Capítulo 8: Del cielo a Verne

1K 191 45
                                    

—Sigo pensando que Alexis puede ser la chica—mencionó bajo Nicolás mirando a la chica desde lejos. Verne volteó a verla y negó.

—No tiene sentido—dijo regresando la mirada a Nicolás—. Ni siquiera me habla.

—Primera razón de hacerlo—comentó—. Por algo te deja notas y regalos, le da miedo hablarte.

Verne frunció el ceño y sacó su libreta, Nicolás miró atento lo que estaba haciendo, cosa que incomodó un poco al chico.

— ¿Por qué me miras fijamente?

—Quería saber qué tan caído de la mata eres; si eres de los que aunque se te queden viendo a cada rato, no te das ni cuenta—rió, Nathalia quitó la mirada de su libro y los miró—. Hola Nath—le sonrió, Nathalia le devolvió la sonrisa y luego negó al verlos.

Lo malo de ser la compañera de puesto de Verne, era escuchar las locuras que ambos decían cada mañana.

—Mírala, está ahí con sus amigas creyendo que tú no sabes que es tu amiga secreta—dijo Nicolás hablando de Alexis—. Al menos es linda, cabello largo y oscuro, justo como la chica que vi en el estudio ayer. Punto extra, trabaja en la misma calle, puede llevarte los regalos sin dificultad.

Verne iba a seguir comentando cuando Mario y Emily, dos de sus compañeros de clase, llegaron a su puesto.

—Estamos buscando un chico que nos ayude con la voz de nuestra tarea de animación—dijo Emily mirando fijo a Verne. Y como tú eres el chico de la radio, pensamos que serías nuestra mejor opción.

—Paguen primero—dijo Nicolás—. Yo soy su representante—Mario hizo una mueca y miró a su mejor amiga.

—Oye no, aquí todos somos pobres—respondió—. Lo máximo que puedo darte es un chocolate, del blanco porque sé que te gustan.

Verne sonrió y consideró la oferta que le estaba dando la chica. Nicolás negó y los alejó con la excusa de que el profesor llegaría pronto y lo iban a pensar.

—No lo vamos a pensar—dijo Verne.

—Menos mal que lo sabes—sonrió su mejor amigo para luego irse a su puesto.

~•~

—Entonces creí que sería buena idea decirle que me gustaba—comentó Simón, la primera llamada esa noche—, pero me dijo que no le gustaban los chicos—suspiró—. Me duele porque creí que él también gustaba de mí y me siento un tonto ahora.

—Si no te corresponde entonces no es el chico indicado—dijo Verne—. Sabrás que lo es porque no dudarás y te sentirás cómodo siempre. Hay muchos hombres en la ciudad, pero lo esencial es primero estar listo para conocerlos.

—Vaya Verne, ese en un buen consejo—dijo—. Siento que me entiendes.

—Entiendo lo que es sentirse rechazado por la persona que te gusta—respondió—. Quizás es momento de que te des tu propio tiempo.

—Sí—suspiró el chico—. Es una buena forma de saber qué es lo que quiero.

El chico se despidió de la audiencia y Verne presionó el botón para atender la próxima llamada.

—Hola hola, aquí Verne, ¿quién allá?

—Te mentí Verne—mencionó Julie, él la reconoció al instante—. No he podido hablar con el chico que me gusta—suspiró—. Es muy difícil; lo veo y no sé qué hacer, me tiemblan las piernas, se me acelera el corazón, siento que haré o diré alguna tontería y quedaré expuesta ante él. No quiero que piense que soy una tonta.

A 12 regalos para NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora