Capítulo #1

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— ¿Dónde diablos estás?         

Eso fue lo primero que dijo en cuanto atendí a su llamada.

— Hola Alice, sí, yo estoy bien, gracias por preguntar. — dije con ironía, y ella se rió. — Acabo de salir de casa... Mamá me entretuvo pidiéndome que la ayude con unos quehaceres.

— ¡Hace media hora que te estoy esperando! — se quejó ella.

— Lo sé, y lo siento. — me disculpé mientras cruzaba la calle. — ¿Dónde dices que queda el café? — le pregunté.

Habíamos quedado en juntarnos en un nuevo lugar, puesto que nuestra vieja cafetería había cerrado.

— Ya te lo he dicho al menos 100 veces. No es tan difícil.

— Vamos Alice, ya dímelo, me quedo sin batería... — la apuré.

Para mi suerte, un camión extremadamente ruidoso pasó en ese momento, impidiéndome oír la dirección.

— Disculpa, Alice, no entendí bien. ¿Podrías repetirlo? — le dije.

Al no escuchar respuesta, miré el celular. Lo que me faltaba. — pensé.  Me había quedado sin batería.

Maldiciendo por lo bajo, me encaminé hacia la dirección que creí haber oído entre el ruido de la camioneta.

[…]

Entré al café, buscando a Alice con la mirada. ¿En dónde nos has metido, Alice? Vaya lugar que había elegido mi amiga. No se parecía en nada a los lugares que frecuentábamos normalmente... Ni siquiera se parecía a un café. Había muchos hombres, en su mayoría eran adultos, pero también había varios muchachos de mi edad. Noté que también había unas cuantas chicas… ligeras de ropa.

Me acerqué al mostrador, bueno, la barra, buscando a mi amiga, algo nerviosa porque los hombres de allí se daban vuelta para observarme. Recorrí todo el lugar con la mirada reiteradas veces, pero ni rastro de ella. De seguro me había equivocado de lugar.

Esto me pasa por entrar sin mirar los carteles. — pensé, y me senté junto a la barra. Mordiéndome el labio, saqué mi celular del bolso para tratar de prenderlo y mandarle un mensaje a Allie. Si la situación fuera otra, ya habría salido de ese lugar… Pero ya había anochecido, y no era aconsejable caminar sola por la calle tan tarde en esta ciudad.

Eché otra mirada a mí alrededor buscando a Alice, pero solo me encontré con los ojos de un muchacho sentado a unas mesas de distancia. Me observaba con interés, con una sonrisa en sus labios. Algo en ese chico me asustó, provocando que mire para otro lado con un escalofrío. Nerviosa, volví a tratar de encender mi celular. No había caso, lo prendía y se apagaba al instante. Tendré que salir y ver si consigo un taxi.

Intenté darme la vuelta para irme, pero un peso detrás de mí me lo impidió. Momento, era un hombre, y me estaba apoyando. Traté de alejarme, pero sus manos se aferraron a mi cintura con sorprendente fuerza.

— ¿Quieres divertirte, nena? — susurró en mi oído. — Yo te puedo dar diversión.

— Aléjate de mí. — dije con un hilo de voz, tratando de soltarme. El hombre me apretó con más fuerza que antes, y solté un quejido, lo cual pareció gustarle. Miré a mí alrededor en busca de ayuda, pero nadie nos prestaba atención. — ¡¡Aléjate!! — repetí, espantada.

Escuché el impacto de un golpe, y la presión en mi cintura se desvaneció.

Me di la vuelta, tratando de ver qué había sucedido, y me encontré con el chico que antes me había observado hasta provocarme escalofríos. Él miraba con furia al otro hombre que yacía tirado en el piso. Noté que el bar estaba en silencio, y todos nos estaban mirando.

— No te atrevas a ponerle un dedo encima, imbécil. — le advirtió el muchacho con una mirada amenazante.

Eso me sorprendió, básicamente porque yo ni siquiera conocía a ese chico. El hombre se levantó, riendo por lo bajo.

— ¿Y quién me lo va a impedir? — dijo en son de burla. — ¿Un niñito como tú? — el otro se limitó a mirarlo fijamente con furia, y sus manos comenzaron a temblar. Qué curioso.

Olvídalo. — quise decirle a mi defensor. — Te lastimará... — pero las palabras no lograban salir de mi boca. Estaba anonadada.

El adulto se le tiró encima. Aguanté la respiración, esperando un golpe... Que no se produjo. Con una sorprendente agilidad, el morocho esquivó al hombre en el último segundo, y éste terminó por darse la cabeza contra la pared. Aunque se notaba que estaba mareado a causa del golpe, arremetió nuevamente contra el muchacho, que lo miraba divertido.

No pude ver claramente como ocurrió, sucedió demasiado rápido para mí. Un momento antes, el hombre estaba a punto de encajarle un golpe a mi defensor, y lo siguiente que vi fue que el mayor estaba arrodillado en el piso, jadeando en busca de aire, escupiendo sangre.

Ya no seguiría peleando, de eso estaba segura.

El chico que me había defendido se separó de él con una mueca burlona, me miró y se acercó.

— ¿Estás bien? — me preguntó, mientras todos los demás volvían a sus asuntos. — Te ves… pálida. — murmuró, levantando su mano para acariciar mi rostro, mirándome con preocupación.

— No pasa nada. — le dije, rehuyendo su mirada y alejándome un poco de él. Me miró confundido. — Esto, ehm... Gracias, por... Por defenderme. — murmuré.

Quería largarme de ese lugar, y quería hacerlo ahora.

— No hay de qué. — me sonrió. Lo miré desconcertada. Tenía una hermosa sonrisa, de hecho, era un chico muy guapo. — ¿Quieres tomar algo? — negué con la cabeza. — En serio, no te ves muy bien...

Me ruboricé.

— No, gracias.

Tomé mi bolso y me dispuse a irme, pero él me tomó la mano con fuerza. Confundida, lo miré a los ojos. ¿Y ahora qué?

— Solo un trago. — me pidió, con la burla en sus labios y la amenaza en sus ojos.

Con deliberada lentitud, volví a sentarme. Él me soltó la mano, y la amenaza en sus ojos desapareció.

— ¿Qué quieres tomar? — me preguntó.

— Agua. — me miró sorprendido.

— ¿Agua? — repitió, y se rió por lo bajo. Alcé una ceja, desafiante. No iba a tomar ninguna bebida con alcohol. — Está bien, está bien. Un vaso de agua para ella y una cerveza para mí, por favor.  — le pidió al cantinero, con una sonrisa grabada en sus labios.

Miré de nuevo a mí alrededor, buscando a alguien conocido. Quería largarme de allí, ese desconocido no me inspiraba nada de confianza. Por el contrario, el solo hecho de tenerlo tan cerca de mí me ponía la piel de gallina.

Tal vez no sea el miedo el sentimiento que te produce esa sensación... insinuó una vocecita en mi cabeza, y me volví hacia él para observarlo mejor.

Me encontré con sus ojos observándome fijamente, con interés. Tenía unos hermosos ojos color café... Sonreí ante eso, era una ironía.

Al verme sonreír, el muchacho rió y desvió la mirada.

Pero yo ya no pude dejar de mirarlo.

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Holaaaa!! Bueno chicas, ésta es mi primera novela en wattpad, espero que les guste!

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