Capítulo I

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Dejé de un lado la computadora que estaba en mi regazo, tratando con todas mis fuerzas no maldecir al tiempo por interrumpir mi trabajo. La lluvia cae sobre el techo como palomitas de maíz contra una hoja de cristal, y era totalmente fatigante escucharlo. Al mismo tiempo en que trataba de descubrir por qué Jackson huiría de casa (si no es que alguien se lo llevó contra su voluntad), intentaba fallidamente ignorar la gotera que estaba a pasos de mi cama y el ruido que hacían los automóviles al pasar por algún charco de la calle.

Hoseok me mataría si mañana no llevaba siquiera un capítulo corregido. Debía de leer cada párrafo por lo menos unas cuatro veces para encontrar las fallas ortográficas a las que debo de corregir. El tiempo no me estaba ayudando ni un poco.

Observé por la ventana, apreciando las gotas resbalar por ésta y las luces de la ciudad. Bonitas, pensé, pero tampoco hacen algo por tranquilizarme ahora mismo.

Por lo que, con pura desesperación, tomé de mi rostro las gafas que usaba y las dejé junto con el computador que tenía el documento al que Hoseok llamaba "mi debút".

Llevaba dos años trabajando para una editorial de libros, y estoy orgulloso por el camino por el cual estoy andando. Yo lo escogí, así que debía acoplarme a vivir con mi nariz pegada a letras.

No era fácil ser corrector, totalmente no. Tal vez uno diría que sólo es leer, cambiar y entregar; sin embargo estaba muy lejos de ser así de simple.

Además de que no es por puro placer (ya que no tomamos solamente las obras que se nos dé la gana leer), tenemos que mantener siempre en mente que "aquí hay algo erróneo, y lo tengo que encontrar". Buscamos la falta y sobra de comas y puntos, los tildes que no se han puesto, los dobles espacios (malditos sean) entre demasiadas cosas, la lista no acaba aquí.

Amaba eso, pero en ocasiones uno puede llegarse a cansar.

Y mientras que yo moría mentalmente por el aburrimiento, mi móvil reprodujo una característica música.

No quiero responder, no quiero responder, no quie-

-¿Hola?

-¿Con quién tengo el gusto?

Tal vez él no pueda reconocer mi voz, pues usualmente era muy brillante y ahora mismo me cargaba un humor demasiado negro como para poder ser el chico risueño que suelo.

-Taehyung.

-¿Por qué hablas con tan pocas ganas? ¿Quién se murió? -Hoseok no sabe que ese tipo de bromas ya no me son graciosas.

-Mis ganas de seguir leyendo tu aburrida novela.

-¡No digas eso! -chilla el rubio. Teñido, no lo sé, le conozco hace poco más de un mes. No me interesa-. Vas a destruir mi confianza de acero...

-No me hagas caso -le digo luego de largos minutos en lo que únicamente se escuchaba la lluvia. Era agotador tanto silencio incomodo-. Sólo ando muy cansado, y no he terminado con tu primer capítulo. ¿En qué piensas cuando escribes? Sueltas cinco mil palabras para decir que un chico es tal y tal.

-Es la magia de la especificación -no lo veo, pero puedo sentir a través de la línea su perfecta molesta sonrisa-. Ah, sí, te llamaba porque el jefe quiere vernos a todos ahora. Quiere dar los siguientes pasos para la publicación de La gracia de llamarse Jackson -espeta el título de su novela como si de una obra maestra que va a curar a todos de su aburrimiento se tratase-. Y Namjoon dice que debemos ir sí o sí.

-Son las ocho de la noche -me quejo. Namjoon es el editor, ¿pero para dar órdenes de asistir sin falta cuando el horario laboral ya ha culminado?-. ¿Tú crees que tengo tiempo para ir a la reunión y terminar de leer lo que queda de este capítulo? No lo sabes hyung, pero yo amo dormir temprano.

Entre letras y humo ❅ ⁽ᵏˑᵛ⁾Where stories live. Discover now