cuatro

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Su palido y delgado cuerpo fue delicadamente recostado en las suaves sabanas de seda blanca que se encontraban extendidas en aquel cómodo colchón de tres plazas

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Su palido y delgado cuerpo fue delicadamente recostado en las suaves sabanas de seda blanca que se encontraban extendidas en aquel cómodo colchón de tres plazas. Aquel tacto tan suave que tenian los dedos de jimin al tocar su cuerpo se sentía tan calido, familiar y perfectamente bien, como si la delicadeza de sus acciones fueran tan mágicas e irreales, como los pétalos de una hermosa rosa roja que perdió su camimo en la brisa de un hermoso invieron a la puerta de la primavera.

La suave melodía de sus corazones palpitando se convirtieron en la perfecta sinfonía cuando el brillo de sus miradas se encontraron bajo la luz de la Luna.

Sus orbes miel miraron con fascinación cada pequeño estremecimiento que daba aquel pequeño y delgado cuerpo frágil del bello joven al sentir las suaves caricias que le daba a su caliente piel, y la cálida respiración que tocaba su cuerpo como ardientes llamas, sus manos ya deseosas e impacientes comenzaron a desabotonar aquellos molestosos botones que impedían ver aquella perfecta piel que tendría un hermoso joven de ojos llamativos y mirada inocente, sus gruesos labios rojos tan desesperados y latientes parecían tener vida propia cuando su bronceado cuerpo se inclinó hacia adelante y casi en cuestiones de segundos se pegaron en aquel bello cuello de cisne como un magnétismo, tan abrumadora fue la intensidad que sus manos no perdieron el tiempo en comenzar a descartar por completo su camisa como un animal sediento de más contacto.

Su cuerpo sintiendo pronto el deseo de nunca más alejarse, su mente perdiéndose en sólo cuestiones de segundos en aquellos cálidos dedos del castaño que se sentían familiares en su cuerpo.

Sus cálidas manos recorrían con mucha delicadeza aquella suave piel blanca, tan nivea, y casi irreal como aquellos bonitos orbes avellanas que lo miraban atentamente debajo de sus largas pestañas negras, tan deseosos, tan desesperados, y curiosos por ver que haría con su cuerpo, por sentir más contactos de sus cuerpos a la luz de la luna.

Aquello se sentía tan bien. Que su corazon de acuerdo con su cuerpo gritaban "suyo" como si sólo le perteneciera única y perfectamente al Príncipe.

Jimin detuvo sus movimientos al sentir un pequeño estremecimiento del joven pálido, su mirada recorriendo lentamente aquella suave piel brillante de su pálido abdomen hasta detenerlo en aquellos pequeños botones rosados y erectos, como pequeñas fresas brillantes, tan rojas y sensibles apetecibles fresas.

Que fue casi una aterradora necesidad de incentivar a su cuerpo a tocarlo, de obligarlo a nunca mas apartarse de el, de pronto lo volvía esclavo y dependiente de sus caricias, su cuerpo, su piel, sus labios, aquellos labios que se moria por deborarlos.

Y lo sintió.

Sintio un extraño sentimiento de pronto cosquillear en su bajo vientre, al tocar aquella delicada mejilla, aquel pequeño tacto que pronto se sintió un sentimiento completamente inexplicable, aquel tacto que se sintió tan ireal pero reconfortante, como si aquel joven fuera la persona que estuviera buscando todo este tiempo, fue imposible que una sonrisa no apareciera en sus carnosos labios, estaba seguro que yoongi es la persona que tanto había deseado encontrar, se inclinó para dejar un suave besó en los delgados belfos rosas de su acompañante.

🌙Un Sueño Celestes🌙 jimsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora