Capítulo 7. Where do broken hearts go.

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Pasajeros gracias por haber viajado con la compañía British Air Lines, esperamos volverles a ver pronto.

Al final, un viaje demasiado largo para mi. Aúnque teniendo en cuenta de que estaba en la otra punta del mundo, no fue tan pesado.

Agarré mi bolso y miré a ver si me dejaba algo. Me metí entre la gente haciendo cola para salir. Avanzaba a paso lento y cada segundo tenía más ganas de pisar el suelo. Por fin mi hogar.

El aire frío de la primavera inglesa me golpeó en la cara. Realmente hacía frío así que me apresuré para entrar dentro del gran edificio.

Tanta gente corriendo de un lado a otro. Se podía oler el nerviosismo, la alegría y la desesperación; todo a la vez. Era tan contagioso y empalagoso que en un segundo ya me sentía mucho más estresada que antes.

*****

Me tiré a la cama nada más verla. Era una cosa que hice, hago y haré toda la vida. Si voy a una habitación de hotel lo primero que tengo que hacer es tirarme a la cama.

Había escogido un pequeño hotel cerca del pueblo. Así se me haría más fácil transportarme. Era pequeño y acogedor. No la mejor categoría pero tampoco la peor.

El baile sería mañana por la noche, y no tenía nada de nada planeado. Ni la vestimenta, ni el peinado, nada. Así que mañana me despertaré pronto y empezaré a preparar todo. Esta vez sin pareja...

Y eso era verdad, he decidido no ir a visitar a nadie antes de mañana por la noche. No creo que pudiese. Los miedos me atacan. ¿Y sí no me quieren hablar? ¿Y sí me han remolazado? ¿Y sí me han olvidado? Ouch. Sentí una gran presión en mi pecho. Nunca pensé en esa probabilidad. Han sido años. No les podría culpar. No te ayuda en nada pensar así, así que déjalo. Y tengo razón en eso.
Hoy tenía pensado trabajar y a lo mejor bajar a dar un paseo. Volver a donde estaba mi hogar, supongo que el edificio seguirá allí pero no puedo llamarlo hogar. Descubrir los cambios que ha sufrido éste pueblo desde que me fui. Pero primero tengo que trabajar. Si, tengo que hacerlo. Aún que, soy mi jefa, no creo que pase nada si... Bueno no creo que me concentre de todas maneras.
¿Que se necesita en Inglaterra? Abrigo. Exactamente. Así que lo cogo y me voy. Empiezo a caminar. Y me doy cuenta de que los locales han cambiado. Ya no son familiares, son franquicias, modernas y estilosas. Una parte de mí sabe que yo también estoy involucrada ya que tengo una de las grandes, pero igualmente me desanima. Unos minutos más y me encotraba en mi antigua calle. La casa donde solía vivir ya no era del mismo color, pero había ningún cambio más a la vista. Seguí el camino al instituto que se quedará en mi memoria para siempre.
El instituto era más grande de lo que recordaba. Pasar por el parking me hizo recordar a Harry, a su moto. Todo empezó en ese instante. Ahí empecé a caer. Pero ya me he levantado, y mejor que nunca.
Caminé hacia la entrada y había gente, supongo que profesores. Entré y fui a secretaría, donde había una amable señora hojeando una revista.
-Perdone, soy una antigua alumna de este instituto, me preguntaba si podía darme un paseo por las instalaciones -le dije apoyándome en el pequeño muro que había entre nosotras.
-¿Es usted la diseñadora de la marca ropa tan famosa?- preguntó ella con voz más ronca de lo que imaginaba.
-Si, ¿conoce mi ropa?
-Mi nieta está encantada con ella, creo que es la única que usa. Es una joven muy bonita, se parece mucho a su abuelita -dijo bromeando.- Los pasillos son todo suyos, señorita.
-Muchísimas gracias, -dije con una sonrisa- hasta luego.
-Adiós.
Me dirigí por el primer pasillo hacía la derecha. Después subí los escalones, hasta el primer piso y fui a la izquierda. Taquilla 87. Me pregunto a que adolescente hormonado le habrá tocado está vez. Me encabezo en los pasillos y en el tercero que piso, me asusto al ver a otra persona. Un hombre con el pelo un más largo de él estándar, un una camisa y una chaqueta larga en el brazo. Él estaba mirando una taquilla detenidamente. Me acerco un poco. Sin querer mis pasos retumban y él se da cuenta de mi presencia. Gira lentamente su cabeza hacía mi. Se queda en shock, cómo si hubiera visto un fantasma. Abre los ojos un poco más que cuando observaba su taquilla. Entonces caigo. Número 146. Se perfectamente de quien es, o bueno, era esa taquilla. Ese hombre es con quien he soñado incontables veces en mi vida. He vivido a su lado momentos inolvidables. Nunca quise realmente separarme de él. Pero en éste momento lo único que pienso es en huir.
Mis pies se mueven solos, pero para mi sorpresa van directamente hacía él, no huyen, no. Él se acerca a mi a la misma velocidad. Ya puedo oler su viejo perfume. Cuando estamos a dos pasos el uno del otro, no me salen las palabras. Solo soy capaz de mirarle a los ojos. Ya necesitaría un mapa para salir de ellos. Noto cómo sus mejillas se eleban y su vista se achina. Sonríe y vuelve a causar ese efecto en mí. El efecto que tenía sobre mía hace años. Intento sonreír pero de un momento a otro me acuerdo de todo lo malo. Del dolor, la tristeza y la rabia. Se me ahogan los ojos recordando las noches largas sin él. Cierro los ojos, para intentar tranquilizarme, pero cuando voy a abrirlos tengo sus brazos rodeandome. Cómo acto reflejo le devuelvo el abrazo, pero ya no puedo detener las lágrimas. Ya caen sobre su camisa. No se que sentir. En el fondo si lo se, me siento en mi hogar. Puede que el pueblo, la casa y el instituto hayan cambiado, pero la manera en la que siento su corazón cuando me abraza, o la manera en la que sus manos se ponen delicadamente sobre mi cadera no han cambiado.
-Lo siento muchísimo -susurra en mi oreja. Sentí cómo si una pequeña parte de mi volviera a encajar.

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Creo que he perdido seguidores pero me lo merezco por ser tan inútil de no seguirla. Pero he vuelto y ya tengo pensado mucho para esta novela. Para las que siguen ahí. Perdonarme, lo siento mucho.
Os quiero mucho, lectorassupervivientesaestapausa.
Atte: la vaga de Raquel.

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