Una camisa y un listón

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El joven Mago caminaba por los pasillos del palacio esmeralda con pasos firmes y apresurados. Sabía que ya no podía pasearse así de tranquilo por estos lares debido a la estricta prohibición de hombres en el palacio esmeralda pero la necesidad de desahogarse con alguien era muy fuerte.

Por supuesto, iría a contar sus problemas a la única hija del emperador.

Athanasia.

Ella era una de las culpables de su molestia. El bastardo de Claude no lo dejaba ni un segundo en paz y todo porque pasaba tiempo de calidad con Athanasia.

Ese hombre era todo un padre idiota y enamorado de su hija. De verdad que no podía creer lo celoso que podía llegar a ser Claude. El trabajo que le daba era demasiado y las fechas de entregas eran demasiado estrictas. No tenía tiempo ni para respirar.

Dejó escapar un sonoro suspiro al recordar cuando la mala actitud de Claude hacia él, se había puesto más intensa y molesta.

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Tenía que entregar urgentemente trabajos a la Torre Negra. Trabajos que estaban casi en su fecha límite. Lucas solía decir que esto no era culpa suya, sino que toda la culpa recaía en Athanasia, que según él, ella era quien lo distraía de su trabajo.

Claramente era una mentira. Era él quien solía ir a visitar a Athanasia a pesar del pesado trabajo.

Pero claro, su gran orgullo no le permitiría aceptar la verdad.

–¡Lucas! –La voz de Athanasia lo detuvo.

Se dio la vuelta y vio correr a la princesa para poder llegar a su lado.

–No corras idiota, te caerás –La regañó con su habitual sonrisa burlona.

–¿Por qué siempre dices lo mismo? –Dijo ella con un puchero.

–Solo digo la verdad, siempre terminas con la cara pegada al suelo –Le dio un golpecito en la frente con el dedo– Y bien, ¿para qué me llamabas?

–¿Eh? –Athanasia inclinó su cabeza a un lado sin quitar su mirada de Lucas– ¿Necesitaba una razón para llamarte?

Solo bastaron esas palabras para hacer estallar el rostro de Lucas de rojo.

–T-tú... idiota, ¿te das cuenta de lo que dices? –Intentó por todos los medios ocultar su sonrojo.

–Oooh... No, no comprendo a que te refieres –Dijo Athanasia con una gran sonrisa.

Por supuesto que ella sabía el significado de sus propias palabras.

–¿Tú... no estás siempre a esta hora tomando el té con tu padre? –Preguntó Lucas intentando cambiar de tema.

–Sí, estoy caminando con mi papá ahora por el jardín.

–¿Eh?... ¿"estás"? –Enseguida observó por encima de Athanasia y ahí lo vio.

Claude lo fulminaba con la mirada, claramente molesto con él. A su lado, Félix intentaba callar su propia risa.

¡Maldición, esta idiota vino corriendo hacia mí, dejando atrás a Claude!

¡¿Es que quieres que me maten!?

Sin ser consciente del demonio que se encontraba a su espalda, Athanasia siguió sonriendo sin apartar la mirada de él.

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Nuestros días | PEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora