Hwanwoong despertó desconcertado, chocando enseguida sus ojos con el techo de un auto.
¿Dónde carajos estaba?
Se incorporó algo débil, cansado y agotado. Reconoció que estaba en el automovil de Youngjo al ver el pequeño colgante aromatizante que tenía de un perrito gracias a Sunny, pero no había rastro de Youngjo dentro del auto.
Miró hacia afuera, ya estaba oscuro, y se encontraban en las afueras de la ciudad, aparcados en el costado de la carretera y frente a un pequeño mirador que daba la vista a una parte de la ciudad, que ahora mismo parecía una isla en medio del mar por toda la iluminación.
Y allí estaba Youngjo, afuera, sentado en el cerco que separaba el pequeño acantilado de la carretera y con su celular en mano, hablando con alguien. Hwanwoong, por a través del vidrio, pudo notarlo algo molesto con quien hablaba, al tiempo que ordenaba sus cabellos por el fuerte viento que se levantaba y miraba con el ceño fruncido hacia la ciudad.
Hwanwoong lo miró durante unos segundos. ¿Había algo que no le gustase de Youngjo? No, ni un gramo de él dejaba de gustarle. Youngjo había resultado ser todo lo contrario a lo que creía. ¿Era inteligente? Claro que sí, pero a la vez, Youngjo era una persona demasiado divertida y talentosa. Hwanwoong una vez había encontrado en su habitación una partitura creada por él, y de allí supo su gusto por la música. Youngjo era naturalmente divertido y bastante torpe, tenía una suerte bastante mala pero gracias a eso podía hacer reir a Hwanwoong. Y por último, por más que Youngjo pareciese un inexperto que jamás ha tenido sexo ni tampoco haber fumado en su vida, era todo lo contrario, porque cuando le conoció, fue especialmente borracho, volado por fumar marihuana y casi sin ninguna capa de ropa suelta.
Hwanwoong intentó levantarse para abrir la puerta e ir a donde estaba. Pero sus piernas al intentar correrse en el asientro trasero para llegar a la puerta no pusieron de su parte, estaban tan temblorosas que Hwanwoong sentía que se iba a caer apenas pusiera un pie afuera del auto, al igual de sentir una dolorosa punzada en su entrada y cadera -que ya se estaba acostumbrando a tener después de cada encuentro-. Hwanwoong aún se sentía sucio, y llevando uno de sus dedos a tocar la zona de su entrada por sobre la ropa, supo enseguida que el semen seguía allí, ensuciandole y mojándole, esparciéndose por su culo, testículos y agujero. Gimió ante la agradable sensación.
Volvió a intentar moverse, esta vez y con mucho esfuerzo llegando a la puerta del auto, y sin quitarle la vista al perfil de Youngjo quien seguía hablando por teléfono.
Youngjo sin duda era muy guapo, bajo esos lentes inservibles habían unos ojos oscuros tan profundos y cálidos, que Hwanwoong siempre se veia hipnotizado cuando le miraba luego de sus encuentros, en donde dedicaban a acurrucarse en la cama o el auto -generalmente de Youngjo- por lo cansados que quedaban hasta dormirse, o hasta cuando Hwanwoong tuviese que irse.
"Geonhak, ya sé que falté a la reunión de consejo pero era por algo importante, lo siento, no podía quedarme", escuchó decir a Youngjo con un tono de voz algo irritado, uno que nunca Youngjo había ocupado con él, y ante aquello soltó una pequeña risita mimada.
Hwanwoong sabía que él era el bebé de Youngjo, y se sentía tan bien siendolo. Amaba tener la atención del pelinegro cada vez que estaba en su campo de visión, saber que Youngjo no se fijaba en nadie más por él. Y también sabía que lo que estaba sintiendo por él era demasiado.
Youngjo era su último pensamiento de la noche, y el primero de la mañana. Youngjo había logrado lo que nadie en sus 20 años de vida. Hwanwoong jamás había estado tan maravillado de una persona, tan colado por alguien. Le daba miedo el hecho de sentirse dependiente de alguien, más si era alguien como Youngjo, tan posesivo, celoso.