El Papushko (Navidad 2019)

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Cada país en el continente áurico tenía costumbres específicas y creencias particulares en lo referido a la celebración de la Festividad Ancestral

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Cada país en el continente áurico tenía costumbres específicas y creencias particulares en lo referido a la celebración de la Festividad Ancestral. La gran mayoría de personas acostumbraban hacerse con un pequeño pino, ya sea real o artificial, para colocarlo en sus salas principales. Decorar el árbol en familia con guirnaldas y cintas de colores era muy común en la mayoría de hogares. Los más religiosos, en base a la denominación de Natividad como también era conocidas la festividad, preparan un nacimiento con personajes de medio oriente. Incluso sin saber la identidad de la persona cuyo nacimiento se celebraba, todos se sentían dichosos de poder preparar el natalicio a escala.

Pero no todo era luz, dulces y felicidad cuando se hablaba de aquella fecha. Muchas culturas del continente hablaban de perversas criaturas y entidades malignas que aprovechaban la inmensa paz de la festividad para cometer las más atroces fechorías. Desde robar niños, asesinar transeúntes solitarios, violar virginales jovencitas hasta devorar las almas de sus víctimas, era de conocimiento general que la Festividad Ancestral podía llegar a tornarse increíblemente horrible si no se tomaba las medidas pertinentes.

Incluso para los más racionales, era imposible negar que entre el veinticuatro y el veinticinco de diciembre de cada año se incrementaba de manera exponencial los ataques y atentados del temible grupo conocido como los Caballeros de los Cinco Ojos. Ellos, así como otras sectas y cultos de naturaleza oscura, se dedicaban a sembrar el caos y la desesperación sin alguna razón específica. La mayoría de gobiernos estaba muy al tanto de ello, por lo que no era nada raro sentir que la seguridad en todas las ciudades se fortalecía durante las celebraciones.

Sin embargo, así como corrían rumores de individuos malvados, además de seres monstruosos y demoniacos, también se narraba ciertos relatos sobre enigmáticos personajes que los combatían con valentía. Existía uno propio del Gran Imperio Rojo al que todos conocían como el Papushko Klaus. Se decía que era un ente benigno con el aspecto de un hombre de larga barba y cabello blanco, increíblemente alto y musculoso, que acostumbraba vestir un abrigo rojo de piel de oso y un pantalón del mismo color, con unas botas negras a juego.

Sus mayores características eran los colosales machetes gemelos que utilizaba como armas y el vehículo con el que se movilizaba por los cielos del Gran Imperio. No se sabía a ciencia cierta de qué clase de máquina se trataba, pero la mayoría coincidía en que estaba dividida en dos: el compartimiento en el que el Papushko lo manejaba, y la parte delantera compuesta por cohetes o similares artilugios que mantenían el aparato en el aire y le permitían moverse a velocidades increíbles. Los más imaginativos, sin embargo, aducían que era ilógico pensar que una criatura mitológica como lo era el Papushko utilizara máquinas tecnológicas. Según ellos, el misterioso ser se trasladaba por medio de un ciclópeo trineo tirado por bestiales renos negros que vomitaban fuego.

Existían distintas versiones que intentaban explicar el origen del personaje. Algunos opinaban que se trataba de un antiguo soldado granimperial con el que habían experimentado hasta convertirlo en una especie de súper hombre, pero cuyo incontrolable poder le había permitido escapar de las garras del gobierno. Incluso se contaba algo similar, pero atribuyéndole una mayor antigüedad al considerarlo un arcaico habitante del país que había existido en territorio granimperial antes del Gran Cataclismo.

También se narraba, desde la perspectiva más mística, que el Papushko era un enviado divino del Creador con la misión de proteger a los débiles humanos de los incontables peligros que acechaban a la especie. Existía otra versión según la cual se afirmaba que el Papushko había sido originalmente un ser demoniaco increíblemente malvado que, por alguna razón desconocida, se había arrepentido de su nefasto estilo de vida y había decidido cambiar su accionar en beneficio del ser humano.

Sin embargo, la teoría mayormente aceptada era que el icónico individuo era una interpretación corrompida y oscura de Saint Noel, un ser legendario de los Estados Papales. Si bien unos pocos consideraban que ambas criaturas mitológicas podían existir al mismo tiempo sin incongruencias, al analizar su increíble parecido la mayoría concluía que se trataba del mismo personaje. Asimismo, al tener en cuenta la exagerada rivalidad que el Gran Imperio Rojo sentía de manera unidireccional contra los Estados Papales, resultaba lógico asumir que los granimperiales habían intentado deformar a un ícono neocristiano.

Pero, incluso aceptando aquella conclusión, lo cierto era que una considerable cantidad de personas afirmaban haber visto al Papushko con sus propios ojos. Si bien en su mayoría eran historias épicas donde el mitológico ser había salvado a indefensas víctimas, también existían relatos que eran la otra cara de la moneda. Eran versiones sumamente oscuras, que llegaban a poner en duda la naturaleza supuestamente benigna del Papushko.

De vez en cuando durante las fechas de la Festividad Ancestral, en algunos pueblos rurales del Gran Imperio Rojo, e incluso en Krossia y Ukriev, se podía encontrar hombres agonizantes clavados con machetes en los troncos de los abetos. Cuando los aterrados pobladores los liberaban del suplicio y les preguntan cómo habían terminado así, los desgraciados respondían que un temible y gigantesco hombre de rojo había sido el culpable. Ninguno de ellos sobrevivía más allá de unas horas debido a la pérdida de sangre, y luego de las investigaciones se determinaba que los afectados siempre eran peligrosos criminales, malvados psicópatas o perversos terroristas.

Aquellos eventos eran suficientes para que, en su mayoría, los granimperiales más supersticiosos intentaran seguir una vida correcta y tranquila. El gobierno del Gran Imperio, como resultaba natural, se mostraba sumamente complacido con tal efecto, de modo que impulsaban la creencia en el Papushko mediante productos comerciales y programas en los medios de comunicación. Aunque eso no significaba que la relación entre el Gran Emperador Rojo y la criatura mitológica fuese de lo más perfecta.

Había rumores de gente que afirmaba haber presenciado ataques del Papushko contra instalaciones gubernamentales. Según esas experiencias, normalmente contadas por ex trabajadores traumados, el increíble personaje no atacaba sólo, sino que se servía de unos pequeños y viles engendros deformes que portaban sombreros y zapatos puntiagudos. Usualmente no había víctimas fatales durante los asaltos, pero muchas sedes de investigación científica y algunos centros militares terminaban completamente destruidos.

Fuese verdad o no todo lo que se decía sobre el Papushko Klaus, lo cierto era que su naturaleza de luz y oscuridad complementaria lo hacía un concepto sumamente interesante, tanto para los que creían en su existencia como para los que estudiaban las implicancias simbólicas de su leyenda. En cualquier caso, mientras que en muchos de los países áuricos se vivía una mezcla entre felicidad por la celebración y temor por el incremento de la violencia, en el Gran Imperio Rojo la mayoría de pobladores se sentían seguros de tener al misterioso hombre de rojo protegiendo sus pacíficas tradiciones.

¿Crees tú en el Papushko Klaus?

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Alegoría a la DemenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora