Juego

5.8K 414 343
                                    

Advertencia: Este capítulo tiene algunos momentos subidos de tono pero nada de R18.

.

.

.

Ya no podía más con este juego.

No podía soportar un minuto más sin el cuerpo de Lucas pegado al mío.

Todo por la culpa de este estúpido juego.

Estaba en mi jardín con Lilly a mi lado. Podía sentir su mirada preocupada.

—Princesa, ¿hay algún problema? —Colocó su mano en mi hombro.

Ay, mi querida Lilly.

No me gusta preocuparla pero tampoco podía hablar de lo que me estaba molestando. De solo pensarlo mis mejillas ardían ante la vergüenza.

—No es nada Lilly, —Tomé la taza de té y le dí un sorbo— solo unos problemas con un proyecto que estoy llevando a cabo.

—¡Oh! —Me miró sorprendida— Así que está comenzando otro proyecto para la Torre Negra...—Me dio una gran sonrisa— La princesa cada día me sorprende más.

¡No me miren mal!

No es mentira que estoy llevando a cabo un nuevo proyecto pero eso no era lo que me tenía con esta mala cara de todos los días. Es más, el proyecto está dándome buenos resultados y no tengo ningún problema.

El único problema era ese bastardo que jugaba con mi paciencia.

No había momento en que recordara las torturas que he pasado por culpa de Lucas.

...

—Athanasia —Mi nombre en su boca me maravillaba más que cualquier otra cosa.

Todo su cuerpo estaba recargado encima del mío. No había manera de que pudiera separarme de él... Y aún si hubiera una manera, seguramente no hubiera hecho nada para poder quitármelo de encima.

Lo que menos quería es que se alejara de mí.

—Athanasia, mírame.

No pude negarme.

No puedo negarme a él.

Levante la mirada para observar fijamente esas joyas rojizas que brillaban en su rostro.

¿Qué si me daba vergüenza?

¡Por supuesto que me estaba dando vergüenza! Pero no quería perder. Si desviaba la mirada, Lucas sabría que era débil ante la suya.

Llevó su mano a mi mejilla y la acarició suavemente. No pude evitar temblar ante su toque.

Más, tócame más.

Sus ojos estaban entrecerrados debido a la diversión que él sentía ante mis temblores y la sonrisa en su rostro me molestaba tanto como a la vez me encantaba.

¿Qué me hiciste, Lucas?

Dio un paso más, yo ya no podía dar otro paso hacia atrás. La pared me lo impedía y el cuerpo de Lucas solo me hacía quedar aún más apretada de lo que ya estaba.

Nuestros días | PEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora