❄Costumbre❄

One Shot: Costumbre.
Temática: Traición.
-1142 palabras.
-KillerRich.

Gracias por invitarme a participar en este evento ^^ Cha_nnary DennisseMiaw Nyasu_

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Su casa lucia terrible con ropa tirada por todas partes, ventanas y cortinas cerradas evitando que la luz y el frío se hiciese paso en su hogar. Había más de una botella rota en el suelo y más de las que quería creer vacías haciendo tumulto en la esquina más oscura de la habitación. Todos los años en esa época veía el lugar así, era ya una costumbre.

Le dolía la cabeza, quería vómitar, sus ojos estaban rojos y se notaban de sobra sus ojeras; Como era ya costumbre en esa época del año.

Hizo el intento de levantarse de su cama, el reloj en la mesita de noche indicaba las cuatro de la tarde. Su gata lo miraba desde el suelo con molestia de no haberla alimentado en la mañana. Cómo pudo se vistió con lo primero que recogió del suelo: Él era un desastre, algo que tenía claro, era costumbre en esa época del año.

Alimento primero a la gata para luego empezar a buscar algo de comer para sí más la nevera estaba vacía, no tenía nada de comer y tenía claro que no iba a salir de casa. Era costumbre suya en esa época del año.

Pateó la nevera como si esta tuviera la culpa de no poder alimentarlo, gruñó y dio media vuelta a buscar aunque fuera un poco de agua de la llave. La nevera ya sabía de su costumbre anual, tenía abollada la parte inferior.

Oh, pero la pobre nevera no sabía qué tenía al pobre Killer tan mal. ¿Qué sería aquello que desataba su mal humor? ¿El clima frío? ¿El arbolito de Navidad? ¿Las lucecitas brillantes? Siempre hacia lo mismo todas las navidades: Beber un montón, hacer el tonto, dormir, despertar, mirar al techo, dormir otro poco, alimentar al gato y luego patearle como si tuviera la culpa de existir... Pero era una nevera, qué más da.

Fue al baño a tomar una ducha para ver un poco menos el desastre que era, ya limpiara su casa y... Lo demás.

Tomó una ducha, una bastante larga donde no hubo lugar para sus pensamientos. Donde sólo se permitió perderse en el sonido del agua y el roce que está hacia con su piel. Tenía la suerte de contar con agua caliente en la ducha.

Al salir lo primero que hizo fue ir a su teléfono aún con la toalla atada a la cintura, hizo un par de llamadas en las que nadie nunca contestó por lo que se limitó a dejar un par de mensajes.

Ya ni sabía por qué llamaba siendo que nunca contestaban. Quizá ya era  costumbre o quizá seguía siendo un idiota.

Se vistió y comenzó a recoger las botellas vacias y rotas, no sabía cómo las había terminado todas... Ni sabía que día era ni cuando empezó a beber, mucho menos de dónde demonios las había sacado. Tendría que recordar mirarlo el próximo año.

Un par de cortes con el vidrio roto en sus manos para terminar con todo limpio y recogido. Se veía menos desastroza ahora: Habitable que era lo que buscaba por ahora.

Se dejó caer en el sofá de la sala principal donde su vista fue a parar rápidamente en una vieja foto rota sobre la chimenea que había encendido momentos antes.

Se levantó, ¿por qué hasta apenas la había notado?

La foto estaba en un precioso marco dorado, rota por los bordes, algo arrugada pero se podía ver claramente a él junto a alguien más.

— Tú...

Sin querer dejó el marco con la foto caer. El vidrio se rompió dejando expuesta la foto. Killer se agachó y tomó la foto entre sus manos.

— No te perdono.

La miro con cuidado para luego rasgar la foto a la mitad quitando el rostro de la otra persona para luego arrojarlo al fuego de la chimenea.

—... Adiós.

Una foto de él junto a Rich, sobre ahora la mitad de la foto ardía en la chimenea.

Escuchó el teléfono sonar, fue a atender.

— Sí, estoy sobrio — Respondió calmado para después de un silencio continuo —. No es una tradición, Joe Tonacho. Ya voy por ellos, gracias por cuidarlos.

Colgó, se pudo un abrigo y salió de casa. Tomó el auto y comenzó a conducir, no tardaría mucho en llegar donde Tonacho y recoger a los niños.

Aún recordaba cuando fue con Rich al centro de adopción y decidieron cuidar de esos dos niños. Y si se ponía a pensar recordaba el cómo conoció a Rich y el cómo este le falló en cuanto más lo necesitaba.

Recordaba el roce de sus labios, y el como los uso para decir cada una de las tantas mentiras.

Recordaba sus abrazos, y las mentiras que susurraba en su oído.

Recordaba las sonrisas, falsas y forzadas que el moreno solía dedicarle.

Recordaba cada una de las promesas que se hicieron, aunque todas fueron rotas.

Recordaba el juntos para siempre que acabó en para nada.

Ya no era costumbre recordar.

Llegó antes de darse cuenta, ni siquiera bajo del auto cuando dos pequeños niños bien abrigados corrieron a subirse en la parte de atrás, uno tan albino como él y otro tan moreno como Rich.

Tonacho se acercó al auto, Killer abrió la ventana y le agradeció por haber cuidado a los niños. Estos se les pasaron jugando y hablando con él durante todo el viaje a casa.

Al llegar los niños jugaron al hospital, como ya era costumbre, tenían que curar las cortadas de las manos de su padre.

Los niños ya sabían que hacer y Killer se dejaba hacer para luego ir de compras por la cena de esa noche.

— ¿Este año tampoco pondremos el arbolito de Navidad?

— ¡Papá Killer lo había dicho! ¡No hasta que la familia esté completa!

Killer bajo la mirada, apenado. Aún mantenía la esperanza de que Rich volviera, tocara la puerta y se disculpara pero eso era demasiado. Y eso que aún guardaba celosamente el anillo de compromiso.

— Papá Rich vendrá el siguiente año — Les dijo.

— Dices eso todos los años papá.

— Ya es costumbre tuya decir eso, papá.

Entonces el timbre de la puerta principal se escuchó. Killer le dio un abrazo a ambos niños antes de ir.

Y al abrir la puerta estaba él con un ramo de flores en mano.

— Killer yo-

— No.

— Escúchame tío, por favor. Solo eso, escúchame.

— Qué.

— Lo siento.

Sonaba tan sincero, tan irreal pero Killer sabe bien que los milagros no existen y que el universo nunca conspira a su favor.

— Bien. Adiós Rich.

Cerró la puerta y Rich no insistió en abrir más sabía que él seguía tras la puerta mordiéndose la lengua para no insistir.

Suspiro, era hora de un cambio.

Ya era hora de dejar su mala costumbre: Rich.