HARPER
"Si te dan miedo los monstruos,
espera a ver una persona con
dos caras."DAVID SANT
«Inhala. Exhala». «Inhala. Exhala». «Inhala. Exhala».
Me concentré en los rítmicos latidos de mi corazón, el sudor me perlaba la piel y mi respiración eran apenas jadeos y todo mi cuerpo fuera un coro de músculos doloridos.
Estaba desentrenada, muy desentrenada.
Corríamos alrededor de la pista de atletismo, terminando de calentar para la clase de Educación Física. Ignoré las conversaciones del resto de compañeros a mi alrededor y me concentré en mantener la respiración para no desfondarme. Dash, como de costumbre, había logrado escaquearse mientras yo sudaba la gota gorda, aunque había ocho grados en el ambiente.
Mantuve la mirada al frente cuando por el rabillo del ojo vi cómo aminoró la carrera hasta ponerse a mi altura.
«No lo mires, no lo mires, no lo mires», me repetí una y otra vez.
Tenía que continuar manteniéndome firme para seguir con mi propósito de que nadie se enterara de que me moría por besarlo cada vez que lo miraba. Aunque, había estado raro el último par de días.
Estaba acostumbrada a que hiciera ese tipo de cosas, pero me molestaban sus repentinos cambios de actitud, como si de repente hiciera algo mal de lo que ni siquiera era consciente. Debía darse cuenta de que era una persona con sentimientos y que su indiferencia a veces me hacía daño. Vale, me jodía una barbaridad, pero jamás lo admitiría en voz alta, mucho menos para su ego.
Además, ni siquiera había tenido la oportunidad de hablar con él sobre el asuntillo de que se había colado en mi maldita habitación como el puñetero acosador que era; había ignorado muchas cosas, pero esa pasaba de castaño oscuro.
Había conseguido que ni siquiera me sintiera segura en mi propia casa, y dados mis antecedentes empezaría a clavar las ventanas.
Aceleré, pero como de costumbre, no se rindió cuando me alcanzó a la vez que soltaba una lánguida carcajada sin aliento.
—Oye, eso de ignorarme se te da muy bien, Nachtigall —comentó sin aliento.
Intenté reírme, pero apenas pude soltar un débil quejido: no podía respirar. Me mordí el labio inferior y abrí la zancada, intentando dejarlo atrás, pero Carson volvió a alcanzarme en cuestión de segundos.
Ladeé la cabeza hacia él y ahí cometí el error de mirarlo: un grave error.
¿Por qué tenía que ser tan malditamente sexi?
La camiseta negra de manga corta se le pegaba a los fuertes músculos del pecho y los brazos. Tragué saliva con dureza cuando percibí como se le marcaban las venas de los bíceps, los antebrazos y el dorso de las manos; siempre me habían encantado que los chicos fueran marcados. Los oscuros mechones de cabello le caían por la frente de forma descuidada, pero natural y salvaje, y qué decir de sus mejillas sonrosadas, acentuando sus pequitas de niño inocente... Me encantaban sus pecas...
«¡Deja de pensar esas tonterías, Harper!».
«Es un pirado acosador, maldita sea».
Supuestamente, tenía entendido que los alumnos que hacían algún deporte estaban exentos de las clases de Educación Física, y por lo poco que sabía, Carson además de ser un excelente rompedor de crismas en Esgrima, también era el capitán del equipo de fútbol.

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PERVERSAS MENTIRAS [HIJOS DE LA IRA I] | Nueva Versión
Novela JuvenilEL AMOR ES UNA GRAVE ENFERMEDAD MENTAL La Bailarina Siempre he intentado ser perfecta. La hija perfecta. La hermana perfecta. La estudiante perfecta... Siempre he intentado ocultar mis errores tras una capa...