"Imaginación".

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Se acaba una de las tantas canciones que sonaban y empieza una en especial, una canción en italiano que a mi joven princesa de las mil noches le encanta, "vivimi" de Laura Pausini. Suelto mi lienzo y voy a saltos mientras me acerco a ella con aquel pincel, le pinto la mejilla izquierda y desvanece aquella hermosa sonrisa para dar paso a una mirada de declaración de guerra. Intenta llegar a mi rostro con su pincel pero evado su ataque. Es en vano porque es muy persistente y no pude evitar que me pintara con el amarillo de su pincel. Pinto su pierna y sus brazos de todos los colores posibles, ella también logra hacerlo conmigo e incluso la pintura llega a nuestro cabello. Suelto el pincel, tomo un frasco de pintura y lleno mi mano del líquido violeta. - ¡No, no, nooo! – Solo escucho cómo dice eso y veo sus ojos abrirse un poco más de lo normal porque no vio venir eso de mi parte.

-Shhh. – Sonrío levemente y le guiño el ojo. Siente mi picardía y deja de estar tensa. Relaja su cuerpo y no hace ningún movimiento. Llevo aquella mano que traía pintura con suavidad hasta su cuello. Cierra los ojos y separa un poco los labios al sentir aquel frío húmedo, al sentir la suavidad con la que pasa por sobre su piel, su gesto es a manera de placer por sentir el fresco líquido que calmaba un poco el calor que se pronunciaba por dónde mi mano iba pasando. Llego a su clavícula y paso con perspicacia la yema de mis dedos por esa parte que tanto me ha fascinado de ella, despacio y con cierta pasión voy dejando huellas en ella. Deslizo mi mano, bajando poco a poco, llegando al centro de su pecho y haciendo una línea en esa parte de su cuerpo, dejando atrás aquellos tres botones de su camisa mientras con la otra mano voy desabotonando uno por uno de los restantes que unían los extremos de la camisa. Retiro mis manos y la miro al rostro, viendo cómo muerde sus sensuales labios y percibo que está detallándome como si la lujuria y el amor estuvieran en una guerra interna en ella. Aquellos brasieres violeta se podían notar más y la forma perfecta de su pecho, haciendo una simetría difícil de no percibir. Veo esa afabilidad en su rostro y siento aquella humildad que la conforma y de la nada aparece en mi mente una pregunta que suelo tener respecto a ella constantemente. - ¿Cómo es posible que exista tanta belleza en una sola mujer? – No quise recibir una respuesta, no quise, no quería y tampoco la necesitaba, pero... Diré que tengo algo muy claro, y eso es que la humildad que posee no es común, que es una humildad que es respetuosa, amable pero que no se queda ahí y que busca constantemente no superar a los demás, si no superarse a ella misma. No entendía si mi libido aumentaba por su cuerpo un poco descubierto o por sus pequeñas grandes cualidades.

Su mirada se desvía por momentos, pero siempre vuelve a mí y hace esa pregunta que suele hacerme luego de fijarse y captar que mi vista está perdida en su rostro.

- ¿Qué?

-No quiero hablar. – Respondo a duras penas y me alejo y un poco porque estaba totalmente vulnerable ante ella y sentía que las palabras no me alcanzaban en lo más mínimo para expresarle lo que ella causaba en mí y lo muy enamorado que estoy de ella.

-No lo hagas. – No me forzaba a responder, no me obligaba a darle una razón, como si supiera o entendiera todo lo que sentía en ese momento, como si le gustara que la mirara así, como si supiera que la veía de buena manera... Sí, era así, entonces ella estaba en lo correcto. De repente se mueve para gatear hasta mi posición, tan cerca está que su rostro llega a centímetros del mío. Levanta su mano derecha y la pone sobre mis labios, haciendo también una línea de color rojo en ellos, tenía planeado el pintarme y no me había percatado. Acerca muy despacio su rostro y siento el tacto de sus labios en los míos. Se separa. Aquella línea roja ya no solo está en mí, sino también en ella, lo noté cuando la chica se separó de mí. Se vuelve a levantar y trae unos paños, nos limpiamos la boca pero dejamos el resto de pintura en nosotros.

Se ve tan tranquila, tan calmada y...

En un instante todo cambia. Se abalanza sobre mí y aprisiona mis hombros con sus manos. Caemos tendidos en el suelo, ella sobre mí. Siento calor, su deseo, su sed su lujuria y la pasión que recorría por todo su cuerpo. Le correspondo lleno y deseoso de saciarme de ella. El olor de la pintura se intensifica, pero no extravagantemente. Quito su camisa con agilidad y queda casi descubierta en su parte superior. Me acaricia los costados del abdomen con sus manos mientras estas están bajo mi buso. Cambiamos de posición, ahora estoy sobre ella, su cabello está rebelde y suelto por completo, sus pómulos colorados, su respiración agitada y sus ojos tenían ese llamado hipnotizante, un llamado el cuál anhelaba corresponder, con esa incandescencia placentera. Sentía como si ella supiera y tuviera claro que se sabía defender por cuenta propia, pero que de cierto modo a mi lado se sentía acompañada, resguardada y protegida. Seguro yo la veía a dos maneras, como dualidad de la dulzura y la fortaleza. Una vez más la grabadora termina de reproducir una canción pero sigue con una un tanto clásica que a la chica le gusta escuchar, suena "Closet to you" de Carpenters, recuerdo cuando me dijo que era de las que más le gustaba y que no tenía idea de por qué, solía responder así muchas veces y me encantaba que lo hiciera, me fascinaba esa manera en la que me daba a entender que no tenía que haber algo en especial en las cosas para que gustaran, que no siempre había que dar una razón específica para sentir algo parte de uno, ella percibía esos pequeños grandes detalles, Así... Así me pasó pero con ella, con su voz sencilla y normalmente expresándose, porque no pretendió mostrarme lo mejor de ella, incluso muchas veces aunque fuese algo indiferente yo me sentía y me siento parte de ella.

Nos miramos y reímos juntos por esa complicidad que tenemos. Me acuesto a su lado y hacemos el amor de muchas formas, de tantas que olvidamos nuestros cuerpos y nos sumergimos en nuestros ideales y debates. Le recito un poema. Luego, recuerdo lo que tenía planeado hacer según yo al llegar a casa. Respiro profundamente, pienso en no pensar, detallo sus manos con pintura. Está en total silencio y solo se escucha la grabadora sonando. El cuerpo me empieza a temblar. Suspiro y calmo mi cuerpo. – Cierra los ojos, por favor – los cierra lentamente como un movimiento de los trigales que se menean con la brisa. Solo siento su respiración. Saco de uno de mis bolsillos una caja, una pequeña pero bella caja negra adornada elegantemente. Sus ojos aún están cerrados y su cuerpo estático. Abro la cajita y tomo lo que hay en ella... Detallo el objeto y luego pienso en lo significativo que esto es para mí, le iba a entregar algo que aunque pudiera ser muy común iba a ser algo único en el mundo si ella era la que lo llevaba. El brillo de este es tan lindo que pienso en todo el amor que había ahí, en esa delgada pero hermosa cadena de plata con un dije de lobo que aullaba a la luna. Dispuesto a entregarle algo muy simbólico en mi vida. Al tener la cadena de un extremo junto con el dije en mi puño y colgando en mi mano izquierda empiezo a deslizarla por sus labios y ella sigue sin abrir los ojos. Deslizo la delgada cadena por su mentón para llegar al cuello con toda la delicadeza posible. Se mueve un poco al sentir cierto cosquilleo y se genera una leve sonrisa en su rostro. Paso por el centro de su pecho mientras muerdo mis labios con algo de furor por contener mis deseos. Llego a su abdomen y ahí me quedo haciendo círculos. La chica aprieta sus manos y también me percato de todo lo que ella se está conteniendo. Llevo mis labios a su abdomen, la beso con cariño y algo de malicia. Me siente y solo hace llevar su mano izquierda a mi cabeza, acaricia mi cabello y mientras tanto subo un poco más. Llego a su pecho. Siente mi respiración sobre ella y acto seguido traga algo de saliva por la sensación del momento. Subo a su cuello y me quedo ahí por unos instantes que más que eternos para mí fueron infinitos y gloriosos. Aquella cadena sigue andando por su abdomen y los costados de este. Quiero ser en totalidad de ella, vivir por mí y que ella viva por ella, y juntos estar codo a codo amando todo lo que conforma al otro, dejar huellas en el mundo y ser mejores personas cada día para nosotros y las personas que queremos. Abre los ojos y con sus manos lleva mi rostro al suyo, me besa... Me besa con esa manera tan de ella que entiendo que el cuerpo estorba. Me doy vuelta tras de ella y me dispongo a ponerle aquella cadena con el dije de lobo, acto seguido digo:

-Chica... sé mi esposa algún día, por favor.

-Lo soy... Lo soy en este momento.

No hay final, no hay un desenlace en este escrito, en esta historia, porque... No necesita final, porque se le puede dejar algo a la imaginación.

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⏰ Última actualización: Dec 13, 2019 ⏰

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