Capítulo 2

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Al día siguiente, Gideon pidió a todos que no dijesen nada sobre la prueba de tiro de su compañero más joven, puesto que no la había superado. No importaba, podría repetirla en dos semanas. Sin embargo, Derek Morgan aprovechó la conjetura para gastarle una broma al colocarle un silbato alrededor del cuello; ya que no tenía arma, que llamase la atención de los que sí con él.

Spencer se quitó el silbato con furia. Por una parte, aquello no le había hecho ni pizca de gracia; por otra, Morgan era uno de esos candidatos a ser elegidos por Hotch antes que él. Era casi perfecto. Claro que no esperaba ser correspondido por su superior, pero imaginar siquiera que Hotch terminase escogiendo a alguien como Morgan antes que a él... Por suerte, su mente volvió a centrarse cuando JJ apareció en escena repartiendo los informes de un nuevo caso. Un asesino en serie desde larga distancia, o A.S.L.D. Iba a ser un caso difícil, la unidad no había atrapado nunca a uno gracias a un perfil.

Reunidos en la sala de conferencias, Hotchner explicaba lo sucedido. Un A.S.L.D. iba ya por su tercer asalto. No había testigos, ni balas, ni pistas. La única opción restante era tratar de elaborar un buen perfil. Por ese motivo, la policía del lugar se había puesto en contacto con la Unidad de Análisis de Conducta del FBI.

Apenas dos horas más tarde estaban ya en un avión dirección Des Plaines, Illinois. Tal y como había dicho Hotch, los A.S.L.D. eran mayoritariamente hombres a los que les gusta darse a conocer, marcar su autoría públicamente. Sin embargo, tan solo una de las víctimas de este sudes había sido mortal, las demás solo habían resultado heridas. ¿Le faltaba al sujeto puntería para hacer más daño o simplemente carecía de voluntad para disparar en un lugar fatal?

La distancia entre Quantico, Virginia, ciudad sede de la UAC, y Des Plaines era de poco más de hora y media. Spencer agradeció la brevedad del vuelo cuando su jefe se sentó frente a él. Estaba relajado, con la espalda pegada al asiento, releyendo su informe. El más joven tenía sus notas sobre la mesa y tuvo que forzarse a bajar la mirada cuando vio a Hotchner relamerse el labio inferior para hidratarlo. Aquella imagen había sido demasiado para él.

–Reid, ¿te encuentras bien?

La voz de su jefe sonaba distante, pero percibió también un matiz que no logró identificar, quizá un leve deje de preocupación. Asintió efusivamente con la cabeza y dio gracias cuando empezaron a descender para aterrizar.

De camino al Parque Franklin, lugar del último tiroteo, Hotch conducía y charlaba animadamente con Morgan, que iba en el asiento del copiloto. Pensativo, Spencer les observaba desde la parte trasera del vehículo. Desde su suspenso, Hotchner no había vuelto a dirigirse a él de la forma en que solía hacerlo. Spencer se sentía culpable de este distanciamiento y lo achacaba a su torpeza e incompetencia.

Llegaron al parque y saludaron formalmente a la agente al mando, la señora Calvin. El primer punto del día era tratar de averiguar si estaban ante un sádico o no. Tras mucho discurrir, la conclusión obtenida fue que el sudes disparaba desde su coche, visitando el lugar con antelación para encontrar el sitio perfecto desde el que atacar, y que no se quedaba a ver sufrir a las víctimas. Es decir, no se trataba de un sádico, si no de un psicópata bastante inteligente, lo cual suponía un problema: este tipo de sudes son todavía más difíciles de encontrar.

Mientras tanto, Gideon, JJ y Elle estaban en el hospital al que habían sido trasladadas las víctimas del tiroteo más reciente. Tan solo una de las bala permanecía intacta, sin fragmentarse, incrustada en la columna vertebral de uno de los heridos. La extraña forma en que la pequeña pieza metálica se había insertado en el hueso dificultaba enormemente su extracción. El doctor Landman insistía en poder recuperar la bala sin problemas con un tono bastante arrogante; tanto era así, que el equipo no terminaba de sentirse cómodo en su presencia. Finalmente, el personal a cargo del asunto accedió a las peticiones del doctor.

Presión en el gatillo. (Hotchner/Reid) En edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora