Marvel-shots

Drabble ShieldAnt

—¿Dónde está? —Steve bajó del auto proporcionado por Tony, preocupado al no recibir noticias de su prometido.

—En la habitación, todo iba bien, pero creo que le pegó muy duro darse cuenta que hoy es el día —explicó Hope, bastante tranquila a comparación del soldado.

—¿Tendrá dudas? —su mandíbula se tensó, ¿y si realmente las tenía?

—¿Es una broma? La única duda que tiene es si está soñando o en medio de una alucinación —Steve deseaba tener la seguridad de su futura cuñada, pero todo con Scott había sido demasiado difícil

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—¿En verdad me amas? —preguntó posicionando su mano sobre la del soldado, elevandolas a la altura de su rostro y sin retirar la vista de ellas.

—Scott... —le regañó con dulzura— ¿Cuántas veces debo decirlo? —entrelazó la mano tomada por Scott con la ajena— Eres mi mundo entero —acercó las manos, aún aferradas una a la otra, y depositó un tierno beso en la de Scott.
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—Scott, cariño, abre por favor —pegó su rostro a la puerta, rogando por una respuesta—. No me hagas tirar la puerta, no quiero comenzar mal con Hope… —aun nada—; supongo que no me dejas de otra… —se alejó de la puerta, tomando algo de impulso.

—Alto ahí, Capitán —Steve sintió como la mano de la mujer le detenía por el hombro, mostrándole unas llaves en cuanto se giró—. Hagamos las cosas con un poco más de cabeza —abrió la puerta, la habitación estaba en perfectas condiciones, quizá un poco de desorden por las prisas pero nada totalmente fuera de su sitio.

—¿Scott? —le llamó, obteniendo sólo silencio— Oh, bueno, no podemos desperdiciar todo, ¿no lo crees, Hope? —la castaña le miraba incrédula, hasta que entendió cuál era su idea.

—¿Le digo a Stark que se prepare? —continuó con el engaño con una sonrisa cómplice.

—Si no es mucha molestia… —ambos caminaron hasta la entrada, haciendo el mayor ruido posible sin parecer falso, porque lo era, y cerraron la puerta con ellos dentro.

—Lo sabía… —se quejó una frazada hecha montaña.

El Capitán sonrió satisfecho, caminó en silencio hasta la cama y levantó la frazada con cuidado.

—¿Qué era lo que sabías? —le ofreció su mano libre, ayudándole a levantarse de la cama para cargarlo nupcialmente.

—Aun no es su noche de bodas, Dios —se quejó Hope, “asqueada” por el tierno beso que compartían los futuros esposos.