004. Una primera cita

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Minerva corría de lado a lado en su cuarto compartido mientras que su hermana, harta de escuchar los pasos interrumpiendo sus dulces sueños, se tapaba los oídos con la almohada.

- ¡Por todo lo que más quieras, Minerva, deja de hacer tanto ruido! Comprendo que estés nerviosa por vuestra... bueno, esa cosa tan coqueta y horrible que os gusta hacer a vuestra edad, pero no quiere ello significar que debáis interrumpir las pocas horas que tengo de sueño.

La rubia sonrió nerviosa.

-Perdone, hermana. Es que... -Se sentó corriendo enfrente de Margot, quien bufó intuyendo lo que ocurriría a continuación. -Marius es un joven tan encantador, siempre ha estado a mi lado apoyándome desde que nos ayudaron aquel día en las calles de Francia. Es atractivo y amable, con una encantadora sonrisa y que me haya pedido salir en una cita me parece... de ensueño.

-Si tan poco deseas salir, no lo hagas. -Trató de aconsejar Margot, quien sabía menos que su hermana en cuanto a temas de amor se hablaba. -Pero si de verdad te gusta tanto, aunque esto me duela en el alma, sal con él. Aprovecha todos los momentos que puedas ahora porque estando como estamos nunca sabremos cuando puede llegar nuestro último día. Vive las cosas como tu corazón dicte, no solo tu cabeza, porque puede que llegue el día en que te arrepientas, Miner... ¿¡Qué pasa!? ¿¡Por qué lloras!?

-Es que... Nunca creí que llegaría a vivir lo suficiente como para ver el día en el que te vuelvas una mujer capaz de sentir otro tipo de amor... Hermana, estás enamorada. -Margot la miró horrorizada, disimulando su leve sonrojo.

-No seas infantil. -Rebatió murmurando sin mirarla fijamente a los ojos. -Además, ¡no estamos hablando de mí, sino de ti y tu amante de la ópera!

Minerva rio ante ello.

-Marius ama cantar ópera... -Suspiró. - ¿Por qué siempre se la suelen pasar cantando?

-No lo sé. -Respondió con despreocupación la morena. -Pero es divertido ver como un grupo de adolescentes se ponen a cantar una canción sobre la Revolución al estilo ópera... O sobre cualquier otra cosa.

-Cierto, muy cierto. -Minerva volvió a limpiarse las manos sudorosas en su vestido tras resoplar varias veces en un intento de acabar con sus nervios. -Está bien, ya estoy lista.

-Suerte, y pírate de una vez, quiero dormir. -Se quejó con una sonrisa su hermana mayor.

-No esperes que me crea que vas a dormir, seguramente vayas a irte de escapada romántica secreta con tu amado Enjolras.

- ¡Lárgate! -Gritó tirándole una almohada mientras que su hermana huía riendo.

▫️▫️▫️▫️▫️▫️

-Hemos llegado, madame. -Habló Marius cortésmente, cosa que gustó mucho a Minerva, quien no pudo evitar soltar una tonta risa de enamorada al ver sus exagerados gestos.

El chico la había llevado a uno de los pocos bares que servía una decente comida mientras que la poca gente que entraba a él era el tipo de persona con la que podrías compartir una tranquila cena junto a tu pareja en un intento de ambiente romántico.

-Disculpe mi osadía, Marius, pero... me preguntaba porqué me habíais invitado a cenar con vos.

- ¿Por qué la pregunta? Si puede saberse el motivo.

Minerva trató de moverse inadvertidamente en un intento de calmar sus nervios y que el chico enfrente suya no se diese cuenta de ellos.

-Pues... porque... -Apretó los labios, tragando duramente la saliva que comenzaba a brotar en su boca al sentir sequedad en su garganta. Relamió sus labios, gesto que no pasó por alto el otro. -Porque vos me... esto... ¿Cómo decirle de una manera suave y directa pero que no me de mucha vergüernza?

- ¿El que gustáis de mí? -Ella lo miró sorprendida. Él sonrió enternecido al notar el sonrojo que se formaba en sus mejillas. -No os preocupéis, yo siento exactamente lo mismo.

-Eso significa...

-Sea mi novia, Minerva.

- ¡Sí! -Todo el público giró a mirarla sobresaltado y ella se escondió de todos bajando su cuello a la altura de sus hombros. -Es decir... -Se aclaró la garganta. -Me haría usted la muchacha más alegre, Marius.

Destinados [Los Miserables]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora