II

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Lee Minho, 22 años.
Hijo de una exitosa reportera y un famoso arqueólogo.
Se había mudado recientemente pues sus padres habían accedido a que se independizara, creían que eso lo ayudaría en su futura vida laboral.
No era el más listo de su clase, pero se esforzaba en ello, esa era la única razón por la que se encontraba estudiando en una universidad de Élite.
Una beca que apenas mantenía y un ingreso mensual de sus atareados padres le permitían llevar una vida tranquila, y sin inconvenientes de por medio.
Aunque tras su última mudanza, todo lo malo que no le había llegado a pasar se acumuló en un mocoso castaño que lloraba mucho.
Ah, y que además, era un fantasma.

Despertó de un agradable sueño en el que vivía solo, tenía una comida tranquila y un día tranquilo en la facultad.

Se mantuvo adormilado hasta que el ruido de los cubiertos sobre un plato captaron su atención, el niño ya desayunaba en la pequeña mesa de la cocina.

DESAYUNABA innecesariamente, era un fantasma, no se encontraba de manera física en esta realidad, NO TENÍA NECESIDADES COMO CUALQUIER SER HUMANO.

Pero ahí estaba, acabandose las últimas galletas con chispitas que tenía para el mes.

Y apenas iban en la segunda semana.

Soltó un suspiro antes de ingresar sin saludar, el chico solo se le quedó viendo desde su lugar mientras masticaba lo que habría sido su desayuno.

Se sirvió un café para terminar de despertar.

-- ¿Hoy tienes que salir? -- el castaño se giró en su dirección, no habían más galletas.

-- Si, tengo que ir a la facultad -- Jisung asintió comprensivo, no podía pedirle que se quedaran en casa, ir con él sería mejor que tener que soportar ese extraño sentimiento en su pecho.

-- Prometo no ser ruidoso, ni molestarte durante clases -- Minho asintió, tenían un trato, si Jisung se portaba bien durante un día de escuela, le permitiría acompañarlo en la siguiente.

Había fallado un par de veces, pero no negaría que se esforzaba.

La búsqueda por saber quién era y que le había pasado continuaba, su anterior casera había cambiado de número y preguntarle sería doloroso.
Se negaba a sí mismo el saber CÓMO HABÍA MUERTO.

Dio un último sorbo a su café antes de salir de la cocina, no sin antes pasarle una servilleta, tenía las mejillas cubiertas de migajas, si algo debía admitir es que estaba acomodándose demasiado a tenerlo en su vida.

Fue al baño para asearse y alistarse para la escuela, aún era temprano por lo que podría salir sin prisas.

Últimamente la presencia de Jisung en el apartamento se hacía más ¿tangible? No comprendía nada.
Ingresó a la regadera con mil preguntas en la cabeza.
¿No que los fantasmas no eran tangibles? Solía despeinar su cabello con frecuencia, y en sus noches de llanto había tomado la costumbre de abrazarle.
Pero hasta ahí era todo, era apoyo moral, empatizaba como si fuera su hermanito.

Porque Minho no era gay.

Claro que no lo era.

Salió y se vistió con algo cómodo, revisó el reloj y su portafolio, nada le faltaba, Jisung esperaba en la sala con la mirada perdida en la ventana.

-- ¿Crees que mi mamá esté bien? -- fue lo primero que preguntó al escuchar ruido.

-- No he podido contactar con ella, ni siquiera vino a cerrar el contrato, traté de averiguar lo que te pasó, pero pocos dicen algo más aparte de "era un buen muchacho" -- frunció el ceño recordando como había visitado el cementerio de la ciudad y no había encontrado la placa con su nombre.

| Cry Baby | MinsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora