El Orgullo

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¿Sabes que significa orgullo? ¿Tienes alguna idea de lo que quiere decir esa palabra?

El orgullo. Es ese sentimiento que nos hace sentir como superhéroes invencibles, pero que también puede ser nuestro peor enemigo.

El orgullo es ese sentimiento de satisfacción personal por nuestros logros, habilidades o cualidades. No es malo sentirnos bien por nuestras habilidades o logros, pero el problema surge cuando el orgullo se convierte en arrogancia y nos hace pensar que somos mejores que los demás.

En Proverbios 16:18, la Biblia nos advierte: "El orgullo precede a la destrucción; la arrogancia, a la caída." Así que, básicamente, el orgullo es como una banana en la carretera de la vida: si no tienes cuidado, puedes resbalarte y caer.

Imaginemos por un momento que el orgullo es como un superhéroe. Pero, a diferencia de Superman o Batman, este superhéroe tiene un gran defecto: no puede pedir ayuda. ¿Te imaginas a un superhéroe que nunca puede pedir ayuda? Sería un desastre. Estaría atrapado en un edificio en llamas diciendo: "No necesito ayuda, yo puedo solo."

El orgullo puede hacernos actuar así en la vida real. Nos hace creer que no necesitamos a nadie y que podemos hacerlo todo por nuestra cuenta. Pero, la realidad es que todos necesitamos ayuda de vez en cuando, y no hay nada de malo en reconocerlo.

El orgullo puede hacernos olvidar que todo lo que tenemos y somos viene de Dios. Pensamos que somos los autores de nuestro propio éxito, cuando en realidad, es Dios quien nos da la fuerza y las oportunidades.

El orgullo puede aparecer en muchas formas en nuestra vida diaria:

En la escuela: Puede ser fácil pensar que somos los más inteligentes de la clase y menospreciar a los demás. Pero la verdadera inteligencia incluye la humildad y la disposición a aprender de los demás.

En los deportes: Ganar es genial, pero el orgullo puede hacer que nos volvamos malos ganadores, haciendo sentir mal a los demás.

En la iglesia: A veces, podemos sentirnos más espirituales que otros y juzgar a aquellos que no parecen estar tan comprometidos. Pero, la verdadera espiritualidad es humilde y servicial.

La humildad es reconocer nuestras limitaciones y depender de Dios y de los demás. En Filipenses 2:3-4, se nos dice: "No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás."

La humildad nos permite ver nuestras debilidades y aceptar la ayuda de los demás. Nos recuerda que no somos superhéroes solitarios, sino parte de un equipo.

El orgullo puede ser como un villano disfrazado de superhéroe, haciéndonos creer que no necesitamos a nadie y que podemos hacerlo todo por nuestra cuenta. Pero la realidad es que todos necesitamos ayuda y que Dios nos ha dado una comunidad para apoyarnos.

La próxima vez que sientas que el orgullo está tomando el control, recuerda que la verdadera fuerza viene de reconocer nuestras limitaciones y depender de Dios y de los demás. Y quién sabe, tal vez en el proceso, descubras que ser humilde no solo te hace más fuerte, sino también más feliz y conectado con los que te rodean.

Por ser orgulloso perdí ciertas cosas en la vida y me fue mal, dije que no necesitaba a Dios aunque por dentro si lo necesitaba, hasta que de malas aprendí que no se debe ser orgulloso simplemente vives infeliz, no pienses que por pedir ayuda o decir lo que sientes o pedir perdón es signo de debilidad y tienes que ser orgulloso no es así.

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