Notaba sus pies muy fríos y esto hizo que se desvelase. Todo su nórdico se había subido hacia arriba y sus pies estaban completamente al aire. Le dió una patada y se tapó con él, se quedó mirando el techo blanco lleno de pegatinas fluorescentes. El sol entraba por las rendijas de la persiana y se podía distinguir el estado avanzado del día, las once media tal vez, pero era sábado y no importaba.
Como no logró volver a conciliar el sueño se levantó movida por el intenso vacío que sentía en el estómago, apenas había cenado y en ese momento se comería hasta un elefante.
Se enfundó en su bata blanca de borreguito, sus zapatillas de andar por casa y recorrió el pasillo en dirección a la cocina arrastrando los pies con paso lento.
Allí estaba su madre, trasteando con los utensilios de cocina preparando la comida.
-Mamá, hazme el desayuno.
-Estoy haciendo otra cosa ¿no lo ves? Háztelo tú sola que en eso no tardas nada. La madre volvió a sus quehaceres dando por zanjada la conversación, mientras que ella se levantaba desgarbada y se acercaba a la nevera.
Tras un copioso desayuno basado en leche entera, galletas María y cereales de arroz volvió a su habitación. Hizo la cama y recogió del suelo la ropa del día anterior,se cepilló los dientes y después se vistió. Unos pitillos negros, le gustaba el negro, además estilizaba su ya perfecta figura, era una chica deportista y se reflejaba en su cuerpo, esbelto y completamente tonificado, después una básica blanca, una rebeca negra y sus desgastadas CONVERSE que algún día fueron blancas y negras. Peinó su abundante y larga melena verde oscuro, aún recordaba la cara de sus padres el día que apareció con el pelo teñido de semejante forma.
Se miró al espejo para confirmar que no se olvidaba de nada, se tocó su blanca cara y observó sus ojos claros color miel casi amarillos. "bah, no me voy a maquillar,no voy a ningún sitio en especial"
Tras esto cogió su móvil y quedó con sus amigos.
Otra vez en la calle, otra vez gente, solo que en sábado la gente está más ociosa y no tiene demasiada prisa. Aún así no le gustaba tanta gente junta.
Ya divisaba el pequeño parque donde quedaba siempre con sus dos amigos Óznar y Noelia.
Distinguía una chica rubia de media melena ondulada, robusta y bajita vestida con una camisa roja de manga larga, unos vaqueros claros y unas Vans rojas y negras, Noelia.
Se acercó sonriendo.
-Ya era hora, sois los dos unos pesados. Tardáis un montón siempre. Noelia reprochaba su retraso divertida.
-Lo siento, es que había atasco.
-Si claro, atasco por la acera, tú flipas guapa.
-Claro Noe. Reía la gracia a su amiga. -Por cierto, ¿Dónde está Óznar?
-Y yo que se, si sois igual de pesados los dos.
-Hala que sí, cállate ya, que ahí viene. Sonaba borde pero estaba de broma.
Un chico fuerte y alto vestido como un hipster se dirigía hacia ellas con una enorme y perfecta sonrisa en su bonita cara morena.
-Heyyy locas, ¿qué pasa?
-No vengas ahora de majo después del rato que llevamos esperando.
-Venga ya Noe, si seguro que Eivor acaba de llegar también, ¿a qué si?
-Vale sí, pero de Eivor lo entiendo, es una chica, nosotras tardamos más, lo tuyo es que ya...
-Déjalo Noe, lo que le pasa a Óznar es principio de mariconismo. Rieron juntas ante la mueca de desagrado del chico respecto al comentario.
-Siempre tan simpática Ei, no entiendo como tienes amigos en la facultad.
-Porque sabes que lo digo de broma.
-Venga, ya, ¿qué hacemos? ¿Dónde vamos? Noe se empezaba a poner nerviosa. Normal en ella, era una chica muy impaciente y puntual dos cosas que mezcladas no dan buen resultado, basta que alguien tarde un poco más para que ella empiece a impacientarse y por consiguiente a enfadarse. Una chica con mucho genio, hablar con ella en algunas ocasiones podría resultar incluso incómodo por lo brusca que llegaba a ser. Muy atrevida y dicharachera, a pesar de que pudiera parecer algo insensible tenía un gran corazón y era muy bondadosa, con una gran autoestima que no dudaba en mostrar en cuanto tenía oportunidad, su cuerpo no era perfecto como el de Eivor, ni mucho menos, pero no se dejaba pisar por comentarios despectivos hacia su físico, no comprendía cómo había chicas que soportaban insultos por la forma de su cuerpo y que podían llegar a extremos como el suicidio solo porque unos cuantos gilipollas no estuvieran de acuerdo en cómo era su figura. No es que ella estuviera gorda, si acaso un poco entrada en carnes, pero eso añadido a su escasa estatura solía provocar comentarios entre los grupos de niñatos en edad del pavo, tales como tapón, gnomo, paticorta, topillo... Y nunca, jamás, se sintió ofendida ante semejantes comportamientos. Tenía una de las personalidades más fuertes que o bien Eivor o bien Óznar hubieran conocido nunca. Eran amigos desde su más tierna infancia, sus madres se conocían desde el colegio y las tres hicieron su vida en aquella ciudad tras terminar sus estudios, jamás rompieron su amistad y de ella surgió la de aquellos tres chicos.
Ellos ahora tenían 22 años Noelia y Eivor y 23 Óznar, habían crecido juntos y así seguían cómo tres hermanos.
-Podíamos ir al Gremio a tomar algo y luego pues ya vemos. ¿Os parece?
-No, Óznar, tu opinión no cuenta por tardón. Bromeó.
-Oh claro es que la señorita Eivor ha sido super puntual ¿verdad?
-Venga pesados. Aunque estoy de parte de Eivor.
-Pues eso Óznar, que te calles que hoy se hace lo que yo diga. Y digo que vayamos al Gremio a tomar algo y luego ya vemos. Rió con una carcajada sonora mientras comenzaba a movilizarse hacia el Gremio, Óznar seguía con una mueca de desaprobación y Noelia la reía la gracia siguiéndola.
-Vamos pánfilo, que hoy te sienta todo mal. Noelia apremiaba a Óznar para que las siguiera.
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Cuando el tiempo llora.
Historical FictionTodos alguna vez en la vida pensamos cómo sería si se pudiera parar el tiempo y malearlo a nuestro antojo, por que el tiempo es la única cosa que sin tener un cuerpo y una verdadera existencia prevalece siempre y dicta el ritmo de la vida de cada se...