Perdóname

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Transcurría una cálida noche de junio en Barcelona una gala de felicitación por la nueva colección de ropa infantil de Yuuri Katsuki, que luego de ella le había seguido la de adolescentes y adultos del diseñador Viktor Nikiforov; casualmente aquellas dos personas estaban comprometidos uno con el otro, disfrutaban de la velada intercambiando palabras con futuros compradores para sus locales de indumentaria a nivel mundial. 

Todo iba totalmente bien, demasiado se podría decir, salvo por un pequeño detalle... El alcohol, así es, el alcohol en Yuuri no era su fiel amada, era todo lo contrario, la bebida lo volvía otra persona, uno mucho más abierto de lo que ya era, más confiazudo, con un libido por los aires y eso Viktor lo sabía muy bien. Pero este último, en esta ocasión no estaba prestandole la atención necesaria para detenerlo. Y ese fue un gran error, porque había un patinador muy conocido que lucía únicamente de manera exclusiva las prendas que lucía en sus competencias con el sello Nikiforov, Christophe Giaccometi es su nombre, un hombre bastante atractivo proveniente de Suiza, con una cabellera rubia deslumbrante, atributos envidiables en cualquier hombre de aquel deporte, y con unos verdosos ojos hermosos que atraería a cualquiera y justamente ese hombre es el que está interesado en Yuuri.

Lo veía a lo lejos, el como sin parar tomaba copa tras copa de champaña, notaba como claramente aquel joven perdía el ancla a la realidad, dios, para Chris ese chico era demasiado hermoso, como envidiaba al ruso por tener tan hermoso prometido, japones, con unos preciosos ojos chocolate, con suave cabello negro, con un perfecto cuerpo bien proporcionado para alguien tan delgado para él, pero eso no quería decir que le quitaba lo atractivo, es más, le sumaba puntos, lo volvía loco. Es por eso que lentamente se fue acercando a él y tomó la iniciativa de hablarle.

-Me parece que un ser tan hermoso deba seguir tomando tanto - dijo lo más casual posible, sin mostrar otra intensión-

-¿Ah? - de lo alcoholizado que se encontraba no podía enfocar la vista muy bien - Viktor, eres tu?-

-....- estaba a punto de responder que no, mas no quería perder la gran oportunidad que tenía de poder llevarlo con él - Claro que sí, y me parece que estás pasado un poco  de copas -

-Jajaja  - reía bajo los efectos del alcohol - ssssi estoy bbbien - continuaba tambaleándose - mejor... que tal si... si vamos a nuestra habitación -

-Creo que sería lo mejor - sonríe - 

Viktor seguía sin percaptarse de la ausencia de Yuuri, cosa que el suizo agradecía a los dioses. El rubio en vez de llevarlo a la habitación del asiático (del cual no llegó a preguntar), lo llevó al suyo, era una habitación hermosa, elegante, su agente había dado justo en el blanco al elegir tal espacio a ocupar. Al ingresar, se dirigió a la parte donde se encontraba la cama y allí posó con cuidado al japones, al cual ya se lo veía bastante necesitado de un buen sexo, Chris podía ver ello muy claramente, tan sonrojado, sudoroso y jadeante. No perdió tiempo alguno en ir retirando prenda por prenda del asiático, que gracias a Viktor era muy suave y cómodo, al igual que su perfecta y blanca piel; algo que tampoco faltaba eran los besos, los labios de ambos inmediatamente se sintieron extremadamente atraídos como dos imanes al punto de no poder detenerse. Para Yuuri el ver a Chris aún con ropa, le daba un sentimiento de injusticia, por ello tomó la iniciativa de cambiar de posición y ser él quien le quitase la ropa al suizo, este no se opuso, es mas, se dejó sin ningún impedimento, quería ver cuanto podía hacer el hombre que tanto deseaba tener en la cama. 

En el momento en que solo quedaba la ropa interior del más alto, este quiso detener al azabache, sin embargo Yuuri se lo impidió, pues tenía otros planes para él; rápidamente le retiró dicha prenda y vio como salió el pene dulce y tan erecto del rubio, a Yuuri le brillaron los ojos y su vez, su boca comenzaba a llenarse de saliva por lo excitado que estaba, dios, no podía más el no tener ese pedazo de carne en su boca y evidentemente así fue, sin más preámbulos engulló el pene del oji verde en su cavidad bucal dando inicio con movimientos ascendentes y descendientes, primero eran lentos, con su mano izquierda jugaba con los testículos del contrario y con los dedos de su mano derecha los introdujo a su ano permitiendo así aflojar la entrada. Chris se sentía estar en el cielo, estaba teniendo la mamada de su vida, nadie en su puta vida lo había hecho como Yuuri, absolutamente nadie, ni siquiera su última conquista. Jadeaba de placer, sentía que su semen saldría disparado en cualquier momento, llevó su mano a la cabellera del pelinegro haciendo que este aumentara más la profundidad y rapidez del movimiento de su boca, y así fue como liberó todo lo que tenía en su interior, Yuuri se tragó todo, no dejó nada, no era nada nuevo en él, sabía como le gustaba las mamadas a Viktor.

Dulce MielWhere stories live. Discover now