Día 16

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Palabra: felicidad

Época: segunda generación

Género: angst

Personajes: Severus Snape vs el resto del mundo.

*Advertencias: triggers suicidio*, lenguaje soez

Disclaimer: Snape aquí es un asqueroso, no comparto ninguna de sus opiniones. :)

***

Navidad.

Otra vez puta Navidad.

No por nada era la época del año más odiada por Severus Snape. Era la época más feliz. Y él odiaba la felicidad.

Eso era lo que él pensaba. ¿La realidad? Severus Snape no sabía lo que era ser feliz.

De nuevo habían llegado las fechas, y de nuevo las calles y las casas de habían llenado de arbolitos, adornos horrorosos y ecos de villancicos estúpidos. De nuevo le habían invitado a cenar en una casa donde no le querían invitar, el año pasado fue McGonagall; este año, los imbéciles y romanticones Weasley. Sabía perfectamente que no querían que fuera, que su presencia los incomodaba, que probablemente lo odiaban, y Severus tenía todo esto asumido, incluso podría decir que disfrutaba de joderles. No, lo que le reventaba no era eso, sino el hecho de que le invitaran de todas maneras. Por lástima.

De las muchas cosas que Snape odiaba, una de las primeras era la lástima.

Él no necesitaba la compasión de nadie, se repetía una y otra vez. Podía, quería, quedarse en su casa, cenar solo, leer un buen libro y beber su whisky preferido sin necesidad de fingir sonrisas y aguantar brindis ridículos en un ambiente rebosante de amor y felicidad bobalicona y azucarada. Podía tocarse la polla antes de ir a dormir, e imaginar que su mano eran unos labios y que se la estaba metiendo hasta la garganta, provocándole arcadas hasta casi vomitar mientras tiraba de su pelo rojo, a la única mujer de su vida, Lilly Evans.

Como siempre.

Dumbledore, sin embargo, no compartía su opinión, y prácticamente le echó de Hogwarts, por lo que Severus no tuvo más remedio que acudir a la casa de su tropa de alumnos pelirrojos más estúpidos. Molly Weasley (cómo no) le abrió la puerta ataviada con un delantal y una enorme sonrisa en la cara. No la recordaba tan baja y fea, debía ser la edad y el trabajo: la pobretona (que no pobrecilla) había tenido tantos hijos varones y tan pocas chiquillas que la ayudaran con los quehaceres, que debía trabajar todo el día, como buena mujer, para servir y cocinar para los hombres de la casa.

-¡Severus! Qué bien- eso le sonó a Snape a "no tenía todas conmigo de que vendrías" y enseguida se arrepintió de haber ido. -Pasa al salón.

Con gran pesar y sin decir una palabra (la ocasión no lo merecía), se dirigió adonde la mujer le había indicado. Casi puso los ojos en blanco al entrar en la sala y ver un corro de niños sentados en el suelo: demasiados pelirrojos como para contarlos, la sabelotodo-sangre-sucia Granger y, para colmo, Potter. En su enfurruñamiento, no se le había ocurrido pensar que el imbécil de Potter estaría allí, y ahora que lo veía lo amargaba aún más.

Rápidamente, mientras veía cómo todos los presentes le miraban por el rabillo del ojo con recelo, si no desprecio, barrió el lugar con la mirada en busca de un sitio donde sentarse. En un sillón grande estaban sentados el hermano mayor de los Weasley, Bill, ya graduado de Hogwarts hacía varios años, y esa chica rubia francesa que había participado en el Torneo de los Tres Magos el año anterior. Hablaban animadamente. En el extremo de otro sofá estaba Lupin con cara de dormido, y a su lado estaba el gilipollas de Black, pegado a él como una lapa, parecía que le susurraba cosas prácticamente al oído. Snape no tuvo más remedio que sentarse en el extremo opuesto de ese sofá, lo más lejos que pudo del perro y el lobo, reprimiendo un escalofrío de puro asco. No soportaba estar cerca de Lupin desde que sabía lo que era: una bestia, un bicho; pero menos aún soportaba al sarnoso.

-Buenas noches- murmuró apenas al sentarse. "Seré muchas cosas, pero no un maleducado", pensó. Luego se dio cuenta de que sí que lo era y de nuevo sintió que no debería haber ido a esa puta cena.

Se limitó a esconderse detrás de un periódico, aunque para su desgracia seguía inexplicablemente atento a lo que ocurría a su alrededor. Sabía que Potter tenía literalmente encima a esa niñata, la menor y única Weasley, y por alguna razón esto le ponía enfermo, aún más que Lupin y Black a su derecha, que ahora se estaban besando, ¡besando! Pensaba que Black era el típico hijo de puta rompecorazones, pero resultaba que encima era maricón.

Arrugó la nariz apartándose aún más de los dos hombres (no tan hombres si se estaban besando) sentados en el mismo sofá que él (solo de pensarlo podría vomitar). Imágenes de James-el-cerdo-Potter besando a la que debió haber sido SU mujer, Lilly, acudieron a su mente y enseguida supo por qué le molestaba tanto ver a Potter con esa pelirroja. El patrón se repetía en la siguiente generación.

Oyó las asquerosas risas de todos los chavales, a las que se sumaron las del Weasley mayor y la extranjera, que hasta para reírse tenía ese asqueroso acento francés que parecía que hablaba con una polla en la boca, y tensó la mandíbula.

A su oído demasiado fino llegó un "te quiero" susurrado por Black a su derecha en el sofá. Los miró de reojo, su ceja palpitando, y vio a la bestia mirando con asqueroso amor al perro. Snape estiró el periódico con tanta rabia que empezó a rasgarlo por la mitad.

En ese preciso momento, Molly y Arthur Weasley entraron en el salón medio abrazados y, todo sonrisas y besos, anunciaron que la cena estaba lista.

Snape no pudo más. Se levantó con violencia, echó a andar hacia la puerta cogiendo su capa y salió por la puerta sin decir ni media palabra.

No soportaba a nadie en esa casa, ni siquiera a sí mismo.

Al día siguiente, Navidad, encontraron el cuerpo sin vida de Severus Snape. Al parecer se había tomado una poción mortal. Deliberadamente.

Tanta felicidad, y la visión de lo que pudo ser su vida y, por su culpa, no fue, lo había matado.

***

Palabras: 1000

23:25

¡Buenas!

Guau... Nunca había escrito nada así, pero por una parte es liberador.

El Snape del canon NO me cae bien, no me parece un héroe, escribo sobre él porque es un personaje muy interesante, pero para mí el Snarry no puede existir si no hay un cambio en Severus. El Snape de este one shot, además de desagradable y desagradecido, es machista, homófobo y sueña con abusar sexualmente de la mujer de la que entre muchas comillas "está enamorado". Si bien pienso que el Snape canon no se acerca a este en maldad, creo que podría hacernos reflexionar sobre la toxicidad del famoso "always" (también citado en plan irónico si os fijasteis).

Me ha gustado hacer al personaje tan odiable, creo que ha sido un reto porque primero lo hice un poco más simpático y luego tuve que cambiar lo que había escrito para hacerlo más creíble.

Me hizo gracia escribir esto para la palabra "felicidad". Supongo que todos esperábais un fluff de esos que calientan el alma. De todas maneras, supongo que la felicidad siempre tiene un perjudicado en el que se apoya, alguien que la envidie o alguien que la haga posible sin participar de ella... Pero bueno, voy a dejarlo que no son horas para ponerme filosófica, me quiero ir a dormir.

Hasta mañana 💙

Legalternative

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