¡Feliz Navidad!

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Lena contemplaba desde su oficina como cesaba la nieve en su balcón. Estaba abrigada hasta arriba sujetando con una mano su bufanda y con sus dedos alzaba un vaso de cristal lleno de whisky.

Miraba al cielo desde el cristal, como muchas veces lo había hecho, pero esta vez era un caso especial. Era 24 de diciembre; un día para pasar con la familia y seres más queridos. Y ella estaba sola. No tenía familia, no tenía amigos y ninguna compañía. Todos aquellos que le rodeaban les había mentido y traicionado, según ella.

Aunque la relación y trabajo con el DEO, Supergirl y L-Corp iba mejorando, se sentía fría y vacía. Como si le hubieran arrancado el alma, los sentimientos y su propio corazón. No le quedaba nada, o al menos eso pensó.

Cuando miró hacia el piso, se quedó contemplando la capa de nieve lisa y los pocos copos cayendo en su balcón, fue entonces cuando se dio cuenta de que una pequeña ráfaga de aire le aturdió los pensamientos haciendo salir del trance.

—Supergirl, ¿a qué se debe este honor? —Lena alzó la mirada y vio a la chica rubia desde el otro lado del cristal.

Ella no dijo nada. No porque no la escuchara porque Lena sabía perfectamente que la había oído, sino porque todavía no tenía la valentía para acercarse a ella. La rubia solo se quedó ahí volando a ras del balcón, con los brazos en la cadera y cabeza alzada mostrando, como decía Lena, su superioridad. El poco viento que había zarandeaba su capa roja.

La pelinegra frunció el ceño y rodó los ojos. Bebió un sorbo de su amargo whisky y luego volvió a observar a la rubia que seguía sin inmutarse.

—¿Qué es lo que quieres? —esta vez su tono fue nada más que de enfado.

Kara movió la boca sin expresión alguna y la pelinegra gruñó de rabia. Sabía perfectamente que tenía que abrir la puerta para escuchar a la superheroína porque la pelinegra no tenía los poderes de la rubia.

Abrió la puerta de cristal con rabia y le volvió a preguntar con las cejas fruncidas mostrando su enfado.

—Quiero que desactives la kryptonita que está en tu puerta, por favor.

Lena abrió los ojos sorprendida, aunque también se lo esperaba. No la afectaba porque no estaba lo suficientemente cerca ni era lo suficientemente potente. No era ningún secreto que la pelinegra volviera a trabajar con la piedra verde solo para mantener a Supergirl alejada. Llenó con pequeñas virutas la puerta metálica de su oficina de kryptonita que tanto odiaba Kara Danvers con la esperanza de no volver a verla. Y ahora estaba en su balcón pidiendo con una cautela que desactivara su mecanismo de defensa.

—¿Qué es lo que quieres? —volvió a preguntar otra vez, pero no hubo respuesta inmediata—, si no me dices nada, ¿para qué voy a desactivarla? Sabes que no te quiero ver.

—Y ahora mismo estoy aquí pidiéndote que por favor lo hagas —contestó la rubia con seriedad.

A Lena le dolía verla, pero más le dolía la idea de verle alejarse de ella. La pelinegra tensó la mandíbula viendo a Supergirl sin inmutarse y sin moverse de su balcón. Exhaló y asintió derrotada. Pulsó los botones necesarios para que la kryptonita dejara de funcionar.

—Y ahora, ¿qué es lo que quieres? —repitió la pregunta.

Kara bajó hacia su balcón con delicadeza, como si el edificio de L-Corp estuviera hecha de cristal. Anduvo un par de pasos para estar más cerca de Lena, pero no invadió su espacio personal. Sin embargo, la pelinegra se dio cuenta y retrocedió otros dos y Kara no tuvo más que aceptarlo.

—Quería saber cómo estabas —se cruzó de brazos y se mordió la lengua porque temía que Lena se riera de ella por preguntar algo con una respuesta muy obvia.

¡Feliz Navidad! | Supercorp One ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora