Capítulo 46: ¿Amigos?

8.6K 1.5K 454
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿En serio le dijiste "Yo soy venado"? Así, sin antecedentes, explicaciones previas, razones

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿En serio le dijiste "Yo soy venado"? Así, sin antecedentes, explicaciones previas, razones. Nada. De golpe —me cuestionó Dulce, incrédula. Reflexionando, quizás sí había sido un poco brusco. La rubia negó, desaprobando mi método—. He oído revelaciones mejor planeadas en La rosa de Guadalupe, para que te hagas una idea.

—Bien, admito que no fui brillante.

—No esperaba lo fueras, pero es que no se necesita ser un genio para saber que lo arruinaste con tres palabras —mencionó haciendo un mohín. Mi fuerte no era comunicar ideas—. ¿Ahora qué harás? —preguntó intrigada, como si fuéramos una novela. Sus ojos azules brillaron impacientes.

Le di un vistazo a nuestros compañeros, cada uno ocupado en su mundo. Desde que me enteré de que Miriam no vendría en unos días había acudido a Dulce por un consejo. Después de todo no solo era buena escuchando, sino que sabía de Miriam más que yo. Le había contado todo, desde mi historia con Ana hasta la confesión del lunes. Hizo tantas preguntas que tenía respuestas que yo desconocía antes. Pasó de psicóloga, madre, amiga, maestra, cientos de veces en menos de una hora.

—En realidad no lo sé. Creo que lo primero que sería hablar con ella.

Dulce se echó a reír sin disimulos. No entendía qué era lo gracioso. Me pidió un minuto para recomponerse. Agitó su mano abanicando su rostro con una sonrisa.

—Perdón, es solo que conozco a Miriam. No lograrás fácilmente que te dé una oportunidad para aclarar las cosas.

—Lo sé. Eso supuse después de que me bloqueó de todos lados —mencioné porque me había intentado comunicar y nada funcionó—, por eso fue que consideré que tú podrías...

—¿Yo qué? Detén esa idea —dijo extendiendo su mano para hacer una pausa—. No te intercederé por ti ante ella. Lo siento, Arturín. Eres un encanto, me caes bien, tu historia me conmovió, pero no. Primero porque no sé ni cómo defenderte. Segundo, estamos hablando que debo ponerme en contra de Miriam para estar de tu lado.

—Eres su amiga. Te escuchará.

—Por eso mismo. Y no, no lo hará. Estará dolida y es muy apasionada con esas cosas.

El club de los cobardesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora