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Era domingo. Después de mi charla con Chan hace una semana, pude hablar con Jisoo. Después de todo el rubio tenía razón, Jisoo me aceptó con los brazos abiertos y hoy es mi primer día de trabajo.

Entré a la cafetería como acostumbro a hacer solo que esta vez es diferente, ya no soy un cliente. Y de cierta manera me gustaba la idea, podía ser curioso pero con más cautela. Y lo mejor, aunque un poco loco viniendo de mí, es que podía ver al chico nuevo, ese tal Mingyu.

– ¿Y por qué quisiste trabajar aquí Won? ¿Acaso no es simplemente mejor venir como cliente y tener el día libre? – preguntó Jihoon al terminar de abrir la puerta principal cambiando el letrero de cerrado a abierto.

– En realidad ambos lados tienen sus pros y sus contras.

– Ahh, interesante. ¿Y cuáles son?

– Si soy simplemente un cliente gasto dinero y creo diabetes con tanto azúcar, ahí tienes uno de los negativos. Un positivo es que puedo reflexionar mientras tomo mi café caliente, sin embargo, alguien que suele escribir no tiene una reflexión calmada, está llena de estrés por tantas ideas que vienen a la cabeza.

– Muy bien, entiendo eso señor escritor. ¿Cuáles son los pros y/o contras de trabajar aquí?

– Por ahora solo tengo pros. Y uno de ellos es que puedo mantener mi mente ocupada el doble. Llena de inspiración y llena de curiosidad.

– No nos vayas a espantar a los clientes con tus ojitos mieles. – añadió Jisoo al entrar por la puerta. Nos miró con una sonrisa característica de su persona y caminó hasta la cocina.

– Ya habló el jefe. – Jihoon siguió y entró a la cocina.

Mis ojos se mantuvieron en el suelo por unos segundos hasta que escuché la campanita volver a sonar. Automáticamente alineé mi cuerpo y di la bienvenida. Sin embargo, una leve sensación de vergüenza recorrió mi cuerpo. Mingyu cerró la puerta detrás de él con una sonrisa llena de algo que me es familiar; curiosidad.

– Lo siento, pensé que eras un cliente. – vaya forma de comenzar Wonwoo. Nunca se empieza con el pie izquierdo.

– Está bien, tranquilo. Creo que todos comentemos errores cuando estamos nerviosos. – ¿nerviosos? ¿Dijo que estoy nervioso?

– ¿Por qué estaría nervioso? – bravo Wonwoo, no se notó para nada tu nerviosismo.

– Ah, lo lamento. Pensé que al ser tu primer día de trabajo estarías algo más alerta. Ya sabes, para no hacer nada torpe. – rascó la parte trasera de su cabeza con claro nerviosismo. – Suelo ser bastante torpe y mi primer día fue un desastre. Comencé a presentarme a todos. O sea, ¿quién hace eso? – su sonrisa se había agrandado hasta convertirse en una risilla más que nada. Era contagiosa, al escucharla sufrí un pequeño caso de mariposas en el pecho. Sí, en el pecho. Era una sensación diferente a las mariposas del estómago. Estas eran aún más revoltosas, eran más rebeldes porque se encontraban en el corazón; en el alma.

– Espero no asustar a las personas con mi curiosidad... – murmuré pensando que nadie me había escuchado. Sin embargo, Mingyu me miró con el ceño fruncido.

– ¿Tú eres el chico de ojos melosos?

– ¿Ojos melosos?

– Sí, cuando llegué hace unos cuantos días los clientes comenzaron a preguntarme sobre el chico de los ojos melosos y bonitos. Me preguntaban sobre ti y yo no sabía quién eras. Era increíble, estuve rompiéndome la cabeza por un día entero. Y veo que ellos estaban en lo cierto, tus ojos son bonitos. – las mariposas volaban cada vez más rápido junto al corazón, aparté mi rostro de la luz lo más que pude ocultando la vergüenza que estaba creciendo.

– Gracias... – fue lo único que pude decir antes de entrar a la cocina también. Jihoon dejó de batir la mezcla de los cupcakes para mirarme.

– Me sorprendería pero ya me acostumbre a tu rareza. ¿Ya llegó un cliente a molestarte? – soltó de la nada al volver a batir la mezcla chocolatosa. Jisoo, por otro lado, estaba horneando un cheescake.

– Hay algo que te tiene inquieto, ¿puedo preguntar qué? – sonreí ante ambas preguntas. Ambos chicos han sido así desde que teníamos entre ocho y nueve años. Los tres somos una mezcla extraña de paciencia e impaciencia que funciona bastante bien.

– Creo que es solo el primer día de trabajo. – mentí. No tengo por qué decir que trabajar con Mingyu me pone más nervioso de lo normal. Sería tonto, es un chico que apenas vi hace unos días.

Y así transcurrió el día. Los clientes entraban y salían cada veinte minutos. Mi hora de almuerzo había llegado y no tenía hambre. Tomé asiento en el área reservada para los empleados cuando ninguno quería salir a comer afuera.

Mis ojos se dirigieron hacia afuera. La ventana de cristal me permitía ver la carretera, el mar de gente que iba y venía a pie, en bicicletas y en autos. Me fijé en cada una de las nubes que se juntaron para crear una gigantesca red de algodón grisáceo. Estaba seguro de que llovería a cántaros y que esas personas correrían a buscar refugio. ¿Por qué parece que esperan hasta el último minuto para huir del llanto celestial? Es normal ver la lluvia y querer bailar en ella, pero por experiencia sé que nunca es bueno vivirse las películas que aparecen en televisión. Por culpa de las inocentes gotas terminé enfermo por dos semanas.

Aún así no puedo negar que la lluvia es algo hermoso. El olor a tierra mojada, el rostro de los pequeños animalitos que gozan de las gotas, la felicidad que ha de sentir la flora al poder recibir algo de agua luego de tanta sequía. En fin, la lluvia no es tan mala después de todo. Los malos somos nosotros al querer interponernos en su camino.

– Toc toc, ¿se encuentra el señor Jeon? – miré hacia la puerta y sonreí ante el repentino llamado. Mingyu traía una bandeja roja y una leve sonrisa como adorno. – Jihoon dijo que no querías comer así que Jisoo me dio esto para que te lo trajera.

– Gracias pero no era necesario. No tengo apetito. – el castaño asintió pero no se fue. ¿Por qué se quedó ahí parado mirando la comida? – Te la puedes comer si deseas... – me miró con sorpresa y la misma sonrisa que antes había se comenzó a agrandar. Vaya, la comida lo pone muy alegre.

– ¿En serio? No quiero que te quedes con hambre.

– ¿Comerás si le doy un solo mordisco? – asintió más de una vez y no pude evitar soltar una pequeña risa. – Bien, trae la bandeja. – me hizo caso y la puso sobre la mesa que estaba frente a mí. Mi comida favorita actualmente era la lasaña y Jisoo más que nadie lo sabe, por esa razón descansaba un plato con la comida antes mencionada. – ¿Te gusta la lasaña?

– Es mi comida favorita luego del flan.

– Pero el flan no es... – me callé. No iba a arruinar el momento. – Bien, un simple mordisco y lo demás es para ti. – tomé el tenedor y partí la lasaña en un pedazo pequeño. Escuché un quejido frente a mí. ¿Acaso Mingyu había soltado un sonido parecido al de un gruñido?

– Debes comer algo más que eso. Ten. – me quitó el tenedor de la mano para partir la lasaña justo por la mitad. En su mano traía otro tenedor, ¿cómo había llegado eso ahí? – Una mitad para ti y la otra para mí. Listo, ahora ambos comemos y no tienes que preocuparte por tu falta de apetito.

– Mingyu, agradezco tu preocupación pero no tengo ganas de comer.

– Y lo entiendo, pero mi madre siempre dice que aunque no tenga hambre debo tener algo en mi estómago o me hará daño en el futuro.

Bien, mi madre decía eso también. No puedo creerlo, normalmente si no quiero comer simplemente no lo hago y ya. Pero, este chico crea que de verdad quiera tener apetito.

Curious eyes || Meanie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora