Capítulo Díez

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Una brisa pasaba por mi cara. Oía su sonido en la nada misma y los edificios de la gran Seúl intimidaban por la gran altura.
Mis pies colgaban de la pequeña pared que me separaba del abismo, de aquel abismo del que no podría arrepentirme si entraba. Ya no podría salir.

Lloraba, como un pequeño niño asustado. Era hasta extraño, tenía miedo, pero quería hacerlo, necesitaba hacerlo.
Sabía que Han se sentiría culpable, pero poco a poco su culpa se iría. Mis amigos ya no se preocuparían por mi, estaban cansados de intentar darme fuerzas estas últimas semanas. Me parece increible que haya pasado tan poco tiempo.
Nunca pude pedirle que fuera mi novio... incluso había preparado lo que diría.

Me acomodé en el borde y miré el horizonte, no tenía las agallas para mirar hacia abajo. Saber que iba a irme después de un puesta de sol tan bonita me calmaba, por alguna razón. Sentía como si fuera otra etapa que pasar, como el sol en el atardecer desaparece yo lo haría ahora.

Me dejé caer hacia adelante. En esa fracción de segundo podía escuchar a la gente gritar, oía los autos andar, oía su risa. Su risa estaba plasmada en mi mente.
Era hasta romántico pensar que hasta el último segundo, incluso cuando ya no veía, no olía, no sentía; podía escuchar, su maravillosa risa en mi cabeza.

Hellevator Music [HyunSung;현성]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora