¡Estoy harto de todo esto! Regalos por aquí, regalos por allá. "Envuelve bien ese regalo", "Ese moño no está alineado". ¡Señora Duncan, todos sabemos que esos regalos son para usted misma, está más sola y abandonada que un cartón de leche expirado!
¡Ah, pero el niño quería ganar dinero para el intercambio de navidad!
Y no es que sea mi culpa, ya les digo, en otras circunstancias este asunto del "santa secreto" se arreglaba con una caja de chocolates, un abrazo y feliz navidad. ¿A quién iba a importarle? Una clase más, una clase menos. ¡Es la universidad, no estoy obligado a verlos! Pero maldigo a mi suerte cada vez que lo recuerdo, y solo por eso soporto a la señora Duncan en todo este proceso.
Por lo general paso desapercibido, soy ese chico al que puedes sonreírle en clase por cortesía, pero cuyo nombre no vas a recordar. Una calificación promedio, un físico poco especial y una personalidad que conseguirías en una tienda de descuento. Mi círculo de amigos se limita a aquellos con los que puedo hablar de videojuegos, y puedo contarlos con una sola mano, incluso si me cortaran algunos dedos. Es más, sé que andan conmigo porque su situación es mucho más peculiar.
Entonces, ¿qué me puede tener trabajando para una vieja señora desde la semana anterior?
No se necesitan más de dos dedos de frente para deducir que soy imbécil y me traen con la salud en -100 por otro imbécil.
Sí, lo dije bien. Se sienta justo al final de la clase, ahí donde los profesores nunca se dan cuenta de que está durmiendo, o comiendo, o solo... existiendo, porque no creo que algo de complejidad intelectual ocurra dentro de esa cabeza suya. ¡Es un idiota! Su promedio es un asco, su risa es estúpida, tiene aire en el cerebro y lo saca con cada golpe que recibe jugando béisbol.
Y yo estoy, o estaba, bien ignorándolo, de vez en cuando mirándolo en el reflejo de la pantalla de mi teléfono. Trabajamos juntos un par de veces porque es obligatorio soportar a los demás, nos reprobaron por supuesto, porque él no movió un dedo y todas las demás bestias decidieron seguirlo. ¡Intenté separarme de ellos, lo prometo!
Pero cuando intenté hacerlo, pasó eso.
"—¡Hey, no te preocupes! Lo lograremos, la profesora me guarda rencor porque no dejé que su hijo entrara al equipo. Le diré que te ponga los puntos por hacer el trabajo. Eres mi héroe." Un puñetazo amistoso en el hombro y se marchó.
Ni siquiera había hecho el trabajo cuando dijo eso. Es vergonzoso admitir que justo después de esas palabras, me desvelé toda la noche redactando cosas que no entendí, fue por eso que nos reprobaron, pero por el intento me gané su sonrisa aprobatoria y un chiste terrible sobre la hora. Jace era un chico sin gracia, ni talento, porque no era tan bueno jugando béisbol. Y ahora le gustaba a Leticia, Patricia y al estúpido Elian.
Yo soy el estúpido Elian.
—¡Niño, ya tardaste con esos regalos, mueve las manos más rápido!
—¡Sí, señora!
Maldita señora.
Escuchen, Duncan en realidad es mi vecina, solo nos hablábamos cuando tenía que sacar a pasear a su perro y me pagaba tres centavos la hora. Lo hago porque está vieja, acabada y sola, y una parte de mí me dice que ese será mi futuro, así que me gustaría que cuando esté en las mismas condiciones, exista un universitario sin vida social que acepte mis centavos por un par de favores para absorber su juventud.
Al final, es gracias a ella que estoy a un par de billetes de alcanzar mi objetivo. Solo dos horas más despotricando en silencio, y podré salir de aquí para comprar esa maldita camiseta.
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Merry Christmas
Short StoryAntología de cuentos cortos, de navidades poco convencionales. Amor, desamor, y mucha comedia navideña. Un nuevo cuento cada año, spoilers cada tanto, y cameos de otras historias que algunas veces se reconocerán.