Los labios que se posan sobre los suyos son suaves, y las manos que sostienen su rostro acunandolo le brindan caricias amorosas.
El corazón le duele por el amor no correspondido, está harto del sentimiento de abandono, traición, celos y lujuria contenida.
Cuando sus ojos se abren limpios de lágrimas, los de Damián le miran con preocupación y un cariño casi palpable.
Intenta alejarse de su toque, aquel beso fue solo por un momento de debilidad, aún está demasiado expuesto y su orgullo destrozado no soporta más burlas.
Ceñudo contronta los ojos verdes del menor buscando una explicación.
-Déjame ocupar su lugar- le pide vehemente Damián con una voz tan frágil que no parece la suya, le toma la mano, listo para perseguirlo si decide escapar, en medio del bosque donde están sus palabras suenan con fuerza, no se escuchan ni los autos en la carretera cercana.
Jason está demasiado confuso para pronunciar palabras le mira extrañado sin comprender y el menor afianza su agarre.
-Se lo que quieres, deseas a mi padre pero tu y yo sabemos que nunca se fijará en ti, esta enamorado de Kent, nunca te verá más allá de un hijo- le repite con dureza
-¡Callate!, ¿tu crees que no lo sé?- le reprocha Jason gritando soltándose de su mano hecho una furia, estallando en cólera y sentimientos frustrados que nunca serán dirigidos a su destinatario - ¡Yo no pedí enamorarme de él!, ¡no quiero seguir sintiéndome así!-
Damián calla, le mira con seriedad y su figura idéntica a la de Bruce resulta casi dolorosa de ver.
-Yo te amaré en su lugar- dice decidido, a la luz del sol que clarea a sus espaldas no hay duda ni indecisión. -Olvídate de él, no quiero escucharte decir su nombre, de ahora en adelante solo pronuncia el mío- le dice dando un salto para romper la distancia entre ellos, tomándolo firme de la camisa y bajandolo hasta su altura con un movimiento casi brusco.
-Jason, yo estoy enamorado de ti-le confiesa mirando el desconcierto del mayor, su sonrisa es la de un depredador, ahora que su presa está confundida y a su alcance no va a dejarlo ir.
-¿Luzco como él? - le pregunta sin atisbo de remordimiento -Puedes fingir que lo soy-le susurra pecaminosamente buscando su boca de nueva cuenta para besarlo hambriento.
Hay un torrente de pensamientos confusos que se tropiezan uno contra otro, el mayor se resiste incrédulo, pero el menor de puntillas le jala de la ropa para continuar con aquel beso que parece más una lucha.
Con pasos erráticos, chocan contra el capó del batimovil y se apoyan en él. Las manos de Robin le recorren la espalda con caricias presurosas e inexpertas, con el ánimo de cualquier adolescente por conocer el cuerpo del ser amado.
Los labios que ejercen su férrea presión se separan apenas unos centímetros para mirarse en busca de reacción.
Jason tartamudea, en busca de las palabras que el aliento de Damián le ha robado, por primera vez en su vida no tiene ningún pensamiento sagaz ni mordaz y la sonrisa del menor se ensancha cuando le da pequeños besos sobre sus labios mojados.
-No tienes que decir nada- susurra el quinceañero sobre su boca dando tentativos besos, cada vez más suaves, chupando el labio inferior y suspirando cuando la boca ajena se abre para él aceptando la caricia.
Damián tiembla entre sus brazos en emoción contenida, se encuentra sin saber a dónde dirigir sus manos en la premura del contacto, como si estuviera temeroso de su súbito rechazo.