Día 5: Entre mariposas y aretes.

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Cuando Kanao despertó, un extraño sentimiento lleno su cuerpo.

Al llevar sus manos hacia sus ojos, pudo notar por la humedad que estaba llorando.

Tenía aquella noción lejana de haber soñado algo de nuevo. Era ese sueño que se repetía constantemente en su cabeza al dormir y al despertar, se esfumaba rápidamente, sin dejar siquiera un rastro o una pista sobre lo que era. Solo el peso que oprimía su pecho le indicaba que el sueño tal vez era triste. Y decía tal vez, porque algo más le decía que no era solo eso, que había más que tristeza en ello.

Y una vez más, Kanao no lo comprendía.

Así que se quedó en su cama por unos cinco minutos más y cerró los ojos para fingir estar muerta de una manera que no hiriese a nadie que le importara.

...

¿Por qué siempre era lo mismo?

No era que el sueño fuese el mismo, eso lo sabía puramente por instinto. Era el sentimiento.

El maldito sentimiento que ni siquiera podía entender.

...

Cinco minutos era demasiado poco para entender el tumulto en su cabeza. Se levantó y vistió con lentitud para ir a trabajar.

Las calles eran las mismas, una multitud de personas que caminaban monótonamente siguiendo la misma rutina de siempre.

Aunque Kanao nunca fue la excepción a esta silenciosa regla de todos los días, hoy sucedió.

Alguien agarró su mano con un poco de desesperación y cuando ella se volteó entre sorprendida y lista para darle una patada a quién la hubiese agarrado así, sus morados ojos se ampliaron y su boca formó una perfecta "o".


Inconscientemente, supo que estaba aquí de nuevo.

Ese sentimiento que la había llenado en la mañana, junto con una adrenalina digna de estar corriendo en una maratón, acelerando su corazón y sus pensamientos en el momento en que miraba al chico enfrente suyo, con su cabello rojizo y ojos del mismo color, una cicatriz en la frente y una expresión como si él mismo estuviese confundido con sus acciones.

⎯ Disculpa, ¿Cómo te llamas?

El chico la miró y aunque ella usualmente no haría decisiones sin una moneda, algo dentro de su corazón se revolvió con emoción y... ¿Nostalgia?

⎯ Kanao Tsuyuri.

Qué raro. Si esta era la primera vez que se veían.

⎯ Soy Kamado Tanjirou.

Por alguna razón aquellos rojizos ojos gentiles se le hicieron sumamente familiares, como una mariposa en su camino, como la esquina de la calle por la que pasaba en su día a día, como si el chico fuera parte de la comodidad que sentía en su casa, como si fuese sumamente natural el incluirlo ahí.

Kanao no lo entendía y antes de que ella pudiese hablar, él preguntó.

⎯ ¿Nos conocemos de algún lado?

Ella quería hacer la misma pregunta. La calidez que sostenía su brazo la recorría en forma de electricidad y los aretes que él tenía en sus orejas se le hacían preciosos e importantes en su mente. El chico observaba su broche de mariposa de la misma forma y aquello hizo que Kanao respondiese de una forma en la que usualmente no haría.

⎯ No nos conocemos. ⎯Sonrió.⎯ Pero podemos empezar a hacerlo.

Las mejillas del chico se sonrojaron y antes de que ella pudiese darse cuenta del peso de sus palabras o sentir vergüenza por ellas, el chico, Tanjirou, envolvió sus brazos alrededor de ella.

Era una sensación abrumadoramente reconfortante.

Y por alguna razón, su corazón susurró que no importaba cuantas veces se perdieran en el mundo, porque entre mariposas y aretes se encontrarían de nuevo.


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Entre mariposas y aretes | TanjiKana Week |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora