Capitulo 1 - Experimento 0009: Sai

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En algún lugar del planeta tierra, existía una ciudad cuyo nombre fue borrado tras las guerras, para luego denominársele como inhabitable. Se trataba de una ciudad fría y desolada, cuyos edificios, vacios y faltos de mantenimiento, se pudrían año tras año. Las calles solitarias y oscuras sólo eran iluminadas por la tenue luz de una pálida luna y el único movimiento que se podía divisar era de hojas de periódicos viejos que el viento movía hasta que chocaban contra alguna pared.

A pesar de todo esto, era incorrecto decir que no había ningún ser humano en la ciudad. Sin nombre y sin ley, la ciudad se prestaba para ser el escondite perfecto para las mentes más oscuras y perversas de la raza humana.

Las atrocidades que yacían en los sótanos e incluso en algunos edificios de la ciudad, podían vacilar entre cosas que se veían algunas veces en otras ciudades y en cosas demasiado bizarras para ser descritas.

Cosas, que daban un vistazo a lo peor de la naturaleza humana.

La curiosidad, por ejemplo, era una emoción poderosa capaz de mover a ciertas personas para hacer aquel tipo de cosas. Y era la curiosidad la que movía a la Dra. Mildred Agatha para realizar experimentos que, de salir a la luz pública, la condenarían para siempre.

Se trataba de una mujer que pasaba desapercibida cuando transitaba a través calles pobladas, con su aspecto ordinario, baja, delgada, de cabello castaño y ojos pequeños y negros. Nadie sospecharía que era autora de algún crimen, ni siquiera daba indicios de ser una doctora.

Pero lo era. De hecho, era una de las mejores. Si hubiera usado sus conocimientos y habilidades para el bien, hubiera hecho maravillas, ya que conocía todas las ramas de la medicina habidas y había extendido los principios de los cruses genéticos de Morgan. Sin mencionar su afición por la química, de la cual tenía un titulo como profesora.

Desgraciadamente, estaba completamente loca.

Esta desequilibrada mujer siempre tuvo una afición por la creación artificial de seres humanos, lo cual, no era necesariamente negativo, pero sus intensiones, su forma de llevar a cabo los procedimientos, era de la manera mas vil e inhumana posible.

Ahí estaba el problema.

Y había alguien que sabía esto más que nadie en el mundo.

Luego de muchas fallas, de muchas criaturas horribles y experimentos fallidos, que la Dra. Mildred no dudaba en asesinar con un cuchillo o con ácidos letales, sin el más mínimo remordimiento, e incluso con cierta satisfacción, finalmente dos de sus experimentos habían salido bien, y el segundo se trataba de una pequeña niña pelinegra, a la cual llamaba por su numero experimental: 0009.

La niña, como siempre, estaba en una esquina de la pequeña celda blanca, en la cual la doctora la mantenía prisionera, sujetando su largo cabello, tieso y descuidado, entre sus sucias manitas. Sus ojos, cuyas pupilas eran una azul y una marrón claros, estaban rojos e irritados de tanto llorar.

Tenía hambre, y también sed.

Estaba cansada de gritar. Nadie la ayudaba.

No sabía su edad, no sabia quien era. Y tenia miedo, mucho miedo de aquella terrible mujer volviese y la tratase como siempre, peor que a un animal, gritándole y pegándole cuando lloraba e inyectándole toda clase de sustancias para que perdiera la conciencia, en el mejor de los casos, pero no siempre era tan benevolente y las inyecciones solo le quitaban el control de su cuerpo y le impedían hablar...

Entonces la pequeña niña veía como la doctora la llevaba a una de sus terribles habitaciones, para experimentar con ella.

Sin poder gritar por el dolor.

ExperimentosWhere stories live. Discover now