"QUE MIRADA".

5 1 0
                                    

Queda apoyada con su mano derecha mientras levanta la izquierda y con su dedo índice me llama. Doy unos pasos hacia adelante, cierro la puerta y camino hipnotizado por su dulce mirada que llevaba también una mezcla de picardía.

Había dos lienzos, uno sobre el otro, acomodados torpemente en el suelo, pinceles de todos los estilos y una grabadora de CD que solemos usar en la cocina mientras preparamos alguna merienda cuando nos da hambre por "alguna extraña razón".

-¿Por qué tanto silencio? - pregunto con una impresión de que en lo dicho estaba un saludo muy grande. Sonrío y le tiendo la mano para que se levante.

- ¡Shhhh! – No tenía que decirme más, era como si le pudiera entender perfectamente; Silencio, ese día era de hablar con nuestras miradas y expresar con nuestro tacto, nuestras manos iban a ser nuestro segundo idioma. Estira su mano y en vez de levantarse me invita a sentarme. Hago caso y mientras voy descendiendo reparo su ropa y detallo todo su cuerpo. Su camisa de cuadros y líneas azules, la había visto con ella veces anteriores y me parecía hermosa. Pero, en aquella ocasión la vi más atractiva de lo normal. Los tres botones superiores estaban desabrochados dejando entre ver aquel color violeta del puente de sus brasieres y la línea casi cerrada que se formaba en su pecho por aquel par de atributos que poseía. Las mangas de la camisa las llevaba recogidas un poco más atrás de sus codos. Aquel arito en su oreja derecha (solo ahí), era algo muy curioso en ella, pero me encantaba que lo hiciera. Tenía también aquel pircing puesto en uno de los costados del dorso de su nariz, dándole un toque llamativo. Los tres lunares en su rostro, el primero cerca de sus labios que te dan esos deseos de besarla y no querer lastimarla, el segundo lunar un poco más arriba del anterior y bastante cerca de sus pómulos donde lo único que quieres es acariciarla con el dorso de las dos manos y, el tercer y "ultimo" lunar estaba ubicado más arriba, haciendo de su rostro una constelación de lunares y estrellas junto con sus leves pecas. Llevaba un Short que dejaba ver la delicadeza y suavidad de sus largas piernas; Optó por no llevar nada en ese par de hermosos pies, le gustaba sentirse descalza en ocasiones, pero lo que realmente le gusta es estar desnuda y sentirse libre al pintar o hacer alguna escultura. Sin sonreír sus labios se pronuncian siempre libres y está en ella esa sonrisa infinita que su alma posee.

Memorizo sus lunares más visibles, memorizo con detenimiento su cabello recogido junto con uno que otro mechón rebelde. Ya sentado totalmente y frente a ella suspiro liberando toda esa paz y calma que había generado en mí. Acaricia mi rostro un par de veces con dulzura y en un lapso de diez segundos va acercando sus labios a los míos. Cierro los ojos y solo siento la sutileza que su boca expide; tibios, suaves y húmedos son sus labios, revolucionan mis sentidos y encienden mi alma. Detrás de ella había algo, porque dejó de apoyarse con sus manos para erguirse un poco más mientras seguía sentada. Mueve sus brazos como si buscara algo y luego me percato de que no estaba equivocado. Tiende sus dos manos, en la derecha tenía mi libreta de escritos improvisados y en la izquierda un lápiz, la chica sabía que escribía mejor con madera y carbón. Los acepto y veo como se dibuja esa gran sonrisa en ella. No dice nada, se levanta tomando con ella la grabadora de CD. Empiezo a escribir:

"Que mirada... Su mirada, tan tierna y atractiva, desprendiéndose de los prejuicios"...

Llega a una de las paredes. Se inclina un poco para conectar el cable de la grabadora al enchufe. Enciende el aparato y se dirige a una habitación cercana. Regresa un minuto después pero con una colección de CDs. Abre en la grabadora el lector de CD e introduce uno de los discos, tenía la certeza de que ella había hecho una mezcla. Se empieza a leer el CD y reproduce como primera canción "Wind of change" de Scorpions, una canción bastante simbólica para mí. Vuelve dónde se hallaba sentada cuando llegué a casa y poniendo sus manos cerca de su rostro como una pequeña niña esperando que le leyeran un cuento antes de irse a dormir. Sabía qué era lo que estaba esperando y con un gesto que suele hacer con sus ojos al blanquearlos por no captar rápido sus indirectas me pide que le lea.

Tartamudeando en un principio, sonrío y me dispongo a leerle en voz alta:

*

Que mirada... Su mirada, tan tierna y atractiva, desprendiéndose de los prejuicios, liberándose de los lazos morales. Esa, aquella tu mirada, tan fuera de lo común. Como arte, como magia, como tú. Con la calma de tus ojos eres paz infinita y lujuria desbordada. Cuerpo de ángel pero alma indomable, borras con tu picardía todo pensamiento de benignidad; tu mirada... solo es una pequeña parte de todo lo que en las noches de silencio divago por ti y, son tus labios los que generan un sin control de mi ser por la manera en que los muerdes con esa furia pasional.

Son tus ojos, tus labios, tu cuerpo y tu alma lo que deseo a manera de dualidad.

*

Al terminar de leer la chica se acerca gateando hasta mí. Su rostro llega cerca de mi oído derecho, siento su respiración, el aire que entra y sale de su boca con sutileza. Mueve sus labios y rompe el silencio diciendo las siguientes palabras:

-Te amo putamente. – Tan despacio y tan llena de ese amor que emana de su cuerpo que hasta las groserías le quedaban preciosas.

Me pasa uno de los lienzos, un pincel y empezamos a destapar todas las pinturas. Empezamos a pintar cada uno en su lienzo, escuchando música de todo tipo, de su gusto, de mi gusto e incluso canciones que no conocíamos. Los pinceles iban y venían, en un vaivén tan precioso por la sutileza que ella tenía a la hora de pintar, en cambio yo era algo más brusco, totalmente lo opuesto a ella. Me detengo. Limpio mi pincel con un pequeño trapo húmedo y me fijo en la mujer que está frente a mí, me fijo en esa determinación que tiene y aquella mirada perdida en el lienzo, eso... Solo eso basta para enamorarme más de ella.

Terminamos las pinturas y nos disponemos a enseñar la obra de cada uno. Voy mostrando el mío y ella detalla con los ojos color rubí por los pequeños destellos de sol que llegaban a su rostro por unas rendijas. Mi obra era un árbol, algo que representaba algo que la chica me enseñó, donde un día mientras caminaba se detuvo a detallar un árbol con sus hojas, con pequeñas hormigas subiendo y bajando de este, un árbol que producía cierta nostalgia al detenerse a admirarlo, un árbol con unas cuantas cicatrices por algún enamorado que pensó que escribir algo en él sería una buena prueba de amor. Nunca vi tal árbol, pero hice de este algo a mi manera. Sonríe y lentamente va enseñando su obra, la cual era un atardecer, parecido a algo que ella vio un día que quiso salir a caminar para despejar la mente. Siento cierta sensación en mi pecho y sin percatarnos nuestros ojos están perdidos en el otro, no hay preguntas, no hay reproches, solo estamos, solo existimos... Los dos. 

"COLORES Y SABORES".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora