Cubo rubik
12:45 pm
Al pequeño Drew Osbone no le gustaron los dibujos en las paredes desde el primer segundo en que los vio. Los peces pintados con grandes sonrisas y ojos enormes le parecían un intento bastante malo de volver esa fría sala de espera en un sitio más cálido y agradable. Asi que el niño no podía ver ese como un lugar cómodo, ni esos dibujos como cosas bonitas.
Los dibujos de su mamá eran mucho más hermosos.
Y hablando de ella, la había visto temblar. Lo recordaba, lo hacía a la perfección. Parecía que, con el tiempo, el recuerdo se hacía más y más fuerte. Volteó a verla, estaba sentada a su lado, junto a su papá. Ninguno hablaba, y eso lo estaba poniendo un tanto nervioso.
Drew era pequeño, con a penas ocho años, claro que a todos les decía que tenía nueve porque odiaba admitir que en realidad era más pequeño que su hermana mayor. A pesar de su corta edad, entendía cosas que ciertos chicos no. Por ejemplo, sabía que ese silencio por parte de sus padres significaba más que verlos callados. Recordaba muchos silencios así, y ninguno de ellos fue bueno.
Esa vez, sabía que se trataba del peor silencio hasta el momento. Así que movió su cubo rubik hasta poner cada color en su lugar y suspiró. Recordaba tanto que dolía, quizá por eso su mamá seguía temblando y su papá estaba tan callado ¿Ellos podían sentir su dolor?
-Mamá, papá -los llamó, con sus ojos pálidos fijos en el cubo rubik -. ¿Estamos aquí porque soy raro?
-¿Qué? -Derek Osbone observó a su hijo, disgustado ante la tristeza en su inocente voz -. Drew, ¿qué quieres decir con...?
-Fue lo que dijo el doctor -lo interrumpió el niño -. Él dijo que soy un caso raro porque no puedo olvidar. Que mis memorias no se borran, y que se quedan grabadas en la corteza frontal de mi cerebro. Dijo eso, con esas exactas palabras, y que solo habían sesenta casos de Hipermnesia, que es lo que tengo...Bueno, sesenta y uno, ahora que yo también soy un caso raro.
Los padres del niño ya no podían sorprenderse por todo lo que el cerebro de Drew era capaz de retener. Cada palabra, cada detalle, se quedaba grabado en su mente por más tiempo del que era normal. No tenía memoria a corto plazo, eso no existía en el cerebro del pequeño. Al menos, eso les había advertido el último doctor que lo examinó. Ya conocían la condición de su hijo, por eso no los tomó desprevenidos...
Pero eso no significó que no se alarmaron ante sus palabras.
-¿Por eso estamos aquí? -preguntó él, una vez más -. ¿Van a deshacerse de mí porque soy un caso raro?
-¡¿Qué?! ¡No! -Lilian se espantó al instante al escucharlo decir eso. No tardó en colocarse en cuclillas frente a él, tomó su rostro entre sus manos y limpió unas pequeñas lágrimas que se escaparon de los ojos de su hijo sin permiso -. Mi amor, tu papá y yo jamás en la vida podríamos deshacernos de ti ¡Nunca! No vuelvas a decir eso, ¿si?
-D, mamá y yo te amamos a ti, no a tus recuerdos -le dijo su padre, colocándose al lado de su esposa-. No nos importa si un doctor cree que eres una "caso raro", ¡deja que lo crea! Para nosotros sigues siendo nuestro Drew.
-Ese niño tierno que jamás dejaremos de amar -completó su madre, acariciando la mejilla del pequeño.
-Entonces...-habló Drew -. ¿Qué hacemos aquí?
Lilian y Derek soltaron un suspiro casi al mismo tiempo, cosa que no le gustó en lo absoluto a su hijo. Los miró a ambos, notó que no se veían tan alegres como normalmente lo estaban, y sabía que eso era su culpa. Se sintió mal, responsable de algo que era mucho más grande que sí mismo. No quería ser una carga para las personas que más amaba, pero al mismo tiempo quería refugiarse en los brazos de sus padres y dejar que ellos tomaran todo lo que pesaba en su cabeza, para así poder descansar.

ESTÁS LEYENDO
Extras P.E
Teen Fiction"Siempre habrá flores para aquellos que quieran verlas" ~ Henry Matisse Aquí encontrarán escenas extras de la serie P.E. Es decir, de los libros Margaritas y Narciso. Todos los derechos reservados LEER ANTES MARGARITAS Y NARCISO