【𝐋𝐚 𝐥𝐥𝐨𝐫𝐨𝐧𝐚】 ►𝙍𝙪𝙨𝙢𝙚𝙭◄

[ Capítulo 11 ] : Desacuerdo

(...🇲🇽🇷🇺❓🇨🇱🇩🇪...🇦🇷...)

Tras unos minutos de travesía llegaron a el hotel. Donde la ONU daría las explicaciones sobre lo que se haría en esos días.

Sacaron el equipaje del vehículo y después Rusia dejó su coche al aparcacoches.  Se adentró en aquel lugar junto a México.

Al entrar, un trabajador de el establecimiento los atendió.

—Мистер Мексика, мы ждали вашего приезда. Если вы позволите мне свой багаж, я отведу его в вашу комнату. (Señor México, esperábamos su llegada. Si me permite su equipaje me encargaré de llevarlo a su habitación.)

México le miró sin saber que decía.

—Lo siento compa, no hablo taka taka.

Rusia le miró con gracia y ternura, simplemente le dió el equipaje a el trabajador; que se despidió educadamente y se retiró a hacer su cometido.

—¿Wey que haces? ¡Mi puto equipaje!

—Confía en mi, sé lo que hago.

El latino le miró alzándo una de sus cejas, como desconfiando.

—Debería darte unas clases de ruso... –afirmó con una mirada maquinativa–.

—Nelson, querido poste, es demasiado difícil...

Apartó la vista así tratando de desatender las coherentes razones que Rusia daba por las cuales aprender su idioma le sería útil.
Al hacerlo divisó a Alemania y a Chile, que hablaban tranquilamente entre ellos.

—¡Chilito!

Llamó la atención de el nombrado a la vez que comenzó a acercarse a él.
Cierto euroasiático suspiró divertido por el comportamiento de su amigo al ignorarle; fue tras él.

—¿Dónde está Argentina?

El chileno rió pensando en la respuesta.

—¿Me dices o te tengo que partir la madre? –Bromeó–.

—UK comenzó a pelarle y obvio él se dejó. Bueno, no se dejó, pero eso es lo que le gusta al profanador de cuna... –Añadió–.

—¿Neta?

El otro latino asintió con su cabeza.

—Y luego metichean de mí... –Reprochó–.

—¿De ti? –preguntó Rusia de forma curiosa–.

—Uy, ya la cagaste loco. –Mencionó burlón–.

—Sí, no es nada... –Intentó evadir el tema–. ¿Y que con la ONU?

—Ich denke es wird bald kommen –contestó Alemania de forma amable–.

Los latinos se quedaron mirándole de forma confundida.
Al no entender aquello Alemania miró a Rusia, el cual le devolvió una mirada para nada discreta. Ahí fue cuando el germano se percató de su error:

—Lo siento, digo que creo que vendrá pronto.

—Oh. –dijeron al unísono los países que no comprendían su idioma natal–.

Por un momento el amante de la cerveza olvidó que charlaba con hispanohablantes. El pobre país no estaba demasiado acostumbrado a hablar en ese idioma y a veces se despistaba.

Por encima del hombro de Chile, México divisó a su amigo previamente mencionado. El cual se les acercaba de forma desinteresada y tranquila.

—¡Wey! ¿Volviste?