—¿Sigues ahí? —le llamó Peggy un tanto preocupada— Cassie quiere despedirse.
—Oh, lo siento, ahora voy —con una sonrisa pintada en su rostro, se levantó de su mecedora, aquella que mantenía en la terraza para sus noches de desvelo admirando las estrellas.
Desde niño había algo que le llamaba del cielo estrellado, quizá la idea de poder ir más allá de lo que nadie nunca había ido.
—Nos vemos mañana, pulga —alborotó el cabello recién cortado de su hija, causando un gran y eléctrico desastre; aunque aquello no parecía importarle, pues se despidió de su padre con esa adorable e incompleta sonrisa que tanto endulzaba los días de Scott.
[Terraza; 3:45 am]
Había pasado ahí desde que su ex esposa recogió a Cassie, y ni siquiera le parecía suficiente, quería quedarse un par de minutos más, sentir la serenidad de la noche a través de aquellas distantes luces.
—¿Eso es...? —una en especial se iba agrandando conforme los minutos pasaban, llamando la atención del hombre— ¡Meteorito! —alcanzó a decir, entre emocionado y asustado.
No estaba completamente seguro de que eso era, y cualquiera le habría dicho que era estúpido y arriesgado ir a verificar... Pero no había nadie ahí para detenerle.
—Sólo... Un pequeño vistazo —se adentró en casa, buscando su viejo bate, por si había algo que intentase atacarlo, y salió a su jardín trasero, dónde convenientemente había caído aquel meteorito.
No era un meteorito, ni por asomo, más bien parecía una de esas naves espaciales que solía ver en películas de ciencia ficción, quizás hasta mejor que aquellas.
—Emh... ¿Hola? —su valentía iba disminuyendo a la par que lo hacía la distancia entre él y aquella extraña nave— ¿Vienen en paz? —preguntó ya a pocos centímetros de ella, aferrando su agarre al bate.
—¿Qué... Qué se supone que diga, "llevanos con tu líder"? —de la nave salía un... ¿hombre? Hablaba su idioma a la perfección y no se le veía ninguna extremidad de más..., sí, seguramente un humano, pero ¿cómo?
—¿Tu nombre es? —estaba en posición de bateo, preparado para cualquier ataque.
—Peter —¿pero qué veían sus ojos? Un adorable Terrano... a punto de golpearlo—; Peter Quill —sin aviso alguno y haciendo uso de su sonrisa más encantadora, se presentó, acercándose rápidamente al asustado hombre, que no dudó ni un sólo instante ante su acción y terminó por noquearlo con el bate.
—Oh, Dios, ¿qué acabó de hacer? —dejó caer el arma homicida; entró en pánico y lo golpeó, eso cuenta como defensa propia, ¿no?
Intentó levantar al visitante, sin demasiado éxito; gracias al cielo Hank ya le había confiado el transmisor y logró hacerse de un par de hormigas que le ayudaran con el trabajo.
—¿Qué me... pasó? —la cabeza le dolía más que aquellos días de resaca, pero al abrir los ojos se encontró de nuevo con el Terrano, ahora más tranquilo y con un rostro preocupado; "más adorable todavía", no pudo evitar pensar.
—Te caíste —estaba vivo, punto bueno—, muuuy duro —no podía apagar por completo esa pequeña sonrisa que le provocaba el recuerdo.
—Siento que me atropelló un tren —se sobó el cráneo, sí que había sido un golpe fuerte.
—Lo siento... —no se midió, su reacción fue rápida y no lo pensó demasiado—, por no evitar la caída —se apresuró a completar antes de dejarse en evidencia—. ¿Tienes hambre? —sonrisa de trofeo y le ofrecía comida, ¿qué más podía pedir?

YOU ARE READING
Marvel-shots
ContoCompilación de drabbles, viñetas, one-shots de Marvel, multishipps, au's y amor al fandom de por medio.