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Sorbí mi nariz por quinta vez en tres minutos. El olor a café inundó mis fosas nasales, gracias a eso mi alergia se calmó por unos minutos. El sabor a café era un antioxidante para el alma. Y, a pesar de que no era un gran fan del café, amaba la forma en la cual el líquido caliente quemaba mi garganta con delicadeza y el cómo el sabor bajaba lentamente permitiéndome saborearlo poco a poco. Ya podía entender a todas aquellas personas que eran amantes al café, es felicidad en una taza.

Al terminar la bebida decidí abrir mi mochila y tomar el cuaderno más preciado que tenía. Era color caramelo y su textura era suave incluso algo blanda. Paseé las yemas de mis dedos por toda la portada deleitándome en cómo se sentía bajo mi tacto. Al abrirlo pasé unas cuantas páginas hasta dar con una en blanco. Normalmente escribo cuando tengo inspiración. Sin embargo, estaba sintiéndome drenado. Aún así abro el cuaderno de vez en cuando para ver si la inspiración llega por arte de magia.

Error de principiante.

"La inspiración llega cuando la dejas entrar", esas fueron las palabras de mi abuelo cuando me regaló el cuaderno. Siempre pensé que la inspiración era algo que llegaba cuando quería. Estaba más que equivocado. La inspiración es algo débil al principio, es un poco tímida, pero cuando se le da el permiso de aparecer llega con fuerza, como una bomba a punto de detonar. Y cuando lo hace, cuando detona, se vuelve indestructible por todo el tiempo necesario. "Cuando la inspiración desaparece no pienses que es el fin, en cambio, es el comienzo de una nueva y mejorada idea que va a rondar por tu cabeza por mucho tiempo."

Y sin darme cuenta ya estaba escribiendo. Tenía palabras escritas al azar, ninguna conectaba con la otra pero, a la misma vez todas eran lo mismo. Los típicos sí y no de la vida.

Mis ojos se apartaron del cuaderno por un segundo para visualizar mi alrededor. La cafetería no es tan visitada los viernes. Sin embargo, hoy había más gente de lo normal. De cierta manera me alegraba. Mis ojos viajaron desde la puerta hasta la última mesa del lugar. Veía a cada una de las personas, sus facciones, la forma en la cual miraban a los demás, la forma en la cual se sentaban o se mantenían de pie, el cómo respondían ante una mirada tan penetrante y curiosa como la mía e incluso el cómo se reían. Observé todo. Para algunas personas mi comportamiento suele ser extraño, un loco de primera. No obstante, yo no lo veo tanto así. La curiosidad es algo que me caracteriza, analizar a las personas, la naturaleza y todo lo que me rodea es lo que me gusta. Pero claro, hay que encontrar el límite entre observar y ahogar con la mirada.

La campanita arriba de la puerta de entrada sonó por quinta vez en los últimos diez minutos. Mis ojos volvieron a la puerta para mirar a quién decidió comprar algo de alegría en taza o quizás unos dulces explosivos de sueños, bueno, galletas con chispas chocolate.

Mi lápiz se resbaló cayendo al suelo, y como si fuera mejor, cayó bastante cerca de la puerta. Creo que mejor lo dejo ahí y me busco otro lápiz. ¿Cómo se me ocurre ser tan torpe?

– ¿Es tuyo? – fui interrumpido por un chico que jamás en mi vida había visto. Mi instinto curioso salió a la luz y no pude evitar mirar todo su rostro. Tenía labios algo gruesos con un toque delicado de rosa, piel algo tostadita como azúcar morena y ojos de un gatito alerta. No sé cuánto tiempo me mantuve observándolo que el chico tuvo que tronar sus dedos frente a mi dos veces. – ¿Estás bien?

– ¿Ah? Sí, perdón, y sí, es mío, gracias. – tomé el lápiz que había dado por perdido y aparté la mirada antes de que me tachara por loco.

– ¿Terminaste con eso? ¿Deseas algo más? – fruncí el ceño. Señalaba mi taza de café vacía. Miré al chico de nuevo y no me había fijado en su delantal blanco, ¿cómo no me fijé en eso?

– Ah, sí, terminé, y no, gracias. – creo que olvidé hablar. El chico asintió con una sonrisa llevándose la taza de mi mesa.

¿Quién era ese chico? ¿Cómo es que no lo había visto antes? Vengo a este café a diario o al menos bastantes días a la semana, ahora que lo digo me parece un poco insano, de todas maneras, no lo había visto en mi vida. Y estoy seguro de que una cara como esa nunca se podría olvidar.

– Oye, Chan. – llamo a uno de los meseros del lugar, quien casualmente es uno de mis grandes amigos.

– Wonwoo, diría que es una sorpresa verte aquí pero estaría mintiendo. A este paso deberías pedir trabajo aquí. – Chan solía ser bueno para desviarme de los temas y, a pesar de que esa no era la razón por la cual lo llamé, no me parecía tan mala la idea trabajar en la cafetería.

– Te preguntaré algo. ¿Cómo es que yo nunca me di cuenta de la presencia de aquel chico? – señalé con el lápiz velozmente apartándolo antes de que el castaño se diera cuenta de que lo señalaba.

– ¿Mingyu? Ah, es nuevo. Ayer fue su primer día, me sorprendió bastante que no estuvieses aquí. Te hubiera encantado, se presentó con todos y cada uno de los clientes que venían. Varias chicas cayeron enamoradas de él. Incluso Jihoon dijo que él es bastante adorable, lo sé, raro.

– Tenía que estar enfermo ayer... – siempre es lo mismo. Incluso cuando me enfermaba y no iba a la escuela pasaba la misma cosa. Todo el tiempo hacían actividades cuando mi pobre cuerpo estaba postrado en una cama.

– Bueno, ¿quieres que venga a presentarse? – abrí mis ojos en sorpresa y negué lo más rápido que pude.

– ¿Quieres que me de taquicardia? – escuché la característica carcajada del rubio y deseé que hubiera un botón celestial en donde pudiese bajar el volumen de ese sonido. Muchas miradas cayeron en nosotros y estoy seguro de que mis mejillas no podían gritar otra cosa que no fuera rojo. – Basta, basta. Ve y has tu trabajo.

– Deberías pedirle a Jisoo que te permita trabajar aquí. Podrías incluso llenar mi espacio. Sabes que en unos días me graduaré de la universidad y me ofrecieron un trabajo como asistente de contabilidad, hoy es mi último día aquí.

– ¿Crees que debería pedirle un espacio?

– No cualquier espacio sino el espacio. No cualquiera puede estar en mi posición. – con sus dos pulgares se señaló con orgullo soltando otra risa estruendosa. – Además, tú estás más aquí que el mismo Jisoo, y él es el jefe. Venga estoy seguro de que dirá que sí.

Entonces pediré trabajar en la cafetería...

Curious eyes || Meanie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora