El secreto

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Pov Adrien

Hace ya un par de días que Marinette lleva actuando raro... más de lo usual.

Como sí hubiese vuelto al tiempo al estar conmigo, se sonroja, tartamudea y se llama idiota a ella misma.

¡Éso es muy raro hasta para ella!

-Marinette, ¿Qué sucede?- pregunté de manera seria ya no aguantando éso.

¡Quiero a ésa chica con la que puedo hablar, besarme y hacer... ésas cosas sin que ella se sienta avergonzada!

Marinette me miró por unos segundos y pronto agachó su mirada y se puso a jugar con sus dedos.

Bien, éso era adorable pero sí intentó abrazarla o besarla, se aleja...

¿Se aleja?

Al llegar a una conclusión, me puse triste y agache la mirada.

-Ya veo... ya no me amas y no sabes como decírmelo, ¿verdad?

Siempre supe que éso era demasiado bueno para ser verdad.

Marinette es la chica mas increíble de todas, ¿por qué se enamoraria de mí sí puede estar con mieles de hombres mejores?

No la quiero perder pero no puedo obligarla a amarme, sé bien que éso no es bueno.

-¡No digas ésas tonterías! ¡Yo te amo y quiero que tengamos una familia juntos!

Me gritó mientras me sacudia de los hombros y yo la miré con asombro, entendiendo todo.

-Y-ya veo... ¿quieres qué tengamos un hijo?- pregunté.

Creí que con nuestro pequeño hámster era suficiente por ahora pero al parecer no, ella quería hijos.

¿Qué se le va a hacer? Hora de ser hombre y sacrificarme por la alegría de mi mujer.

-¡No me refiero a éso! ¡Sí quiero hijos pero no estoy apurada! ¡Es sólo que... es sólo que...

Agachando su rostro y dejándome libre, guardó silencio.

No me gustaba verla así, no me gustaba verla confundida.

Tomando ambas manos de ella, sonreí mientras me veía.

-Marinette, tu misma me lo dijiste varias veces, cualquier cosa que no nos guste del otro vamos a hablarlo en lugar de pelear sin sentido.
Somos dos personas que se casaron jóvenes y que ahora viven juntos, tenemos nuestras diferencias obviamente pero éso no debe ser lo que nos separé, nada debe separarnos en esta vida.
Pasamos por cosas difíciles y lo seguiremos haciendo pero juntos, amandonos.

¡Wow! No sé de donde salió éso pero me siento genial.

Marinette debe estar tan felíz de tener a un marido tan asombroso.

-¿Cuál es tu secreto?

Me preguntó y yo la miré confundido.

¿De qué hablaba?

-No te entiendo, ¿de qué habas?- pregunté.

Sí, dije habas en lugar de hablas por que me mordi la lengua.

¿Será qué descubrió que el otro día anduve descalzo por la casa y parte del patio para luego irme a acostar sin lavarme los pies?

¡No puede ser, la pereza sería el motivo de mi divorcio!

Agarrandome del cuello de mi camisa con ambas manos, me hizo agachar levemente y me miró con seriedad.

Éso era intimidante pero... ¿excitante?

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