U N O

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Camila

Me desperté en mi habitación con Tony y Cro durmiendo en el piso, al levantarme los moví para que se despertaran, ya que teníamos que ir a hacer arreglos con un posible negociante.

—Arriba chicos, tenemos que trabajar.—Hable mientras que ellos se quejaban.—Si no llegamos a tiempo va a ser su culpa.

Tony se levantó y me saludo con un beso en el cachete, mientras que cro seguía durmiendo.

—Buenos días, hermosa.—Dijo Tony para luego salir de mi habitación, seguro irá a desayunar.—Dice jefe que te apures.—dijo en voz alta desde abajo de la escalera.

—Tomas, si no te levantas te van a cagar a piñas, hermano.—Dije ya enojada mientras me peinaba.

—Perdon, la noche de ayer fue muy larga.—Se levanto y entro al baño para hacer sus necesidades.—Buenos días.—Le sonreí, mientras me cambiaba.

Me puse un short y una remera larga, y en la cintura mi arma.

—Bua, cada vez que te pones el arma ahí me gustas más.—Me empecé a reír por el comentario que había echo Cro, y bajamos a desayunar.

—Buenos días, papi.—Le dije a mi padre con cariño mientras me sentaba a la mesa.—

—Buenos días, jefe.—Saludo cro a mi papá.—Ya tenemos todo listo, munición de más por si sucede algo inesperado.

—Tranquilo, Tomás, en cuanto la escuchen a mi hija no creo que les quede otra opción que darnos el 50%.—Yo sonreí y desayuné hasta que llegó la hora de irnos.

Salimos de la casa de mi papá para irnos hasta el barrio contrario en una camioneta negra.

Al llegar al lugar bajamos y ya nos estaban esperando en la puerta.

—Buenos días, hermosa.—Hablo uno de los "guardias" que estaban en la puerta.—¿que buscas por acá?—Intento agarrarme de la muñeca y ahí fue justo cuando fui mucho más rápida que el y saque el arma.

—¿no sabes quién soy yo?—Dije mientras apretaba el arma en su cuello.—Encima de pajero, cagón.—Me reí mientras miraba como se quedaba quieto.

—¡Bueno! ¿Recién llegan y ya están amenazando a mis hombres?—La puerta se abrió y de ahí salió el hombre que más asco me daba en la vida, Oscar Ramirez.

—No es mi culpa que tú gente sea una mal educada.—Guarde el arma de nuevo en mi cintura y le di la mano a Ramirez.—La próxima avísale quién soy.

pasamos a una oficina y nos sentamos ahi, mi padre no hablaba, solo yo y Ramirez.

—¿Muy bien, así que el 25%?—Me reí y negué con la cabeza.—Mira, nena no pienso subir más del 25% si no aceptas voy a tener que...—Lo interrumpí nuevamente con mi risa.

—Mira, Ramirez primero que todo, sabes muy bien mi nombre, segundo ¿que vas a hacer? ¿Me vas a meter un tiro? Por qué no lo intentas, vas a ver qué si vos me llegas a tocar un solo pelo a mi, tu negocio se cae.—El me miro sorprendido.—Te recuerdo que el barrio que manejas vos es muy chico comparado al mío, tengo gente en todos lados, hasta capaz infiltrados en los tuyos, matarte sería muy fácil.

—¿cuánto querés?—Hablo recordando que todo lo que le dije era verdad.

—El 50%—Sonrei al saber que iba a aceptar, no le quedaba otra opción.—

—Trato echo, el 50 porciento de las ganancias.—Me dió la mano y ahí cerramos el trato, firmamos unos cuantos papeles y volvimos a mi casa.

—Excelente, hija.—Mi padre me abrazo.—Estoy muy orgulloso de vos.

Bardera; eckoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora