Junio de 1942.
7:30 pm.
La noche ya había caído en las salvajes tierras soviéticas. Miré por la ventana de mi habitación, mientras que la luz de una linterna iluminaba parcialmente la recámara. Mi hermano Rusia estaba profundamente dormido, mientras que Bielorrusia y Kazajistán jugaban con las sombras que proyectaban gracias a la linterna. Éramos quince hermanos, cada uno más hiperactivo que el anterior. Rusia, Bielorrusia, Transcaucasia y yo éramos los más grandes, por lo que nos tocaba cuidar a los demás. A pesar de esto, aún nos comportábamos como niños; y es que lo éramos.
Éramos los hijos de la guerra. Una guerra que jamás me ha gustado, y por la cual mi padre siempre estaba ausente en casa. A pesar que las mujeres que nos supervisaban eran muy cálidas con todos nosotros, siempre he querido tener a mi padre en casa. Rusia era lo más aproximado que tenía a una figura adulta, ya que era el que más se parecía a mi padre en cuestión de carácter y dureza. Yo, en cambio, siempre fui un poco más blando y más rebelde.
Mi mirada se desvió hacia una figura negra y lisa que resaltaba entre la blancura de la nieve. Con algo de dificultad alcancé a reconocerla: era el auto de mi padre, un modelo que había fabricado hace unos años el señor Estados Unidos o como solía decirle mi padre "капиталистическая америка"*.
Me levanté con rapidez del banco que había acercado a la ventana y traté de despertar a Rusia. Su puño se movió con rapidez, casi no esquivaba el golpe que me había lanzado al rostro. Molesto lo tomé de los pies y lo jalé con fuerza, haciendo que cayera al frío suelo de madera y se golpeara la cabeza de una manera cómica.
—Идиот! Как вы думаете, черт побери? (¡Idiota! ¿Quién te crees, maldito mocoso?) —gritó Rusia. Bielorrusia y Kazajistán estaban riendo a carcajadas, mientras que yo sólo sonreía triunfal.
—Тато приїхав.
"Papá ya llegó".
Al oírme, los tres se quedaron callados. Pero sólo fue un momento, porque comenzaron a buscar sus zapatos y bajaron a toda velocidad las escaleras. Me puse mis zapatos y mi pequeña chamarra mientras que, entre bostezos, los seguí bajando las escaleras.
—Тато приїхав! —grité, haciendo que los demás se despertaran. En cuestión de minutos, ya había 10 niños esperando en el recibidor; unos en pijama, otros envueltos en sus mantas somnolientos. Las mujeres se habían despertado, asustadas por los gritos de cada uno de nosotros. Eran aproximadamente cinco señoritas y una mujer mayor; todas ellas nos cuidaban y hacían la comida, el aseo y educaban a los más pequeños.
Un sonido de llaves hizo que el desorden se extinguiera de golpe. El ruido de un par de botas militares, un tintineo peculiar y una lengua que nunca en mi vida había escuchado se hizo presente.
Al parecer, mi padre no iba solo.
Un hombre cruzó el umbral de la puerta. Detrás de él, mi padre. Nunca había visto a ese señor en mi vida, se veía tan extraño y no encajaba para nada en el escenario que había en mi hogar. Se veía muy relajado y serio, mucho más pequeño que mi padre y con unos enormes ojos color azabache. Al parecer sólo yo me quedé estático en mi lugar, puesto que mis hermanos rodeaban con entusiasmo a mi padre y al desconocido, mientras le lanzaban muchas preguntas al par.
Mi padre se puso rígido y con Lituania entre sus brazos, carraspeó levemente:
—Ребята, представляю вам мистер Мексика. Он будет жить с нами пару месяцев, поэтому я прошу вас быть с ним добрыми и вежливыми.
"Niños, les presento al señor México. Vivirá con nosotros un par de meses, así que les pido que sean amables y educados con él".
—Привет, малышки! —pronunció el desconocido con un acento extranjero muy notorio. Las palabras emanaron de sus labios de una manera tan alegre y fuerte que me sentí extraño. Su atuendo era de lo más parecido al de mi padre, sólo que poseía una gorra extraña con lentes en ella y un trozo de tela atado al cuello de color rojo.
Su presencia era impactante.
Imponente.
Quizá por eso sólo supe decir al momento de presentarme con él:
—Мене звуть Україна.
"Me llamo Ucrania".
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¡Holi!
Es un gusto volver a escribirles. Como dije, lo prometido es deuda: un capítulo más de esta shipp que me gusta tanto. Ya sé que es muy poco, pero realmente fue lo que se me ocurrió. :(
En fin, espero les guste.
K.C
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Semana UcraMex.
FanfictionUn pequeño libro con temática de un shipp que me gusta muchísimo, perteneciente al fandom de los Countryhumans.