El torneo

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Rin fue a buscarlo en la mañana para asegurarse que no llegase tarde al sorteo de los enfrentamientos. A diferencia de otros días, no tuvo que hacerla esperar pues su insomnio le había permitido hacer las tareas pendientes. Obito pensó que haciendo un poco de limpieza rutinaria se cansaría y le entraría sueño. No funcionó. Sólo había dormido unas tres horas por lo que decidió tomarse una píldora de soldado para recuperar energía y no sentirse cansado en el torneo. Luego se comió también cinco cucharadas de azúcar, para quitarse el horrible sabor amargo de la pastilla.

Conforme se acercaban al estadio, sus nervios fueron en aumento. No sabía cómo iba a actuar cuando viera de nuevo a Deidara. Incluso era posible que le tocase luchar contra él. Con sólo pensar que se volvieron a besar el día anterior, Obito se ponía rojo de nuevo. Rin no sacó el tema y él se lo agradeció interiormente. Se preguntó si sabía que algo le pasaba. Seguro sí. Rin se daba cuenta de muchas cosas sin que nadie se lo tuviera que decir.

—Todo va a ir bien, Obito. No te preocupes —lo animó su amiga, apretando su mano en un puño para darle ánimos.

Y con esas sencillas palabras, tan simples e indefinidas pero efectivas él se sintió mucho mejor. Quizá estaba viendo problemas donde no los había.

El resto del camino lo pasaron hablando del torneo, como Rin se había especializado en ninjutsu médico, no se había presentado pero estaría ahí igualmente animándolos a todos. Obito no podía esperar a ver en acción a todos los contrincantes de otras aldeas y sus técnicas desconocidas, tan diferentes de las que se veían por Konoha.

Pero el momento de conversación pacífica y agradable con Rin terminó en el momento en que llegó al estadio y vio un grupo de chicas sentadas en las gradas cargadas de pancartas que le deseaban buena suerte a "Kakashi-kun". Les puso mala cara y tuvo que esforzarse mucho para que no le rechinasen los dientes. Ni que fuera la gran cosa, el muy engreído.

—Envidioso —dijo Tontokashi al pasar.

Obito se cruzó de brazos, dejando escapar un gruñido.

—¡Ya quisieras! ¡Sólo me preguntaba qué rayos es lo que te ven! ¿Cuál es el punto de tener fans? ¡Ninguno!

—¡Pero Obito, tú también tienes fans! ¡Mira! —dijo Rin, señalando otra zona de la grada bajo ellos.

Dirigió su vista hacia donde indicaba su dedo. En efecto, las abuelitas a las que ayudaba habitualmente estaban ahí apoyándolo. Una, dos, tres, cuatro pancartas. Una más que Kakashi. Eso lo hizo reír a carcajadas mientras sacaba pecho.

—¡En tu cara Tontokashi, yo tengo más pancartas que tú! —dijo, otra vez estaba de buen humor. Después de acabar el torneo, seguro le hacían muchos pasteles.

—Crece de una vez —le respondió Kakashi, rodando los ojos.

Sacó una paleta del bolsillo interior de su chaqueta, le quitó el papel que la envolvía y se la metió en la boca, dándole vueltas al palito mientras soñaba despierto. Era un torneo amistoso, pero obtener reconocimiento delante de tantos extranjeros hacía que valiera la pena. El ganador se haría famoso en varios países.

Se apoyó en la barandilla, mirando hacia el lugar donde estaban los de Iwa. Todos con su chaleco marrón sobre ese suéter rojizo de una sola manga. No le costó demasiado localizar a Deidara, siendo el único rubio del grupo. Una chica morena a su lado le robó el sombrero al Tsuchikage y se lo puso a él. Deidara parecía estar haciendo una imitación del anciano, que con un movimiento rápido se lo quitó, regañándolo. Deidara y él empezaron a discutir, su cara roja por el enfado. No podía oírlo pero el Tsuchikage parecía estar gritando mucho. La escena era bastante cómica. Le hubiera gustado saber lo que decían. Suspiró, sorprendiéndose cuando fue consciente de lo que acababa de hacer. Solía suspirar cuando observaba a Rin en la distancia, cuando miraba sus fotos o cuando la recordaba. Jamás le había pasado con otra persona... Sólo pensar lo que eso implicaba lo hizo sonrojarse.

Dos minutos y medioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora