Capítulo 1: Arendelle

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—He reunido tanto miedo, pero, no me he dejado ver

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—He reunido tanto miedo, pero, no me he dejado ver.—decía el de ojos amarillos caminando de lado a lado.—He observado cada paso que los guardianes han dado, he absorbido los miedos, de los niños e incluso de los torpes adultos.—soltando una risa sarcástica siguió.—Y mírame, soy más poderoso que nunca.—

—Pues claro, necesitabas ayuda.—hablaba la adulta de cabello rizado.—Esto.—mirando a su alrededor.—No hubiera avanzado nunca sin mi ayuda.—

—Somos poderosos.—gritó Pitch de la alegría.

Gothel le siguió con una risa malvada.
La noche caía y era el momento perfecto para que Pitch diera el primer paso para hacer realidad su plan. Llegando rápidamente a Noruega, se dirigió al sureste de Oslo, llegando a nada más y nada menos que a Arendelle. Pitch se había llevado a Gothel en una de sus sombras, buscando aquellos elementos que existían allá.
Pitch ya tenía elegidos con quiénes jugar, aquellos quién se sentían como que nos los tomaran en cuenta eran los perfectos para Pitch, sabía que podía jugar con sus mentes.
Adentrándose a aquel bosque mágico en busca de aquellos gigantes, los cuales alguna vez no fueron tomados en cuenta, acercándose logró despertarlos y llenarlos el corazón de oscuridad, sin dejar que ningún rayo de luz entrara.
Con sonrisa de malicia cerca logró visualizar a aquel caballo, quién aún tenía sus malas intenciones, y quien no era totalmente una maravilla de agua. Con oscuridad dentro aceptó la oferta que le ofrecía el de ojos amarillos.

Dejando caos en alrededor los dos elementos, la ex-reina de Arendelle despertó notando como las hojas de los grandes árboles se movían y no por el viento, sintiendo el retumbar del suelo, arqueó una ceja y talló sus ojos. Se levantó aún somnolienta y caminó un poco hasta llegar a aquel río, notando que los gigantes de roca no se encontraban.
Con su semblante confundido, caminó más rápido intentando buscar alguna persona, pero ninguno de ellos se encontraba despierto, empezó a correr rogando al cielo que al menos alguno se encontrará, pero esto no se le fue concedido. De pronto la tierra comenzó a moverse muy rápido, y notó como varias sombras se movían entre las rocas y árboles. Con el temblor en la tierra, la platinada corrió hacia la aldea la cual era su hogar ahora, y se llevó con la sorpresa de la mayoría ya despiertos.

—¿Elsa, que está sucediendo?—preguntaba la anciana preocupada.

—Los gigantes no están, no encuentro a ninguno.—mencionaba la de tez blanca con desesperación.

De pronto pudieron notar como aquellas olas del mar retumbaban más fuerte, lo que daba a entender que estaba creciendo y no era una buena noticia.
La respiración de Elsa se aceleró.

—Es mejor que busquen un lugar a salvo no se queden aquí, tomen lo necesario, algo no anda bien.—habló con firmeza.

El temblor comenzó a crecer causando que algunos cayeran al suelo.
"Arendelle", era la palabra que retumbaba en la cabeza de Elsa.

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