Prólogo

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Obito y Deidara tienen ambos 18. Danzo ha muerto y por ello la tercera guerra ninja acaba antes de tiempo. Las naciones crean eventos anuales para festejar la paz.

Esta es una vieja historia mía. Nunca he publicado en Wattpad pero me gustaría ver qué tal. :3

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Deidara observó la multitud que se había reunido en Iwa desde todas las naciones para festejar como todos los años el fin de la guerra, el aniversario del comienzo de una era de paz. Su nuevo amigo y él estaban en una esquina de la posada, dando tragos de vez en cuando a sus bebidas y sumidos en una conversación trascendental sobre cuál de los asistentes estaba más bueno.

En un momento dado, ambos callaron y vio a Hidan con toda la atención puesta en un grupo de tres ninjas de Konoha. En particular, se fijó en uno de ellos. Un chico alto y moreno que conversaba animadamente con un tipo extraño vestido con un horrible traje de cuerpo entero verde y ajustado. Su nuevo objeto de atención llevaba unas gafas protectoras naranjas y una chaqueta azul con el escudo del famoso clan Uchiha. De repente, el chico lo miró y él le guiñó un ojo, pero en seguida apartó la vista, con gesto nervioso.

Un chico tímido...

—Eh —dijo dando un codazo a Hidan antes de señalarlo—. El de Konoha es mono.

—¿El del cigarro? Sí, también le he echado el ojo. Cómo me dejaba romper el culo por él, mmmh —dijo relamiéndose.

—No, ese no. El de la cara de tonto que está a su lado.

Hidan alzó una ceja antes de fijarse en el susodicho, entrecerrando los ojos como intentando buscar algo en él que se le hubiera pasado por alto.

—Tienes unos gustos de mierda —fue su conclusión.

El grupo de ninjas de Konoha vigilaba con atención el portal de entrada a la aldea. Dando una calada a su cigarro, Asuma consultó su reloj.

—Ya es la hora —dijo, exhalando el humo.

Kakashi, cruzado de brazos junto a él, sacudió la cabeza.

—Llegan tarde —dijo con tono de desaprobación—, qué casualidad, como tú usualmente, Obito. Al final va a resultar que son el uno para el otro.

—Te odio —dijo el aludido entre dientes, su cara completamente roja.

—¿Pero por qué te escondes? Si lo haces no te va a reconocer —intervino Gai—. ¡Ese no es el espíritu, Obito!

—¡Quizá precisamente porque no quiero que me reconozca! —gritó, tras lo cual dio un suspiro—. No voy a poder respirar aliviado hasta que no vea a todos los invitados irse de aquí por fin... No pienso salir de casa en una semana. ¿Alguien se ofrece a hacer la compra por mí?

Juntó las manos como rezando para que alguien se apiadase de él y su situación pero ninguno de ellos respondió.

—Lo más probable es que te estés preocupando para nada. Seguro que no te recuerda —dijo Kakashi. ¿De veras estaba él intentando calmarlo?—. Sólo fuiste algo de una noche para él. No seas tan iluso como para pensar que ha estado estos seis meses suspirando mientras piensa en ti.

Obito no sabía si ofenderse o no. No quería que el rubio que había besado por error pensando que era una chica lo recordase, pero a la vez su orgullo resultó herido por las palabras de su odioso compañero y tuvo que reprimirse con todas sus fuerzas pasa no contradecirlo.

Dos minutos y medioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora