Capítulo 1: El Rey Maldito.

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«Había sido una buena noche de celebración tras uno de los pequeños viajes de Björn. La comida había rodado por los platos, el alcohol había calentado sus cuerpos y la cercanía que componía por aquel entonces a los hermanos y al pueblo de Kattegat se hacía notar como el centro de la fiesta. 

A Ivar le había costado encontrar un momento a solas con el viajero conocido, pues todos los presentes querían saber los detalles sobre sus andadas, y el oso, lleno de orgullo, contaba con pelos y señales cada día de travesía. 

Fue pues que en aquel momento en que el pequeño lobo encontró a Björn solo en una de las fogatas algo más alejadas, se arrastró hasta su posición para detallar con su mirada un vikingo perdido en sus propios pensamientos, en sus turbios y profundos laberintos personales. 

Tuvo una conversación banal con él en busca de amenizar su decaído estado, teniendo curiosidad por qué era lo que estaba atravesando su mente. Pero apenas Björn decía algo más como "Han sido años difíciles desde la ida de Padre." 

Así pues, el de dieciséis años, quiso animarle un poco con una de sus bromas irónicas. Quitar ese ceño fruncido de su hermano mayor, el cual siempre le había cuidado a él y a sus hermanos ante la ida de su padre.

—Eres como una maldición. Una maldición para el entorno y por eso te pasan tantas cosas, Björn.

El rubio mostró una pequeña sonrisa curvada al escuchar al pequeño de cabellera morena, incluso hizo un suave gesto con su rostro mientras entre sus dedos bailaba una pequeña daga afilada. 

La mirada de Björn estaba enfocada en ese vaivén hipnotizante, hasta que finalmente habló con su propia voz suave característica cuando estaba relajado tras una cena frente la luz del fuego:

—¿También soy una maldición para ti, Ivar?

Preguntó, ignorando por completo esa sonrisita orgullosa que siempre dormía en los rosados contrarios, una que era burlesca y siempre superior al resto. Su lengua ácida tenía habilidad para hacer ese tipo de comentarios; a veces sinceros, a veces ocultos de una broma intrínseca.

Ante la pregunta del oso, Ivar borró esa mueca acostumbrada de sus facciones, y sus ojos claros, heredado de sus padres, bajó en picado hacia el vaso de hidromiel casi vacío que dormía entre sus gélidos dedos. El silencio se hizo entre ambos, apenas unos segundos hasta que Björn subió su mirada al rostro de su hermano en busca de una respuesta.

—Pienso en ti todo el tiempo, en que... quiero ser como tú, claro. —Se apresuró a explicar, arrugando su nariz en una mueca. Björn era famoso gracias a sus andanzas, hacia la gran afinidad que había tenido con Ragnar. Él también quería ser un gran vikingo como sus antecesores. Mejor, incluso—. Eres un gran guerrero, así que se podría decir que sí. Eres /mí/ maldición.»


Dᴏs ᴀñᴏs ᴅᴇsᴘᴜés

Las voces de los pobladores resonaban por todo el lugar; los mismos avisaban que Björn Ironside había vuelto a Kattegat.La reina Aslaug —así como sus jóvenes hijos: los príncipes Ubbe, Hvitserk, Sigurd y Ivar—, prepararon todo para recibirlo. Sobre todo la mujer, quien se sentía en la obligación de hacer bien sus papel de anfitriona. Todo para un hijo de Ragnar.

Había sido un largo viaje. Un viaje lleno de emociones y nuevas experiencias que culminan su mente y su cuerpo. Algunas cicatrices nuevas decoraban con orgullo en sus brazos, ahora cubierto por pieles de abrigo. 

Al abordar, saludó a todos aquellos pueblerinos que se habían acercado a recibirle a él y a sus hombres, clamando su nombre entre griteríos emocionados. Björn se sentía bien de volver a casa, y sobre todo, al ver a toda aquella gente que confiaba ciegamente en él, aquella gente que le tenía en un pedestal como a un Dios más, por muy débil hombre que terminase por ser. 

Spiel Mit Mir: Past  |  Björn x Ivar (Vikings)Where stories live. Discover now