Calendario de Adviento 2019 /Harry Potter one shots/

Día 21

Palabra: magia

Época: sexto año en Hogwarts de la segunda generación

Género: romántico, erótico

Personajes/ship: Remarry/Hemus (Remus Lupin & Harry Potter). Tuve que buscar el nombre del ship en Google porque nunca he leído nada de ellos😂 así que voy a innovar.

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A Harry Potter le ponía la magia.

Y Remus Lupin era la persona más mágica que conocía.

Ver, sentir, el poder mágico de una persona, ver su destreza con la varita, o sin ella, sentir su inteligencia, su poder... Excitaba a Harry.

De ahí las numerosas noches de sus primeros años en Hogwarts, masturbándose, corriéndose en su cama, imaginando a Severus Snape... Quizá preparando una complicada poción, o en un duelo...

Pero esto cambió cuando Harry conoció a Remus Lupin, y este se convirtió en su fantasía número uno. El caso es que Harry tenía una especie de don: podía sentir el poder mágico de las personas. Y Remus no solo era extremadamente hábil con la magia, la magia estaba de alguna manera dentro de él, corría por sus venas.

Y, por si esto fuera poco, era condenadamente atractivo: su pelo castaño claro caía sobre su frente de manera informal pero elegante, su piel era lechosa, vestía bien, humilde pero de alguna manera ese aspecto descuidado y amable le resultaba a Harry totalmente sensual. Pero esto no era lo que más le llamaba la atención a Potter, sino sus cicatrices, y sus ojos.

Tenía una cicatriz enorme y muy profunda que le iba desde el rabillo del ojo derecho por la mejilla, pasando por la comisura de los labios, le cruzaba la barbilla y bajaba por su cuello blanco y apetecible hasta desaparecer dentro del cuello de su camisa. La otra era más pequeña, y le cruzaba el puente de la nariz hasta desaparecer a mitad de su mejilla izquierda.

Y sus ojos. Sus ojos cambiaban de color. A veces eran marrones, pero otras, se volvían dorados y parecía que ardían en rabia.

Desde el primer momento en que le vio, Harry se sintió atraído por él. Sentía su magia como no la había sentido en nadie. Se podría perder en los ojos del profesor durante horas, y estaba seguro de que detrás de aquellas cicatrices había una historia que estaba dispuesto a descubrir.

Todo encajó para él en el momento en el que se enteró de que Remus era un hombre lobo. Ya no solo le parecía atractivo físicamente, sino que, tras un año de clases con él y saber de su condición, le admiraba profundamente.

En el quinto año de Harry en Hogwarts había pasado algo que cambiaría su relación: la muerte de Sirius. Harry recordaba con toda claridad el momento en el que su querido padrino había caído a través del velo, la sensación de que algo se rompía en el. Echó a correr sin dudarlo ni pensarlo hacia el arco... hasta que unos brazos más fuertes que él lo sujetaron por detrás. Era Remus. Harry recordaba perfectamente lo que sentía, el pecho de Remus contra su espalda, su olor, pero, sobre todo, su magia. Pulsaba, furiosa, dominante. Poderosa. Ambos llorando, ese día gritaron de rabia al unísono hasta quedarse roncos.

Ahora estaban celebrando la Navidad en casa de los Weasley, un año después. Harry estaba en su sexto curso.

Otros años habían cenado en Grimmauld Place, pero aquel la señora Weasley se había empeñado en que fuera en su casa. Harry creía saber la razón: el cuartel general de la Orden del Fénix les traía malos recuerdos a todos. En especial a Remus.

En la cena, Harry lo tenía sentado enfrente. La mesa era muy estrecha, por lo que sus rodillas casi chocaban con las de su admirado hombre. Él estaba muy desmejorado: más pálido que de costumbre, unas ojeras aparecían bajo sus ojos y tenía las mejillas un poco chupadas, en lo que se veía que debía haber adelgazado. Llevaba una barba descuidada de no afeitarse desde hace algunos días, que aún le pareció a Harry le daba un aire interesante. Estaba con la mirada perdida en su plato, la cabeza gacha, los hombros encorvados, y Harry, sin hacer el más mínimo caso a la conversación, no podía apartar la mirada de él.