―¿Acaso se rompió una de las botellas?
― ¡Idiota! ¡Ese era mi pie!
― ¿Quién mierda me ha tocado el trasero?
― Cállense la maldita boca, todos.Los muchachos cuchicheaban cada vez más a medida que avanzaban por las oscuras calles de aquel vecindario, no podrían haber elegido una mejor noche para gastar esa broma, la segunda broma de la cual Génesis formaba parte. Al parecer el sistema eléctrico había tenido un fallo, por lo cual las calles se hallaban completamente a oscuras, al igual que las casas, a excepción de aquellas que habían encendido velas en la sala, cuyo resplandor se proyectaba de manera apagada hasta los jardines delanteros.
Ness se sobresaltó al sentir su teléfono vibrar en el bolsillo de sus jeans. Le había llevado en caso de emergencias, pero no había planeado usarlo, ni siquiera le había avisado a sus amigos que lo llevaría, bueno, a ninguno menos a Ricardo.
Decidió ignorarlo, quizás lo había imaginado, sería mejor para ella si resultaba ser un producto de su imaginación.La chica continuó caminando junto a su manada, procurando mantener el rostro sereno. Echó un vistazo a su lado, Ricardo le miraba alzando una ceja, ella se encogió de hombros y regresó la vista al frente, estaban cerca de su destino.
Al cabo de unos momentos su teléfono dejó de sacudirse, no obstante, en cuestión de segundos volvió a sentir aquel traqueteo en la pierna, pero esta vez más efímero.
La muchacha sacó el teléfono del bolsillo solo lo suficiente como para leer el mensaje que ofrecía la pantalla, de inmediato su rostro palideció ante el mismo.
“Una llamada perdida de: Mamá”
“Un nuevo mensaje de: Mamá”
Mierda.
Aquella palabra cruzó por su cabeza mientras pulsaba el botón de mensajería.En casa. Ahora.
Los muchachos se habían detenido frente a una casa de aspecto oscurecido debido al “apagón”, una luz tenue se alzaba desde la habitación principal. Algunas risillas maliciosas escaparon de la boca de varios, sin embargo se obligaron a callarse mientras dos de los integrantes involucrados dejaban caer con cuidado las diversas botellas de vidrio que habían llevado en dos sacos. Las botellas tintinaron un poco al rozar el pavimento, todos estaban concentrados. Todos menos Génesis, a quien se le había caído el humor en un solo segundo. Su mejor amigo, que había estado al pendiente de sus acciones, se acercó a la muchacha y preguntó en voz baja.
―Hey, ¿qué pasa, Ness?
Génesis hizo una mueca de disgusto y terminó de sacar su teléfono, mostrándole el mensaje que aparecía en pantalla. El muchacho carraspeó en respuesta.
― ¿No que tenían reunión hasta tarde?―preguntó el moreno tomando el teléfono y apagándolo. Como si de aquella forma el asunto se esfumara.
― Eso me dijeron―se lamentó la chica guardando nuevamente el jodido aparato en su bolsillo―. Te apuesto a que me matarán. Uno, por escaparme estando castigada. Dos, por tomar el teléfono estando castigada. Es más, tres, por si se entera de lo que estoy haciendo y con quienes.
― Estando castigada―completó el chico, a pesar de que su amiga no había pensado en decirlo―. Sip, te van a caer con el machete. Será mejor que te lleve de...Antes de que lograra acabar su frase, el ruido de las botellas al romperse se hizo presente con escándalo.
Las botellas de cerveza habían comenzado a ser lanzadas por los muchachos hacia las ventanas de la casa con arrebato, sin ningún tipo de aviso ni método de protección. Lo cual alarmó a Génesis, pues los cristales rotos no solo caían dentro de la morada, sino también que rebotaban sobre ellos. Una chica junto a ella estrelló una de las botellas contra la verja de entrada, provocando que los cristales volaran hacia ellos, Ness cubrió su cabeza rápidamente.― ¡Ten, marica!
― ¡Disfrútalo!Los jóvenes gritaban enloquecidos mientras atacaban aquella casa, un grito estupefacto se escuchó desde la habitación cuya única luz estaba encendida, hecho que pareció causar mucha gracia a los vándalos, pues echaron a reír con fuerza.
Los cristales se rompían de forma demasiado ruidosa, podrían escucharlo hasta a una cuadra de distancia. Sin duda aquella había sido una mala idea, una terrible idea. Los vecinos comenzaban a salir a la calle e incluso, juraría haber escuchado a algún bebé llorar desde una de las casas vecinas.
