¡Feliz Navidad!

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La víspera de Navidad había llegado y los años no habían transcurrido en vano.

La nieve caía con delicadeza pero sin dejar de perderse en el paisaje. Las tiendas estaban abiertas vendiendo algunos regalos para los despistados que han dejado al último momento los regalos.

Las familias y parejas ya estaban reunidas pues la época favorita lograba reunirlos olvidando sus agobios.

Por fin Matth y Oscar estaban en su primer año de universidad, en unos años más podrían presumir sus títulos de administrador y abogado, respectivamente. Al final el castaño terminó encariñandose con las cuentas matemáticas.

Mientras que Óscar tras la experiencia vivida quiso buscar la justicia ayudando a los demás. A pesar de separar sus caminos en comparación a los años anteriores, seguían recurriendose a menudo pues la amistad que los unía era inquebrantable.

La cena de Navidad estaba por comenzar, por azares del destino los padres de ambos decidieron disfrutar la víspera yéndose de vacaciones juntos a un lugar cálido dejandolos como responsables de sus hogares.

—Yo sigo diciendo que no quisieron llevarnos.

—Oscar...¡eso es obvio!

—Tranquilo viejo, no te exaltes. Yo nada más decía.

El castaño miró a su amigo cansado de oír tanta estupidez en tan solo cinco horas. Ambos decidieron festejar en la casa del "adorador de cheetos", invitando a sus parejas.

—¿Por qué no mejor revisas el ponche?— pidió estresado y sujetándose el puente de su nariz.

—Va, pero si huele a quemado no será mi culpa.

Su amigo sonrió y regresó a la cocina. Los dos ya no eran los mocosos inmaduros de hace algunos años.

Siguieron arreglado la casa y preparando la mesa para que todo estuviera listo. Escucharon carros estacionarse afuera de la casa.

Se acomodaron sus ropas y detallaron la pequeña mesa. El timbre resonó por toda la sala, yendo a atender el dueño del hogar.

—¡Feliz Navidad mi amor!— gritó Jackson al reconocer a su novio, siendo abrazado por este.

—Feliz navidad Jackie.

—No estorben, necesito pasar.— Samuel empujo a la pareja con maldad.— Feliz Navidad Matth.

—Feliz Navidad a ti también cariño.

—¿Qué huele tan bien?— preguntó Jackson olfateando exageradamente.—¿acaso eso es bacalao?

—Buena nariz Jackson, hicimos un poco. Pasemos a sentarnos.— dijo Matth mientras guiaba a los demás al comedor de la casa.

—¿Ambos cocinaron?, me sorprende que no haya explotado la cocina.— bromeó Samuel recibiendo un ligero puñetazo amistoso en su hombro.

—O toda la casa.

—¡Jackson!

—¿Qué?, vamos bebito no te enojes. Estábamos jugando.— el mayor reposaba su rostro en el hombro de Óscar.

—Todavía no cenamos y ya van a empezar de cursis.

—¡Ja!, no es culpa nuestra que papi Samuel sea un cerrado y no quiera demostrar su pasión.— se burló Óscar seguido de Jackson.

—Yo sé que él quiere exponer su amor, ¡dale un besito!, no seas aguado, Wolf.

— Mejor callense dúo de idiotas o no querrán verme fastidiado.

¡Ya quiéreme profesor! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora