentarse. Supongo que en parte se debe a que dio resultado haberme puesto una remera negra en la que escribí algunas palabras con pintura blanca. Es algo que se me ocurrió durante el verano: no solo basta con que sea mas agresivo y los mande a la puta que los parió. Hace falta que lo demuestre, que todo mi ser diga "vayanse a la mierda manga de putos". Tengo los brazos escritos con fibrón, la mayoría de mis remeras son negras y estan escritas de esta misma manera con frases que me gustaron o simplemente con palabras como "Odio" o "Muerte".
En seguida quedaron definidos los grupitos de imbéciles con una diarrea mental, y empezaron a vomitarse porquería a los gritos. Hubiera preferido poner mis pelotas en la boca de un doverman con rabia que escucharlos, pero lamentablemente en todas las escuelas te rompen bastante las pelotas si andas usando los auriculares en el salón. Había un grupo de populares, que se la pasaron hablando de las fiesta, de los boliches, de que si se cogieron a tal y a cual; contando con lujo de detalles lo muy sarpadamente muy piolas que son. Después había un grupo de pseudobohemios que estaban hinchando las pelotas con "ay zi heavy metal gordiiiih" "loz beatlez", etc. Todo lo que querían demostrar era que son gente sumamente culta, me alegro mucho, hay más neuronas en los pelos de mi culo. Había también un grupo de chicas, las putas del salón, que no paraban de hablar del novio nuevo, de que si lo engañaron, de que si lo dejaron y volvieron después, pura basura. Casi se me pudre el cerebro solo de respirar el mismo aire que ellas. Antes de que pudiera seguir sacando conclusiones entró la profesora de Lengua.
Nos dio una larga introducción a la materia y nos explicó que ibamos a empezar leyendo los clásicos de la literatura argentina y después pasaríamos a los clásicos de la literatura española. Nos nombró títulos que ya de antemano eran un bodrio. Algunos los había leído en el verano, así que me alegro de no tener que estudiar casi nada para esa materia. Después nos empezó a preguntar uno por uno si nos gustaba leer, qué leíamos y esa clase de mierda.
-Ignacio Martinez.- Dijo.
-Presente.- Respondí.
-¿Vos sos nuevo, no?
-Si.
-¿Te gusta leer?
-No.
-¿Que leyeron en tu anterior escuela el año pasado?
-Ni idea.
Y ahí pasó a otro alumno. En el fondo sé que seguramente pensará que estoy loco y soy un pelotudo, y tiene razón, pero es que simplemente no quería hablar. De qué serviría que le dijera qué habíamos leído, y contarle con lujos de detalles que me gusta Borges, Pizarnik, J.G Ballard, etc. De nada. No soy de la clase de gente que le gusta presumir de lo mucho que lee. Además los retrasados mentales del curso lo considerarían como algo estúpido. No quería darles material para que se burlasen de mí.El recreo me lo pasé en el baño, encendí varios cigarrillos porque empezaba a sentir un dolor pesado y febril atrás de los ojos. Parecía que la cabeza se me partía en pedazos. Cuando volví al salón de clases tuvimos Una hora más de lengua, después cambiamos de profesor, tocaba geografía. El profesor fue el único hasta ahora que me cayó bien. No se puso a hablar boludeces, ni tampoco se puso a preguntarnos nada. Simplemente anotó algunas cosas, nos hizo hacer un repaso de lo que habían visto el año pasado y después se limitó a empezar a desarrollar el primer tema. Me costó un poco poner atención porque el grupo de los cools no paraban de hablar a los gritos, y el guachiturro del grupo, un forro que se llama Johnatan, hasta se paró a bailar una cumbia gesticulando y demostrando lo guachiturro que era, como si quisiera ponerse un cartel de neón en la frente que dijera "soy un aborto de simio". Por supuesto todos le festejaron la graciosada riéndose como si les hubieran hecho cosquillas en el culo. Por eso y porque me empezó a doler cada vez más la cabeza.
Después vino el segundo recreo; otra vez al baño a fumar como un energúmeno. Una hora más de geografía y terminó el primer día. Por alguna razón que desconozco, gracias al cielo, nos retiramos temprano.
Cuando llegué a casa mi mamá se paró en el pasillo que viene a mi pieza y empezó a exigirme que le contara todo. No había mucho que contar y eso le dije, que la escuela era igual a todas las demás escuelas a las que había ido y no había nada diferente, ni mucho que contar. Ahí empezó a asfixiarme con preguntas y preguntas. Y yo, que venía con dolor de cabeza, le pedí humildemente que no me jodiera, que no me sentía bien. Y ahí mismo empezó a gritar. Me dijo que era un hijo de puta y como no era como el hijo de mengano que le cuenta todo a sus padres. Atrás de mi madre apareció mi padre para hacer de comentarista. Cada vez que mi mamá terminaba una cadena de puteadas, mi papá tiraba un par de puteadas más en aprobación. Esperé a que se descargaran sintiendo como me subía el dolor de cabeza hasta la nuca.
-¿Ya está?- Pregunté.
-Si.- Respondió mi mamá.
- Gracias- Le tiré, y me fui caminando a mi pieza.Pegué el portazo y puse la radio. Me saqué la remera y me acosté en cuero a escuchar música clásica hasta hace un rato. En la hora de la cena siguieron comparándome con el hijo de uno de sus amigos y cuestionándome por qué no podía ser un poco más como él.
No paro de preguntarme el sentido de todo esto. Ya ni siquiera se reduce a mis padres o a mis pelotudos compañeros, ni a la escuela en sí. Si no, a todo este quilombo de cosas que uno transita por la vida. ¿Con qué sentido? ¿Con qué objeto? Pareciera un caos donde nada reposa; una masa de aberraciones donde todo se mezcla: la escuela, el estrés, mis padres, las peleas, las obligaciones, etc. Más que enfurecido me siento perdido y cansado. Mañana tengo que ir al encierro nuevamente. Solo pensar en eso me hace doler la cabeza con fuerza.
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Cuaderno de tapas negras
Teen FictionIgnacio Martínez es un adolescente de dieciséis años. Tiene una relación llena de violencia con sus padres y lleva una vida solitaria rodeado de libros y música. En su soledad comienza a escribir un diario en el que expresará sus más profundos pensa...