6 0 0
                                    


El timbre sonó por tercera y última vez.

Mis manos descansaban sobre la fría barandilla de metal de la azotea.

Mis ojos buscaban algún indicio de tu presencia cerca de la salida.

'¿Dónde estás?'

Mordí mi labio inferior, comenzaba a sentirme algo angustiado.

Quizás ya te fuiste.

Quizás no te ví.

Quizás...

Quizás ni siquiera ibas a venir.

Mis ojos se aguaron y bajé la mirada.

Me quedé unos segundos así, viendo mis zapatillas blancas, algo polvorientas. Mi cabezá volvió a operar con nuevos pensamientos de que quizás...

'No.'

'Ya basta.'

'No.'

Pasé mi brazo por mi rostro, haciendo desaparecer las lágrimas entre la tela de mi camisa blanca.

Te recordé.

Hace unas pocas horas.

Te observaba.

Estabas tan concentrado releyendo la pequeña y simple nota que en tu casillero había dejado.

Leías con atención. Con esa expresión seria en tu rostro que tanto me fascinaba, provocando a mis mejillas sonrosar.

Terminaste de leer.

Tenías dos opciones.

Cerré mis ojos con fuerza.

Los nervios recorrían mi cuerpo, erizandome la piel.

Escuché un ruido. Papel. Mi nota.

Temblé.

Lastimosamente me hice la idea de que al abrir los ojos vería mi nota en el suelo, conpletamente arrugada por la presión que tus fuertes y a la vez delicadas manos habían ejercido sobre ella.

Pero no.

Abrí mis ojos.

No la habías tirado.

La habías doblado cuidadosamente y guardado en el bolsillo trasero de tus pantalones.

Mis piernas flaquearon.

Una cálida sensación inundó mi pecho.

Euforia.

'Dios, no puedo creerlo'

Estaba seguro de que mi rostro en ese momento debía tener una expresión muy graciosa.

Pero ya qué.

¡Ibas a venir a mi encuentro al finalizar las clases!

Y no necesitaba nada más.

Abrí mis ojos, volviendo a la realidad en la que la brisa acariciaba suavemente mi rostro.

Casi consolandome.

Mi ser se calmó al respirar profundamente el aire fresco.

La azotea era uno de mis lugares favoritos, ¿Sábes?

Principalmente, porque desde ahí podía observarte en los recesos.

Tumbado junto al más grande y viejo árbol de la preparatoria.

Tu expresión serena, calma. Tan ajeno a todo, como si estuvieras en otro mundo.

Tu rostro siempre se veía tan varonil. Tu piel suave. Delicada como un cristal. El cual me gustaría con cuidado acariciar.

Era curioso cómo tus párpados jamás se levantaban, suerte para mí, pues si lo hacías me descubrirías, y demonios que sería vergonzozo...

Tus auriculares nunca faltaban.

Eran para tus oídos lo que una abeja para una hermosa flor.

De vez en cuando, movías apénas tus labios, tarareando.

¡Oh, cómo me gustaría saber qué melodías eran las afortunadas de deleitar a tu oído!

Y cómo me gustaría escucharlas junto a tí...

Volví a sonreír.

'Vas a venir. Lo sé.'


─❀;

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 26, 2019 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

♡;confession // ✁yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora