tres

2K 105 16
                                    

Tom hizo que me sentara en la salita y le contara de mis "expectativas de la clase" pero preferí no decirle

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Tom hizo que me sentara en la salita y le contara de mis "expectativas de la clase" pero preferí no decirle. La verdad era que no esperaba nada. Ni siquiera sabía si quería tener sexo con un chico desconocido.

- Bueno, te haré unas preguntas. Tendrás que contestarlas sinceramente, ¿de acuerdo? - Dijo serio, pero sin perder rastro de su belleza pura.

Asentí

- Edad.

- 18 años.

- Mayor de edad.- Masculló al tiempo que anotaba algo en una hoja. - ¿Virgen? - pasé saliva y apreté mis manos. Me puse tensa.

- Sí. - Admití a regañadientes.

- ¿Tienes algún problema cardíaco o algo por el estilo? - Lo tengo ahora mismo. ¡Un putísimo hombre con una belleza tremenda y una voz dulce está haciendo que mi corazón se acelere!

- No.

- Bien. Como eres mayor de edad y eres virgen no puedo hacerte otras preguntas - dijo mientras guardaba la hoja en una carpeta. - Y al ser virgen, no tengo que hacerte estudios.

- Pero... ¿Qué pasa después? - Pregunté mientras empezaba a quitarme mi chamarra.

- Pues yo puedo desvirgarte - ¿Por qué demonios hablaba del sexo como si fuera cualquier cosa? - O podemos esperar a que pierdas tu virginidad. - Abrió un poco sus piernas y recargó sus codos en los muslos acercando su rostro hacia mí.

- ¿Tú puedes quitármela?

- No tengo problema con eso. 

- Pero...

- Ya sé. Te han dicho que la primera vez es espantosa, pero puedo asegurarte de que no lo es. Sólo tienes que buscar el momento correcto y la persona correcta. - Empezó a decir. - Yo con mucho gusto puedo hacer que tu primera vez sea totalmente inolvidable.

- ¿Harías eso? - le pregunté interesada.- Pero...

- Hay reglas en esto, _____. - Me interrumpió. - Son simples. Si las sigues, todo será más fácil.

Empezó a decir las reglas una por una.

- Primera regla - empezó a decir. - No puedes contarle a nadie que doy clases. Si una mujer se topa con ese letrero es por que el destino la llama, no por otra cosa. Dos, no sabrás nada de mí; a qué me dedico y que hago fuera de aquí. Tres, nada de sentimientos. Esto es sexo y nada más que eso. Cuatro, no hay obligaciones, yo te hago sentir bien y tu a mí. Cinco, me protegeré todo el tiempo. Nada de semen dentro de tí. Seis, nada de buscarnos.

- ¿Terminaste? - le pregunté mientras alzaba las cejas.

- Sí.

- Bien... ¿Y qué pasa si rompo alguna regla? ¿Qué pasa sí TÚ rompes alguna regla? - Remarqué la palabra tú para dejar en claro que no sólo yo puedo romper las reglas.

- Yo nunca he roto las reglas.

- Pero puede pasar. - Arrugué el entre cejo y me acerqué a él. - Que nunca te haya pasado no significa que jamás te pasará.

- Creéme, no pasará. - Enarcó una ceja y tocó mi rodilla. Sentí como si mi piel se erizaba.

- Bien - me levanté y lo miré. Él hizo lo mismo. Era notablemente más alto que yo. - ¿Cuándo puedes desvirgarme?

- Depende.

- ¿De qué? 

- Mi estado de ánimo, mi agenda...

- Okey, okey. Revisa en tu agenda. - Sonrió de lado y se dirigió al pequeño escritorio. Sacó una libretita negra ya casi a punto de terminarse. Hojeó un poco hasta que dió con algún espacio.

- Puedo hoy. - tragué saliva.

- ¿Qué? - apenas y puede decirse que lo que acababa de decir era un susurro, por que lo dije tan bajo que dudé si él lo había escuchado.

- Estoy de buen animo y tengo tiempo...

- Pe-pero - tartamudeé.

- Si no quieres, no. No puedo obligarte a hacer algo que no quieres.

Me quedé pensando un momento. Mis padres no estarían hoy en casa así que no puede pasar nada. Lo miré a los ojos, a esos oscuros y profundos ojos y tomé aire para hablar de nuevo.

- Bien. ¿Dónde y a qué hora? 

sᴇx ɪɴsᴛʀᴜᴄᴛᴏʀ | ᴛᴏᴍ ʜᴏʟʟᴀɴᴅDonde viven las historias. Descúbrelo ahora